Hubo más de un millón de suspensiones y despidos de abril a junio

El impacto de la pandemia sobre el mercado laboral fue fuertísimo en el sector privado. Pero en el Estado se crearon más de 22.000 nuevos puestos. Los datos no son desconocidos por completo, pero puestos…

domingo 16/08/2020 - 12:00
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El impacto de la pandemia sobre el mercado laboral fue fuertísimo en el sector privado. Pero en el Estado se crearon más de 22.000 nuevos puestos.

Los datos no son desconocidos por completo, pero puestos todos juntos sirven para mostrar el enorme impacto de la pandemia, de la cuarentena interminable o de ambas cosas en la estructura laboral, según publica el diario Clarín.

Y como no se trata de interpretaciones sino de datos bien concretos, el paquete lleva incorporada la ventaja adicional de correr el foco de las opciones extremas o de las falsas opciones, del tipo economía versus vida, que acostumbra pregonar el poder político.

Las cifras surgen de encuestas e informes del Ministerio de Trabajo y hablan sobre la muy precaria situación de un millón largo de personas. Una primera tanda cuenta, entre otras cosas:

Hacia fines de mayo, cuando llevaba poco más de 60 días y no los 150 de hoy, el aislamiento obligatorio ya había generado 740.000 suspensiones. Esto es, trabajadores que perciben una parte de sus sueldos, aproximadamente la mitad, ocupados en empresas sacudidas por la crisis económica y enfrentados al riesgo de quedarse en la calle. Ajuste, al fin.

Entre las 3.500 compañías que habitualmente releva el Ministerio, el porcentaje de las que han aplicado suspensiones saltó del 5% de marzo al 18% en junio; nada menos que 13 puntos porcentuales en apenas tres meses y un registro que, según el informe, más que duplica a los valores históricos.

En junio, nuevamente, el 36% de las empresas afirmó «estar operando como siempre»; supongamos, igual que antes de la cuarentena. Observado por el revés, el resultado sería que un 64% de las firmas anda a media máquina o ni siquiera a media máquina.

Vale al menos una precisión metodológica que levanta el voltaje del fenómeno, antes de pasar al mundo de quienes directamente han perdido sus trabajos. Advierte que el sondeo se limita a empresas privadas registradas, en blanco, que ocupan a más de 10 personas, o sea, que deja afuera un universo grande de pequeñas unidades y de trabajadores que operan en negro. Traducido: el 40% de la economía queda afuera del conteo.

El impacto de la pandemia
Ahora, el impacto del Covid-19 y del modo como lo enfrenta el Gobierno visto a través de los puestos de trabajo. De nuevo en cifras oficiales, tenemos:

Entre fines de febrero y fines de mayo, se cayeron del mapa 388.000 empleos. Eso significa el 95% de los 409.000 puestos totales que se perdieron desde mayo del año pasado o, si se prefiere, muestra que el derrumbe laboral de todo el año se produjo en sólo tres meses.

El grueso de las ocupaciones borradas corresponde a actividades del sector privado y de ellas, la gran mayoría se concentró en la construcción; en hoteles y restaurantes; en la industria y en el comercio. Una evidencia a prueba de desmentidas del parate económico y de las limitaciones a la movilidad de las personas.

La excepción, por cierto notable ante semejante panorama, fue el crecimiento del empleo público: 24.000 incorporaciones en plena pandemia, según los datos oficiales.

Hasta aquí o más precisamente hasta junio, las cuentas cantan arriba de un millón de personas sacudidas por el coronavirus y sus derivaciones, entre trabajadores suspendidos y trabajadores que directamente se quedaron sin empleo. Los números oficiales dicen 1.128.000.

Son muchísimos más, cuando se agregan los efectos que de ahí bajan hacia quienes deben circular por la frontera del mercado laboral, aquellos que desempeñan tareas temporarias, changas o lo que pinte para sobrevivir. Encima sin acceso al transporte público, allí tendríamos alrededor de 650.000 personas y, de seguido, un total-total que se acerca a los 2 millones.

Es cierto que un territorio minado por años de estancamiento, de desajustes sin fin y de atrasos ya estructurales potenció el impacto económico y social del Covid-19, pero así son las cosas: toca lo que toca y a veces solo queda meterle para adelante. Y si el panorama luce feo, es porque es efectivamente feo.

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