Traición, celos y un suicidio inventado: siete fotos que esconden historias escalofriantes

Amigas que sonríen a la cámara, una pareja de recién casados o un día cualquiera en el trabajo. En imágenes, algunos de los casos policiales más conmocionantes de las últimas décadas.

sábado 20/01/2024 - 12:59
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Una imagen vale más que mil palabras. El dicho que se hizo popular como slogan publicitario tiene también un anclaje en las páginas policiales donde una foto resume parte de la historia, que casi nunca es lo que parece.

Amigas que sonríen a la cámara, dos hermanas de blanco inmaculado que recibieron su primera Comunión, un flamante matrimonio o un día cualquiera en el trabajo. En esta nota repasamos el trasfondo de algunos de los casos más resonantes de las últimas décadas.

Vicente López: el extraño caso de la serpiente y las primas muertas en la bañera

Todo empezó con el olor. Los vecinos del departamento de la calle Melo al 3354, en Vicente López, llamaron a la policía por el aroma nauseabundo que provenía del interior y la falta de respuesta de las dos primas que allí vivían, Irma Beatriz Girón, de 22 años, y Gloria Fernández, de 15.

El olfato no les había fallado. Las mujeres estaban muertas, desnudas y semisumergidas en la bañera del departamento, con un visible y avanzado estado de descomposición, a pesar de que las habían visto vivas tres días antes. La escena del misterioso doble crimen se terminó de armar con la aparición del primer sospechoso: una serpiente conocida como la mamba negra.

El veneno del ofidio como arma homicida fue la explicación que encontraron los forenses para explicar la rápida descomposición de los cuerpos de las víctimas. Pero muchos necesitaban un asesino. Así entró en la historia un hombre que mantenía una relación extramatrimonial con la mayor de las primas y era dueño o trabajaba en una veterinaria. El detalle que lo hacía aún más sospechoso era que en su negocio había también un serpentario.

Sin embargo, con el tiempo el caso se transformó en una trama apenas bizarra y aquella foto escalofriante, finalmente, se comprobó que no correspondía a un doble crimen ni a un pacto suicida, como también se especuló. Irma y Gloria habían sido víctimas de un accidente doméstico. El “misterio” de la acelerada descomposición de los cuerpos también encontró su explicación lógica en la decisión de un empleado de Gas del Estado, que apagó la estufa cuando se descubrió la macabra escena y creo así, sin querer, el microclima propicio para eso.

Las hermanas “satánicas” de Saavedra

Silvina y Gabriela Vázquez no tenían más de 10 años cuando las retrataron, sonrientes y de blanco, en una clásica postal familiar. Tiempo después, en marzo del 2000, fueron protagonistas de uno de los casos más perturbadores que se recuerden: apuñalaron al menos 100 veces a su padre para “sacarle el demonio” del cuerpo en el PH en el que vivían en el barrio de Saavedra.

Según los testimonios, la muerte temprana de la madre por un cuadro de diabetes fue el quiebre a partir del cual las hermanas nunca volvieron a ser las mismas. Con los años, en una búsqueda constante e insaciable, empezaron a tomar cursos en el Centro Alquímico Transmutar y un día se convencieron de que la casa que alquilaban estaba poseída por entidades malignas.

El 27 de marzo de 2000 la situación estalló. Ese día Juan Carlos Vázquez, el padre, se entregó mansamente – o resignado – al sangriento ritual de purificación que montaron sus hijas con el propósito de quitarle el “muñeco diabólico” que creían que él llevaba adentro. Fue mucho más que un parricidio.

Los más reconocidos criminalistas forenses hablaron de un caso de “locura de a dos” en el que ambas, sugestionadas hasta el paroxismo por un delirio místico y una alucinada amenaza demoníaca, asesinaron a Vázquez de 150 puñaladas en medio de un cuadro dantesco que completaban objetos esotéricos, libros sobre prácticas exorcistas y excrementos en los pasillos. Gabriela y Silvina fueron declaradas inimputables de acuerdo con el artículo 34 del Código Penal. En 2003 recibieron el alta.

Dos amigas y un crimen atroz

Solange Grabenheimer y Lucila Frend eran amigas desde la infancia. Fueron compañeras de colegio y cuando egresaron se mudaron a vivir juntas a un PH de Vicente López. Nada podía anticipar que el 10 de enero de 2007 una de ellas sería asesinada y que la otra sería la principal acusada de haberla matado.

La víctima fue Solange, que entonces tenía 21 años: la encontraron apuñalada al costado de su cama. El asesino la había sorprendido durmiendo pero en la casa no faltaba nada ni había signos de violencia. Las puertas y ventanas estaban intactas: no se había forzado ninguna de las vías de entrada, por lo que todas las sospechas cayeron sobre Lucila.

Una fuerte discusión que habían mantenido las amigas porque el novio de Lucila habría manifestado intenciones amorosas hacia Solange le dio a los investigadores un móvil posible para el asesinato. También se supo que la víctima planeaba mudarse a vivir sola y esa decisión había desgastado la relación entre ambas.

Lucila fue la única imputada en la causa y llegó a juicio acusada de “homicidio calificado por ensañamiento y alevosía” en 2011. Pero entonces, el Tribunal Oral Criminal (TOC) 2 de San Isidro la absolvió en un fallo unánime al considerar que no había pruebas para una condena y que la acusación se había basado en meras “percepciones personales, conjeturas y especulaciones”. Hasta el día de hoy, no se pudo determinar quién ni por qué mató a Solange.

