Proponen que haya un “protocolo emocional” para el regreso a las aulas

Los especialistas en salud mental enfatizan en la necesidad de contener tanto a alumnos como a docentes para gestionar las sensaciones generadas por la pandemia. Cuando se piensa en el regreso seguro a las aulas en este…

viernes 12/02/2021 - 16:38
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Los especialistas en salud mental enfatizan en la necesidad de contener tanto a alumnos como a docentes para gestionar las sensaciones generadas por la pandemia.

Cuando se piensa en el regreso seguro a las aulas en este contexto de pandemia, la mayoría de la gente entiende que son necesarios protocolos sanitarios para prevenir los contagios. Ahora bien, los especialistas en salud mental, tan deteriorada en este último año, enfatizan en la necesidad de elaborar además, un “protocolo emocional” para contener tanto a alumnos como a docentes.

El foco del debate actual está puesto en que se necesita de un cuidado físico específico y contar con elementos y estrategias que brinden seguridad a toda la comunidad educativa para evitar que el virus se propague. A eso, se le debería sumar una contención psicológica y poner sobre la mesa el papel de las emociones en el aprendizaje actual, consideran los expertos.

“No sólo se trata de volver a la escuela para usar tapabocas, alcohol en gel y respetar el distanciamiento sino también hay que comprender que las emociones son parte activa del proceso de aprendizaje. La emoción y la cognición van de la mano, es un error separarlos”, expone a Con Bienestar Marilina Rotger, docente y neuropedagoga especializada en inteligencia y educación emocionales.

La incertidumbre, el desconcierto, la falta de conocimientos de cómo actuar, enseñar y aprender en la pandemia generaron miedo, angustia, tristeza y enojo tanto a docentes como a estudiantes. Estos sentimientos van a seguir presentes en este ciclo lectivo porque se cuentan con pocas certezas y muchas dudas todavía. Y si estas emociones no son bien gestionadas, pueden interrumpir el proceso de aprendizaje.

“La cuarta ola muy silenciada de COVID-19 es el impacto en la salud mental que tuvo en el ser humano, que somos animales sociales y, en especial, en los niños y adolescentes que tienen su cerebro en formación y en desarrollo pero han estado casi todo el año en su casa o en contacto con unas pocas burbujas”, destaca por su parte Hernan Alessandria, médico especialista jerarquizado en Psiquiatría y Psicología médica (M.P. 114.033) y presidente de la Asociación Civil Globalpsy.

Básicamente, los chicos van a la escuela para socializar y para adquirir conocimientos. “Este aprendizaje se ve en jaque porque no se pueden separar las emociones de los procesos cognitivos, ambos están íntimamente ligados. Entonces, en un protocolo emocional podemos hablar de nuestros sentimientos, tratar de hacerlo en un ámbito adecuado y brindar herramientas para la gestión de estas emociones de una manera preventiva, sobre todo en los docentes, que son quienes van a llevar a cabo mayormente este trabajo”, indica Alessandria.

La Asociación Civil Globalpsy defiende poner en agenda la inteligencia emocional y la importancia de la salud mental, sin las cuales afirman que no será posible una buena escolarización, por lo menos durante este año.

“Muchas de las estructuras de nuestro sistema nervioso están diseñadas desde las emociones. Éstas empiezan en el intelecto. Son responsables y atraviesan la toma de decisiones, el desempeño de una persona, la manera en que se vincula, cómo se motiva. Afectan también los procesos de atención y memoria. Hay que empezar a contemplar que las emociones son parte activa en el aprendizaje, más aún en este contexto que estamos viviendo por la pandemia”, agrega Rotger.

Este protocolo emocional ayudará a que los estudiantes completen su proceso de aprendizaje y los cuidará emocional y afectivamente.

“Si les damos confianza, seguridad y montamos escenarios que estén libres de amenazas, vamos a hacer que el cerebro emocional se relaje para que la información pueda llegar a las redes cognitivas, para poder proyectar de una manera efectiva lo que estamos viviendo y transitando. No se trata solamente de recuperar contenidos que creen muchos que hemos perdido, sino de buscar una escuela diferente”, indica la especialista en neuropedagogía.

La clave está en la inteligencia emocional

La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer las propias emociones, las de los demás (empatizar) y gestionar la información de esos sentimientos. Según los especialistas que trabajan en la puesta en marcha de un protocolo emocional, la principal herramienta que se le puede ofrecer a los docentes, alumnos y familias es arrimarlos al conocimiento del desarrollo de la inteligencia emocional.

“La educación emocional está muy banalizada, piensan que es una moda o algo romántico. Pero el 99 % de la inteligencia se moldea, no es algo que venga genéticamente o que lo tenga adquirido orgánicamente el ser humano desde que nace. Se entrena a lo largo de la vida porque es un conjunto de habilidades”, explica Rotger.

“La psiquiatría y la psicología positiva abordan la prevención. Hacer foco en aquellos caracteres y fortalezas que tienen las personas y, en este caso, aplica muy bien el optimismo. No vamos a poder manejar lo que pase en el mundo, en el país o en la escuela, pero sí podemos tener una mirada amplia de qué es lo que sucede, qué cosas somos capaces de cambiar y las que no, aceptarlas, que no generen bronca, frustración o enojo”, consigna Alessandria.

Esa mirada optimista genera una duplicación de los rendimientos académicos, mejora los trabajos y las relaciones, apuntan los especialistas. Se trata de fortalecernos en nuestra capacidad para mejorar.

Las bases del protocolo emocional

El protocolo emocional no es único, sino que deberá adaptarse a cada escuela, realidad, espacio geográfico y comunidad educativa. Lo que contempla es tener en cuenta que los sentimientos son una parte activa del aprendizaje, por lo que se los tiene que incluir dentro del entorno de la enseñanza.

La primera estrategia es conocer qué es la inteligencia emocional y cómo aplicarla en la escuela. La segunda táctica que se puede ofrecer es pensar una escuela que ofrezca confianza y seguridad.

Otra de las propuestas es pensar las nuevas formas de trabajo en equipo que van a ser necesarias con el distanciamiento. “Vamos a requerir un acercamiento afectivo. El cerebro es social y necesita interactuar con otros. Entonces, si vamos a estar sentados en un banco con dos metros de distancia con mi compañero y no me voy a poder vincular cercanamente para poder trabajar colaborativamente vamos a entrar en una individualidad que tampoco va a ser muy beneficiosa para el proceso de enseñanza y aprendizaje”, considera la especialista.

Una sugerencia es incluir a la escuela en todo el proceso. Contarle al centro el porqué de este protocolo emocional y la importancia de las emociones.

“Si ninguno estaba preparado para la pandemia, menos lo estaba el sistema educativo. La crisis sanitaria más que un paréntesis debería ser vista como una oportunidad de cambio para adaptar la escuela del siglo XIX a los chicos del siglo XXI”, defiende la experta.

Para brindar mayor información se llevó a cabo un workshop online gratuito dirigido a docentes y familias, organizado por la asociación civil Globalpsy. Para más información se puede entrar a este enlace.

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