El bono navideño pierde gas

Cristina Fernández de Kirchner nunca pagó un bono de fin de año aunque la CGT en todas sus versiones, lo reclamó año tras año. ¿Por qué Mauricio Macri aceptaría pagarlo cuando también le pagó a…

domingo 16/10/2016 - 12:32
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Cristina Fernández de Kirchner nunca pagó un bono de fin de año aunque la CGT en todas sus versiones, lo reclamó año tras año. ¿Por qué Mauricio Macri aceptaría pagarlo cuando también le pagó a la CGT obligaciones con las obras sociales que tampoco había abonado CFK? Por supuesto que es una pregunta válida, y los propios dirigentes sindicalistas lo reconocen: en la disputa por el bono se intenta dilucidar una disputa de poder dentro de la CGT, con la CTA como soporte para el bando más contestatario. Por lo tanto, el bono es un hijo de la ambición de Pablo Moyano y sus nuevos amigos, por ganar posiciones, antes que un reclamo sindical genuino. ¿No habría que reenfocar toda la discusión ya que aún hay tiempo para ello?.

bono

Mariano Spezzapria en el diario platense El Día:

«(…) habiendo logrado un acercamiento con el triunvirato de la central obrera más representativa, el Presidente puede tener un respiro. Claro que a los negociadores gubernamentales no les será sencillo cumplir con todas las demandas sindicales: no pocos gobernadores y empresarios advierten por estos días que no están en condiciones de pagar un bono adiciona l a fin de año.

En el caso de las Provincias, algunas ya lo tienen previsto en sus presupuestos, pero a otras –la gran mayoría- las cuentas no les cierran. Así lo advirtió el gobernador santafesino Liftschitz al participar del Coloquio de IDEA que sesionó esta semana en Mar del Plata. Allí también, el salteño Urtubey dijo que está dispuesto a pagarlo. Pero María Eugenia Vidal espera no tener que hacerlo.

En el sector privado, las grandes compañías suelen otorgar a sus empleados un plus navideño, pero sobre todo a las pymes el año les costó mucho esfuerzo y están llegando al final del ejercicio con el último aliento. Hay otro detalle no menor que hicieron notar los ejecutivos: para las empresas que debieron suspender personal, el bono podría abrir las puertas para los despidos.

Los gremialistas lo saben y por eso negocian rubro por rubro, para evitar lo que sucedió en la actividad de la construcción en el último año. Aunque por debajo de los empleados registrados subyace una gruesa capa de trabajadores informales, cuyas familias se ubican debajo de la línea de la pobreza. De esa difícil situación hablaron un rato largo el Presidente y el Papa Francisco. (…)».

Desde el lado K de la Argentina, Raúl Dellatorre, en Página 12:

«El Gobierno Nacional estimó que el bono de mil pesos que recibirán a fin de año los jubilados que cobran el haber mínimo y las familias beneficiarias de la Asignación Universal por Hijo tendrá siete millones de beneficiarios. Además, señaló que la eximición del Impuesto a las Ganancias sobre el aguinaldo hasta 15 mil pesos, para sueldos brutos de hasta 55 mil pesos, “involucra” a 1,2 millón de trabajadores.

En total, más de 8 millones de supuestos beneficiarios, de acuerdo a la versión oficial que da la página web de Presidencia de la Nación.

Sin embargo, los detalles dados por los ministros que presentaron el anuncio el miércoles, y su interpretación de diversos especialistas, indican que el alcance del beneficio sería muy inferior. Varios cientos de miles de jubilados que hoy cobran el haber mínimo podrían ser excluidos, en tanto que sólo la mitad de quienes pagan impuestos sobre los ingresos de su trabajo estarían alcanzados por el beneficio sobre el aguinaldo.

Para los hogares que reciben la AUH se comunicó que se dará un bono ($1.000) por familia, sin considerar la cantidad de chicos en cada hogar, lo cual reduce el beneficio y dispersa su impacto en el caso de familias numerosas. Si el anuncio tuvo gusto a poco, cuando se haga la cuenta de lo que efectivamente se redistribuye se podrá apreciar que no era sólo un problema de sabor. (…)».

En el Coloquio de IDEA, el economista Dante Sica:

«(…) (Los sindicalistas) también saben que es un año de transición. Si el empresario sabe cuándo la empresa está mal, el trabajador lo sabe el mismo día. Ven entrar y salir los camiones; ven cuando la demanda cae. Han tenido una actitud muy coherente y de alguna manera de mucha colaboración.

El sector sindical tiene una doble pinza: por un lado tien e que mantener una discusión seria con el Gobierno sin quedar como si fueran parte del Gobierno, y por otro lado en las estructuras tradicionales hay un avance fuerte de sectores de izquierda, que de alguna manera ponen en jaque la conducción de los sindicalistas. Creo que lo que formó esta idea de ir al paro fue más un instrumento de negociación» (…).»

