Con esta política no hay Pymes ni producción nacional

APYME (Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios) nació en 1987 para realizar intensas acciones gremiales en defensa del sector, el fomento de la producción nacional, el mercado interno y todo lo relacionado con el comercio…

viernes 19/10/2018 - 9:35
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APYME (Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios) nació en 1987 para realizar intensas acciones gremiales en defensa del sector, el fomento de la producción nacional, el mercado interno y todo lo relacionado con el comercio exterior. Ese ideario está en crisis desde la estanflación 2014 que ha derivado en la depresión 2018. La Administración Macri, a través de su aliada Elisa Carrió, afirma que se encuentra realizando un esfuerzo por las Pymes exportadoras.

Desde APYME venimos alertando sobre la exclusión que padecen las Pymes y la producción nacional en el marco del actual modelo económico.

Las Pymes sufrimos incrementos de costos por tarifas e insumos dolarizados, que aumentan con las sucesivas devaluaciones; caída del mercado interno por la pérdida del poder adquisitivo del salario, con una inflación que se proyecta para el año en 45%; ahogo impositivo, con falta de planes de AFIP, embargos y ejecuciones; competencia de productos importados, ya que no se protege a la industria nacional ni a las producciones regionales.

A todo esto se suma un factor decisivo de la actual política económica: las tasas de interés exorbitantes que hacen imposible el financiamiento. Con tasas de referencia en 72%, las tasas activas son inalcanzables para la actividad ecnómica, y en particular para las Pymes. Por ejemplo para adelantos en cuenta corriente (uno de los mecanismos más utilizados), se parte de un 80%. Recientemente el Banco Central confirmó que los adelantos retrocedieron en un mes 3,4 %.

El descuento de cheques, otro instrumento que las Pymes utilizan para financiarse, no sólo sirve para realizar pagos sino también para enfrentar problemas de liquidez, pero se pagan tasas de alrededor del 120% anual.

Si una pyme necesita un crédito, por ejemplo, para pagar sueldos u otras obligaciones, queda paralizada porque tampoco tiene rentabilidad en un marco recesivo.

El crédito productivo se dejó de lado hace rato, junto con cualquier programa de tipo industrial y de desarrollo local. Incluso estamos advirtiendo desde APYME, junto con otros sectores, sobre la creciente descapitalización del Banco Nación, que se profundizará según lo pautado en el presupuesto 2019.

El Gobierno argumenta que la recesión es forzosa. Al secar la plaza y enfriar la economía supuestamente se lograría una baja persistente del dólar y un freno a inflación. Pero lo que sucede en realidad es que mientras continúan los aumentos por traslados a precios de la devaluación, las ventas siguen cayendo.

Las tasas altísimas también afectan al consumo al cortarse el financiamiento con tarjetas, que hasta no hace mucho era un recurso para que todavía algunos sectores pudieran sostener sus compras. Hoy el nivel de morosidad en el sistema da cuenta del deterioro de esta variable.

Como ya señalamos, mientras que la actividad económica disminuye en los diversos los rubros, no todos los sectores pierden: el sector financiero, los especuladores, los exportadores de materias primas, las empresas de energía, están obteniendo ganancias extraordinarias que ni siquiera tienen la obligación de invertir en el país.

Desde la genuina representación de las Pymes les decimos a las autoridades nacionales que la política monetaria y fiscal contractiva tal vez les dé algún breve respiro mientras intentan cerrar las cuentas con el FMI para llegar al imaginario “déficit cero” en 2019, pero lo que no tiene respiro ni va a respirar en este esquema de endeudamiento y ajuste es la economía real, es decir, la conformada por Pymes, industriales, productores, comercios, trabajadores, cooperativas, profesionales.

Es preciso destacar que éste no es, como afirman las autoridades nacionales, el único camino.

Hay otro camino y es el que pasa por una agenda Pyme, productiva y social que privilegie el mercado interno y la producción nacional por sobre las finanzas, la economía extractiva y los intereses corporativos multinacionales.

En un mundo en guerra comercial, nadie invierte donde se producen los mayores “daños colaterales”, o sea en economías que renuncian a sus objetivos de desarrollo y de bienestar junto con la soberanía, la democracia y la dignidad de la población.

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