Sergio Massa: «Macri es soberbio y caprichoso»

El ahora candidato a diputado por el Frente de Todos, tiene una amplia trayectoria en la política argentina, recorrido que le permitió conocer el ambiente y a colegas a lo largo y ancho del país….

domingo 22/09/2019 - 11:39
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El ahora candidato a diputado por el Frente de Todos, tiene una amplia trayectoria en la política argentina, recorrido que le permitió conocer el ambiente y a colegas a lo largo y ancho del país.

En una entrevista brindada a diario Perfil, dio su opinión acerca de Mauricio Macri, Cristina Fernández y otros temas de los que fue consultado.

—¿Cómo fue amigarse con Cristina Kirchner? ¿Qué pasó dentro tuyo?

—No es una cuestión de amigos o enemigos, no estamos en un jardín de infantes. El momento del país requería la responsabilidad de aquellos que creíamos que Macri fracasó y teníamos un pensamiento común respecto del rumbo económico de la Argentina.

—¿Cuánto tiempo hacía que no la veías?

—Unos ocho o nueve años.

—¿Hablaron sobre las críticas mutuas que se hicieron esos años?

—La primera reunión duró cinco horas. Obviamente, en ese lapso hubo un repaso, pero también una mirada hacia adelante. Lo que hablamos, en todo caso, queda en el mundo privado de las dos personas que dialogamos.

—¿Macri los unió?

—Es una mirada simplona afirmar eso. Nos unió el deseo de una Argentina en la que el trabajo y la producción le ganen a la especulación, en la que el esfuerzo de los argentinos tenga resultados en la vida cotidiana.

—¿Te imaginabas que ella sería vicepresidenta?

—Tenía la convicción de que no iba a ser candidata a presidenta. El escenario internacional, el regional, la misma situación del país requerían iniciar una etapa superadora. La decisión de impulsar a Alberto fue muy inteligente: es un punto de vértice en el diálogo de todos los sectores que nos incorporamos o sumamos al Frente de Todos.

—¿Cristina tendría un rol análogo al que tuvo Néstor Kirchner cuando la hizo presidenta a ella?

—No, porque Néstor era ex presidente no vicepresidente.

—¿Lo imaginabas a Alberto Fernández como presidente hace años, cuando era tu jefe de campaña?

—En política, todos los monaguillos se van a dormir soñando con ser Papas.

 —¿Le veías pasta para ser Papa?

Alberto Fernández siempre fue como una especie de Javier Mascherano de la política. Uno de esos jugadores que van hasta la última pelota. Que la buscan, se esfuerzan. Eso es muy valioso. La voluntad y la virtud son dos valores esenciales.

—Dijiste en “Página/12”: “Hay veinte empresarios en la Argentina que se llevaron la rentabilidad y la calidad de vida de 20 millones de argentinos: bancos, empresas de luz, de gas y autopistas. Miremos quiénes son”. En otro reportaje mencionaste a “Nicolás Caputo y los italianos de ENEL en el caso de la electricidad venden al mismo valor con energía amortizada en términos de generación”. ¿Quiénes son los otros 18 que tenemos que prestar atención?

—No se trata de acusar con el dedo, de decir éste sí o éste no. Pero es muy simple; hay que mirar a los sectores beneficiados.

—¿Cuáles sectores?

—Autopistas, bancos, petroleras, energéticas. También hay en minería algunos sectores para mirar. Sobre esos sectores va a haber una discusión para una justa competencia, una mejor distribución del ingreso; son esenciales para dinamizar la economía. Lo que no puede haber es prebendas. En la Argentina no puede valer más cara la electricidad de una central que tiene cincuenta años que la de una turbina de energía eólica.

—Hablás mucho de la soberbia de Mauricio Macri, ¿cómo se manifestaba en el trato personal?

—No es importante mi vínculo con Macri. Lo importante es el país.

—La psicología en política cuenta.

Yo hablo de la soberbia frente a la negación de los problemas, lo que implica insistir y decir que seguirán por este camino, pero más rápido. Es el camino que arrojó fuera del mercado de trabajo a 250 mil argentinos más. Eso es soberbia. Eso es capricho. Macri es soberbio y caprichoso, actúa con tres rasgos a la hora de gobernar: soberbia de no escuchar las advertencias de quienes veíamos el riesgo, el capricho de insistir en colaboradores y métodos que lastimaron a la clase media y al trabajador argentino y, finalmente, esa compulsión a endeudarse, propia de su accionar como joven. En esa época se daba vuelta y le pedía plata prestada al papá. Ahora se da vuelta y le pide al Fondo, sin medir el daño que hace a la Argentina. Es un poco el tema de tu editorial el domingo pasado.

—Emilio Monzó contó que se sentía tratado como un empleado.

—A mí nunca me pudo tratar como empleado. Y creo que eso le molesta. Le planteé objeciones en materia del tratamiento del impuesto a las ganancias y me dijo que intentaba sacar ventajas. Esa chicana infantil es parte de la soberbia.

—¿Quiso tratarte como un subordinado?

Macri no entendió nunca la diferencia entre gobernante y dueño. No soy ni fui su subordinado. Primero, porque soy un dirigente de una fuerza política diferente. Y segundo, porque me subordino solo a aquellos a los que respeto.

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