Buenos Aires

Buen punto de vista del Gobierno bonaerense, vía su ministro de Economía, Hernán Lacunza, quien decidió desinflar la posibilidad de que pague un bono de fin de año a los empleados estatales, tal como anunciaron algunas provincias, entre ellas, San Luis: “Es una iniciativa que surgió hace poco menos de un mes en el ámbito de la Nación con los Sindicatos. Por supuesto que estamos atentos a las novedades que ocurran, no vamos a ser una isla. Ahora, en la Provincia por ahora no se ha planteado, no está previsto”.

El Gobierno de María Eugenia Vidal debe definir paritarias con distintos sectores de los trabajadores estatales, algunos de los cuales volverán al paro esta semana. La Provincia pretende que esas negociaciones tengan como techo el 34,6% de aumento que cerró en marzo con los docentes para todo 2016.

En el caso del bono, los funcionarios dicen que aguardarán decisiones nacionales, ya que la Casa Rosada debería ir en ayuda de varias administraciones para poder hacer general el pago en todo el país para el sector público.

En la Provincia la cuestión, más allá de los alcances y el monto del pago, tiene otras implicancias: muchos municipios tienen sus cuentas en rojo y no están en condiciones de pagar el adicional por lo que también requerirían auxilio provincial.

Lacunza aseguró –según publica Urgente 24- que con el dinero que ingresará por la colocación de bonos en el exterior “va a haber más financiamiento para todos” y prometió “un derrame” a los municipios para que ejecuten sus propias obras mientras otras las realizará “directamente la Provincia”.

El Gobierno bonaerense fue autorizado por la Legislatura para endeudarse por unos $60.000 millones, de los cuales $10.000 millones irán a las comunas. A la Provincia le quedarían por tomar de acá a fin de año otros $9.000 millones.

El ministro marcó también como “buena noticia” que la tasa de interés que se pagará “ha vuelto a bajar”: 4,5% a 3 años; y 7,3% a 10 años.

Él indicó que irán a obras de infraestructura municipales y provinciales para las que dijo que hay presupuestados para 2017, $30.000 millones “sólo de la Provincia”.

El contexto 2017

Para ubicar la situación en contexto, muy interesante Alcadio Oña en el diario Clarín:

«(…) La Argentina viene de tres años de estancamiento con retrocesos parciales o, si se prefiere, de un muy modesto aumento del 1,8% en el PBI por habitante. La economía pasó de planchada a recesiva y entró en una pendiente de la que urge salir.

¿Qué le ocurre a un país como el nuestro que desperdició tantos años?, le preguntó Clarín a consultor que ha pasado por otros gobiernos.

Respuesta: “Le ocurre eso que está a la vista. Desocupación y temor a quedarse sin trabajo, porque el sector privado no crea empleo y llega un momento en que tampoco lo crea el Estado. Aumento de la pobreza, porque encima la economía derramó desparejo. Pérdida de competitividad, porque los costos suben parejos con la inflac ión. Y por falta de inversiones, se deteriora la infraestructura que por lo demás ya quedó agujereada”. Es la pendiente.

¿Y cómo viene la economía para el año próximo?

Según el relevamiento del BCRA, la actividad crecería 3,2%, lo cual implica retornar a niveles del primer semestre del año pasado. Si es eso, habrá un repunte moderado.

Sólo un 5% significaría una remontada en toda la línea; es la estimación de economistas que leen con optimismo el paquete de medidas preparado y en parte lanzado por el Gobierno. Igual que el 6% proyectado por otros hacia los meses previos a las elecciones de 2017.

En el ahora mismo y también con el foco puesto en evitar sofocones de fin de año, varios ministerios apuran gastos. Como la provisión de tierras y la infraestructura básica orientadas a capas sociales de menores recur sos y el programa de viviendas, en Interior y Obras Públicas. O el denominado Plan Trabajar y la ayuda alimentaria, en Desarrollo Social.

(…) Y todo apunta a un objetivo de máxima que el Gobierno se ha trazado: que en 2017 la economía crezca cuanto menos 5%.

Un número similar ronda la cabeza de los empresarios, según comentarios generalizados en el reciente Coloquio de IDEA. Falta desde luego que esa visión favorable sea traducida en inversiones de mediano y largo plazo.

Promesas hacia afuera abundan, aunque la duda que debiera ser despejada anida dentro de los directorios. ¿Conviene arriesgar plata o esperar, como sucedió claramente este año, hasta ver un horizonte más claro y cómo se ordenan algunas variables decisivas? Entre ellas, la aún compleja evolución del tipo de cambio.

Por ahora, reina la inversión financiera entre quienes pueden aprovecharla, de corto plazo, sin distinción de actores ni mayores riesgos. Ahí sí abunda plata, solo que casi toda facturada al Estado. (…)».

En ese contexto, el bono queda como fuera de contexto.

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