Polack, sobre el coronavirus: “El contagio controlado es una falacia”

Tras una nueva extensión de la cuarentena, el prestigioso infectólogo analizó los resultados de las medidas adoptadas contra la propagación del COVID-19 y advirtió: “Hay que liberalizar las restricciones, pero con mucha precaución porque por…

domingo 10/05/2020 - 13:54
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Tras una nueva extensión de la cuarentena, el prestigioso infectólogo analizó los resultados de las medidas adoptadas contra la propagación del COVID-19 y advirtió: “Hay que liberalizar las restricciones, pero con mucha precaución porque por ahora no hay manera de controlar el daño que puede producir”.

Fernando Polack es uno de los principales expertos en enfermedades respiratorias e inmunidad del país. Se graduó de médico en la Universidad de Buenos Aires y en Estados Unidos se formó como pediatra y luego como infectólogo. Se desempeñó como consultor en para el Comité de Vacunas y Productos Biológicos vacunas respiratorias para la Food and Drug Administration (el organismo que regula los medicamentos en Estados Unidos), e integró varios grupos de expertos en la Organización Mundial de Salud (OMS), entre otras instituciones líderes en el mundo, según publica Infobae.

Desde hace unos 17 años está al frente de la Fundación Infant, una organización sin fines de lucro que cuenta con el apoyo de la Fundación Bill & Melinda Gates, el Molecular Research Council de Inglaterra, el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos y el Conicet argentino. Allí se reúnen investigadores para desarrollar estrategias para proteger de enfermedades como la gripe, el agente de la bronquiolitis, y el coronavirus, a las poblaciones más vulnerables de la Argentina.

Durante los tiempos de coronavirus, Polack se la pasa en teleconferencias con expertos del todo el mundo en la que se intercambian estrategias para mitigar la pandemia del Covid-19. Polack es convocado permanentemente por los medios de comunicación y si bien no integra el grupo que asesora el presidente Alberto Fernández, es consultado por altas autoridades a nivel nacional, provincial y de la Ciudad de Buenos Aires.

En marzo pasado Infobae entrevistó a Polack. Aquella entrevista se publicó el 21 de marzo cuando la cuarentena obligatoria llevaba horas. Por entonces dijo que el Gobierno tenía que elaborar un plan para salir de la cuarentena. El viernes, horas antes de la prolongación de la cuarentena estricta para la zona de Capital y Conurbano bonaerense, Polack volvió a hablar con Infobae.

Por estas horas prepara un estudio -pendiente de aprobación- que realizará la Fundación Infant junto con el ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires y algunas instituciones médicas de la Capital. Tratarán de determinar si el plasma de aquellos que padecieron coronavirus puede detener la progresión a neumonía grave de los que presenten mínimos síntomas de la enfermedad.

-¿Cómo evalúa los resultados de la cuarentena?

-La cuarentena estuvo muy bien porque era lo único que se sabía que podía impedir el contagio masivo de coronavirus.

-Hay sectores que proponen un contagio controlado de la población. ¿Eso funciona?

-Cualquiera que diga que lo ideal era un contagio controlado tiene que definir lo que significa controlado. Porque eso no existe, como no existe enfermedad por coronavirus controlada porque si así fuera no moriría nadie en los principales centros poblacionales del mundo y se mueren a raudales. Cuando se habla de la inmunidad de rebaño se pierde de vista que si hubiera un 70% de población que adquiriese defensas por medio de infecciones por el virus, el precio mínimo a pagar por eso sería de 60.000 muertos.

-¿Cómo se llega a ese número?

-El cálculo es simple: las tasas de mortalidad que se vienen estimando -de manera conservadora- son de dos muertos por cada mil infectados en sociedades con sistemas de salud de primera categoría como la alemana. Entonces habría que hablar de cifras elevadísimas de muertes. No existe la inmunidad de rebaño controlada. No puede ser ese un objetivo sanitario. El contagio controlado es una falacia. No se puede obtener inmunidad sin pagar la consecuencia en muertes que provoca el coronavirus y por eso no se debe hacer. No se pudo hacer en Londres, ni en Nueva York ni en París. No hay que engañarse, no lo va a poder hacer la Argentina.

-¿Cómo debería ser la salida de la cuarentena estricta?

-Hay que salir con cuidado para que no se desmadre lo que se ha conseguido, se ha hecho una inversión enorme que hay que cuidar. Siempre el reloj atrasa 15 días por el período de contagio. Hay que salir con un plan cuidadoso. Hay que liberalizar las restricciones pero con mucha precaución porque por ahora no hay manera de controlar médicamente el daño que puede hacer el coronavirus. Espero que el Gobierno vaya a instrumentar una salida con reglas muy concretas que operen como principios rectores de toda actividad, y muy monitoreadas que funcionen para transitar lo que viene en relativa calma.

