Un hombre de China, de apellido Zhang, vivió una de las experiencias más traumáticas de su vida cuando al llegar a la habitación del hotel que había reservado en Lhasa, capital del Tibet, el 21 de abril, se encontró con un olor nauseabundo. Los empleados le dijeron que se trataba del aroma que emanaba una panadería que estaba al lado del edificio, pero tres horas más tarde descubrieron que se trataba de un cadáver debajo de la cama.
El horror comenzó cuando los empleados lo despertaron para cambiarlo de habitación por el fuerte olor que esta emanaba, pero al revisarla encontraron el cuerpo de una mujer debajo del colchón, según explicó la policía local. Ante este hecho, Zhang pidió una indemnización por el cambio de planes y los traumas sufridos, pero no hubo respuesta del hotel.
Ante tal descubrimiento, dieron aviso a la Policía de Lhasa, quienes constataron que el cuerpo correspondía a una mujer de apellido Wang y estaba en avanzado estado de descomposición. Si bien no se sabe cuándo la asesinaron, los investigadores tienen la teoría que a la mujer la habría matado un familiar y luego fue colocada debajo de la cama del hotel.
A raíz de esta hipótesis del crimen, las autoridades arrestaron en la ciudad de Lanzhou, a unos 1.300 kilómetros de distancia del lugar donde encontraron el cuerpo, a un sospechoso apellidado Gao. Por el momento, el caso está bajo investigación.
El crimen tiene en velo a toda la ciudad del Tibet quienes se enteraron del caso mediante las redes sociales y los medios de comunicación locales. En cuando a Zhang, la segunda víctima de todo este horror, pidió una indemnización por los daños causados, ya que según afirmó al diario Local Global Times, después de este hecho no pudo volver a dormir con tranquilidad.
Él mismo explicó que apenas entró a la habitación asignada, sintió el olor nauseabundo que había en ella, inmediatamente se quejó con el personal de la recepción, quienes le atribuyeron el aroma a los residuos de la panadería que se encuentra al lado de ellos.
Sin respuesta por parte del personal y aún no conforme con la explicación, a Zhang no le quedó más remedió que convivir con el olor, pero era tan fuerte que a los pocos minutos hizo una segunda queja. Por lo que horas más tarde, luego que él se tomara una pequeña siesta, los empleados le asignaron una nueva y ahí dieron con el macabro hallazgo.