Silvia Luna, la moza que mató a su amiga a mazazos por un video hot

El bar “Matute” de General Las Heras, donde ambas trabajaban como meseras, había sido el lugar donde se conocieron y después se hicieron amigas Silvia Luna y Carola Bruzzoni. Ese mismo lugar, el 17 de abril de 2010, se convirtió en la escena del aberrante crimen de una de ellas.

Las dos eran mujeres de carácter fuerte y el resto de sus compañeros de trabajo aseguraron haber sido testigos de varios encontronazos entre las amigas, pero el detonante del crimen fue un video con el que Bruzzoni planeaba arruinar la boda de Luna.

Se trataba de la prueba de una infidelidad de la novia con otro hombre y la damnificada se enteró de las intenciones de Carola unos días antes del casamiento. Entonces la increpó en el restaurante, discutieron y la atacó a golpes en la cabeza con una maza para milanesas, que le provocó la muerte nueve días después.

Silvia Luna fue detenida en ese momento, pero el juicio se llevó a cabo recién en 2012. El Tribunal en lo Criminal Nº 3 de Mercedes la encontró penalmente responsable del delito de homicidio simple y la condenó a 10 años de prisión, pero sólo estuvo presa menos de cuatro. Salió en libertad en julio de 2013, después de que la Justicia atenuara la pena al considerar que se trató de un “homicidio emocional”.

El crimen sin cuerpo de Érica Soriano

Daniel Lagostena se mostraban enamorados y esperaban su primer hijo cuando Érica Soriano desapareció, el 20 de agosto de 2010 en el partido bonaerense de Lanús. Aunque el cuerpo de la joven nunca se encontró, el tiempo y la investigación revelaron la trama de una historia de celos y mentiras que llevaron al hombre a la cárcel.

El testimonio de una amiga de la víctima fue el primer indicio que apuntó contra Lagostena. La mujer dijo que había hablado con Érica horas antes de su misteriosa desaparición y que la había escuchado discutir con su pareja. Después, otros amigos y allegados a la joven dieron cuenta de los conflictos que atravesaba la pareja por los celos y la desconfianza desmedida del hombre.

Mientras el paradero de Érica seguía siendo un misterio, los peritos que buscaban rastros en la casa de la pareja encontraron, llamativamente, la chimenea caliente a pesar de que era un día con 24 grados, y restos de poliéster que se correspondían con una bombacha, que hicieron suponer que allí Lagostena había quemado la ropa de su mujer.

Finalmente, los investigadores probaron que Lagostena tenía vínculos con propietarios y empleados del rubro funerario que lo podrían haber ayudado a deshacerse del cuerpo. El TOC N° 9 Lomas de Zamora lo condenó en 2018 a 22 años de prisión, pena que fue confirmada más tarde por la Suprema Corte de Justicia bonaerense.

La historia del “suicidado” que no fue

“Mi mujer me quiso matar”, balbuceó Héctor Eduardo Ramírez en la cama del hospital, donde se despertó tras un supuesto intento de suicidio. El hombre, dueño de dos gomerías y otras propiedades en el partido de Quilmes, se había casado con Leonor Báez el 15 de febrero de 2019 y el 6 de marzo lo encontraron ahorcado, colgado de una viga, en el taller donde trabajaba.

Ella misma había salido corriendo aquel día el taller de su marido pidiendo ayuda desesperada. “¡Se suicidó! ¡Se suicidó!”, gritaba la mujer, que rápidamente se encontró rodeada de vecinos. Ante cada uno de ellos repetía la misma versión: Ramírez se había suicidado tras una discusión que habían mantenido esa misma mañana.

Podría haber sido un crimen perfecto, pero la víctima sobrevivió y su confesión le dio un giro inesperado al caso en tiempo récord. En 2021, se dio por probado que Báez había querido matar a su flamante esposo para quedarse con sus bienes. Leonor fue declarada culpable por unanimidad del delito de “homicidio calificado por el vínculo en grado de tentativa” y fue condenada a pasar en la cárcel 14 años de prisión.

El crimen de Joaquín, el chico asesinado por su “amigo de toda la vida”

En la foto que se hizo viral se puede ver a Joaquín Sperani, de 14 años, caminando por la calle en Laboulaye y sonriendo. Al lado suyo hay otro adolescente, su “amigo de toda la vida”. Era el jueves 29 de junio del año pasado y aunque nadie podía siquiera imaginarlo, ese fue el día que lo mataron.

El crimen, sin embargo, salió a la luz tres días después, cuando encontraron el cuerpo en una casa abandonada a unos 100 metros de la escuela a la que asistía. La autopsia determinó que había sufrido un traumatismo de cráneo y un daño encefálico que le provocó la muerte inmediata, luego de recibir más de 10 golpes en la cabeza.

Su amigo, de la misma edad y por lo tanto inimputable, confesó el crimen unas horas después del hallazo del cuerpo. Según su declaración, tomó un fierro y le pegó en la cabeza a Joaquín porque “estaba muy enojado” con él, pero su intención no había sido matarlo. Tras pasar casi cuatro meses en un centro para menores de edad de la provincia de Córdoba, el adolescente volvió a vivir con sus padres.

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