Desde el punto de vista sanitario, no es tan importante la precisión sobre si se abre el martes la verdulería en vez de abrir el jueves la carnicería. Yo entiendo un plan como reglas inviolables e innegociables que preceden y condicionan las definiciones para cualquier actividad: por dónde podés circular y por dónde no, distanciamiento interpersonal específicamente definido, disponibilidad de barbijos, acceso a alcohol para las manos, etcétera. Si eso se puede lograr en un rubro o en un comercio específico, pues adelante. Es muy difícil que las cosas no empeoren porque hasta ahora han salido muy bien. Cuando aumente el tránsito de gente y las posibilidades de contagio Invariablemente el contagio va a aumentar. La cuestión es que no se vaya de las manos. Y estar alertas.

-¿Qué hay que hacer para que ante la apertura de la cuarentena no haya un desborde de contagios?

-Habría que identificar rápido a los pacientes infectados porque son contagiosos y con ellos a sus convivientes para aislarlos y evitar que contagien más.

-¿Cómo se evita el contagio a partir de la circulación de los que vuelven a trabajar?

-Hay que establecer un sistema de control mediante tests rápidos de diagnóstico viral en centros de alta circulación como en Retiro, Constitución, Once y mantener una política muy minuciosa del manejo de transporte público porque es allí donde se puede dar una explosión de la enfermedad que te puede derrumbar un plan que se viene articulando cuidadosamente en el resto de la sociedad.

-¿Hay que mantener cerradas las fronteras?

-Es fundamental el control de las fronteras. Al mirar la experiencia de los países orientales que mejor combatieron el virus, nos damos cuenta de que cuando les sube la ola de contagios es porque les aparecen brotes de casos importados después de haber controlado. En varios países tuvieron que volver a actuar por los casos importados.

-¿Qué hacer con los grupos de riesgo?

-Hay que establecer una estrategia más amplia y abarcativa para los mayores de 65 años. El mundo decidió que se queden en su casa por tiempo indeterminado pero no se ha puesto a pensar en soluciones que les permitan tener una vida mejor hasta que esto se termine. Es imperativo que se reúnan expertos que se pongan a pensar cómo ayudar a los mayores a pasar estos meses. Se debería armar un grupo multidisciplinario proveniente de diversos sectores como la gerontología, la psiquiatría, especialistas en enfermedades crónicas, urbanistas y, obviamente representantes de los mayores de 65 años, para generar una estrategia general para que la gente mayor -quizá asumiendo un ligero riesgo más grande- pueda vivir una vida mejor que la que se presenta ante la perspectiva de quedarse encerrado por seis meses. Esto es una deuda de los países centrales que, tal vez, la Argentina puede mejorar.

-¿Qué propondría?

-Por ejemplo, tiempos protegidos en parques y plazas solo para mayores. Dos horas por la mañana y dos por la tarde. Que les permitan salir sin el riesgo de encontrarse con gente más joven que pueda ser infecciosa, a través de circuitos de circulación urbana diseñados específicamente para eso por expertos, sin el riesgo de cruzarse con otros infecciosos. También horarios establecidos en supermercados, comercios, bancos, etcétera. Cuando haya suficientes testeos de serología de anticuerpos que muestran que una persona se curó y que es altamente improbable que se vuelva a infectar, se debería crear un sistema de transporte seguro, una especie de taxi que pueda transportar personas mayores con todas las medidas de seguridad para evitar contagios.

-¿Se puede pasar a una nueva fase de la cuarentena?

-Sí. Pero con cuidado, con un plan como el que mencionamos antes, y respetando las reglas que tenemos que cumplir.

-Desde el punto de vista científico, ¿qué tanto se avanzó para contrarrestar el coronavirus?

-Estamos mejor que hace unos meses. Se especulaba con que el virus tenía una capacidad de mutación que lo iba a hacer incontrolable. Pero el virus, sin ser idéntico, sigue siendo el mismo. Ya sabemos cómo es el virus. Se especulaba con que podía no dejar protección y la gente podría infectarse gravemente una y otra vez. Con tres millones de personas hospitalizadas en el mundo no hay reportes concretos de que los internados vuelvan a internarse. Eso quiere decir que la infección deja protección. En lugares como Wuhan, Nueva York, Bolonia o Madrid es inimaginable que entre los infectados no volvieran a tener oportunidad de re-infectarse. Un paciente que sale de terapia vuelve a su casa pero no se infecta de nuevo.

-¿Por qué los científicos pensaron al principio que podía haber reinfección?

-Se prestó a confusión porque la técnica de testeo que se usa, que es el PCR, no detecta solo virus infectante sino que detecta una parte del virus cuando está muerto. Estás viendo los restos mortales. Al principio, cuando se identifica al paciente y se advierten los síntomas, el PCR detecta el virus vivo, pero más adelante cuando el paciente está fenómeno el estudio detecta que el virus alguna vez estuvo ahí. Eso prestó mucho a confusión a la idea de la reinfección. Si bien es cierto que va a haber reinfecciones en la nariz, catarros por coronavirus probablemente para siempre, es probable que sea rarísimo que la gente vuelva a tener enfermedad severa porque es mucho más difícil para las defensas del cuerpo proteger la nariz que proteger el pulmón. Es muy poco probable que vuelva a tener un problema grave.

-¿Hubo algún otro avance?

-Sí. Otro motivo por el que estamos mejor que antes es que en Estados Unidos y España se hizo un ensayo con la droga antiviral llamada remdesivir y se mostró que cuando es administrada en pacientes con enfermedad severa tiene un efecto protector moderado. Acorta el tiempo de hospitalización y parece bajar un poco la mortalidad. Eso que es una buena noticia, moderada, tiene otras implicancias porque los antivirales como el remdesivir normalmente en la práctica médica se dan a los pacientes cuando debutan con síntomas y no cuando están graves. Porque es mucho más fácil tratar un paciente que empieza a tener virus que tratar un paciente que tiene virus hace dos semanas. Se está evaluando el uso del remdesivir en un estado más temprano de la enfermedad y debemos estar atentos a los resultados porque puede ser importante.

-¿Se pueden comparar los estudios con remdesivir con los del plasma de convalecientes?

-El plasma de convaleciente es el líquido de la sangre que tiene las defensas contra el virus de los que ya tuvieron la enfermedad. Eso se le aplica a una persona que tiene el virus para que no empeore. Desde un punto de vista médico, en cualquier momento en que uno pueda bloquear la progresión del virus, vale la pena tratar de hacerlo. Cuanto antes se frene, es mejor, con la misma lógica del remdesivir. Hay estrategias para usar plasma de convaleciente cuando el paciente está muy grave o cuando está internado con neumonía. Nosotros tenemos una tercera estrategia de usarlo cuando el paciente tiene menos de dos días de síntomas. Todas estas ideas deben ser testeadas.

-¿Es ese el estudio que están por comenzar ahora?

-Sí. Cuando se termine de aprobar, vamos a evaluar si dar plasma de convalecientes muy temprano se consigue frenar la progresión de la enfermedad.

-¿Cómo se hará el estudio?

-Se convocará a pacientes mayores de 65 años que tengan síntomas muy tempranos de coronavirus confirmado, para participar -una vez que confirmemos el diagnóstico en los hospitales y sanatorios- en un estudio que compara el tratamiento actual del coronavirus -que es básicamente controlar los síntomas- contra el tratamiento actual más el plasma de convaleciente. El plasma de convaleciente se administra antes de los dos días del comienzo de los síntomas y se comparan las dos estrategias. La idea es ver si podemos detener el curso de la enfermedad al principio mediante un estudio científico formal.

-¿Cree que va a funcionar?

-Toda idea cuando uno la cuenta se ve atractiva, pero no siempre las ideas terminan funcionando. Nosotros creemos que es una idea que vale la pena testear, sabemos que solo sólo su evaluación nos va a decir si es una idea que funciona y si se puede implementar en la población. Sin esa prueba no hay manera de saber si sirve o no sirve. Tenemos buenos motivos biológicos y médicos para hacer el estudio, pero sin la prueba no se puede utilizar ni descartar. Ese estudio, solamente si funcionase, tiene una segunda parte que testearía simplificar el plasma de convaleciente concentrándolo en una inmunoglobulina que permita una inyección intramuscular de 5 mililitros, en vez de una inyección endovenosa que demora cuatro horas.

-¿De qué manera se puede colaborar con el estudio?

-Lo que se puede hacer para ayudar –si alguien estuvo infectado- es donar plasma para terminar este y otros estudios lo antes posible. Para realizar nuestro estudio -una vez aprobado- necesitamos 150 potenciales donantes previamente infectados que nos contacten. Luego, los mayores de 65 años que sospechan que tienen coronavirus y se atienden en el conurbano bonaerense o en las instituciones de salud participantes en Capital no se demoren y se contacten lo más temprano posible con los teléfonos indicados por sus proveedores de salud para someterse a la prueba. Desde allí, nosotros podemos presentarles los detalles y la gente decidir si quiere o no participar, en forma absolutamente libre.

-¿Existe la posibilidad de que haya una vacuna en el corto plazo?

-Hay vacunas que avanzan con programas acelerados debido a la crisis y que para finales de septiembre van a tener resultados definitivos. Por lo que se ve por los tres millones que se infectaron y se fueron a sus casas y no volvieron al hospital y lo que vemos en experimentos de laboratorio hecho en monos en China, parece bastante claro que el coronavirus no requiere una inmunidad demasiado sofisticada para bloquearlo. Es probable, aunque no seguro hasta que se vean los resultados, que alguna de las vacunas que están en vía de producirse funcione.

-¿Y cuándo estará accesible?

-El acceso a la vacuna va ser más difícil porque hay que escalar la producción para proveerla para el mundo entero: el día que se anuncie la vacuna no va a estar disponible en los vacunatorios de la provincia de Buenos Aires para recibir la dosis. No va a haber, habrá que esperar. Pero es esperable que desde allí a corto plazo vaya a mejorar la situación.

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