Fabián De Sousa: “Los medios los quería yo, no Cristóbal”

Para un libro de próxima aparición, Fontevecchia entrevistó al socio de Cristóbal López hace tres meses. Secretos de una sociedad. Deuda con la AFIP. Cristina. Hadad. Aprietes. Qué hicieron. —¿En C5N no se habla del…

domingo 26/11/2017 - 13:36
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Para un libro de próxima aparición, Fontevecchia entrevistó al socio de Cristóbal López hace tres meses. Secretos de una sociedad. Deuda con la AFIP. Cristina. Hadad. Aprietes. Qué hicieron.

—¿En C5N no se habla del Grupo Indalo?

—No, jamás. Siempre le pedí a nuestra gente que no usáramos ni un segundo de comunicación pública para defender nuestros intereses particulares.

—¿La compra de los medios no tuvo que ver con esa autocrítica que usted marca?

—Es lo que puede ver la sociedad en la pantalla. Creo que eso nos da un grado más de confianza. Si lo hubiera utilizado para defender mi posición de manera directa, o indirecta incluso, hubiese sido algo demasiado sectorial.

—Vuelvo con la pregunta inicial. Antes de comprar medios y después de tenerlos, ¿cambió su opinión respecto de la importancia que tienen como factor de influencia?

—No, creo que tienen un nivel de importancia en la construcción a largo plazo. De establecer un criterio, un modelo de vida. La clase dirigente aprendió que los medios no le arman tan fácil la agenda del día a día, de qué temas les deben preocupar. Pero sí sirven para construir una visión a largo plazo de qué país queremos, qué modelo elegimos.

—Aquella frase de Perón, “Con todos los medios en contra ganamos”, ¿también podría haberla dicho Cristina Kirchner cuando sacó el 54% en las elecciones de 2011?

—O en estas últimas, que sacó un 35% sin plata y sin medios. Lo que nosotros intentamos hacer en el proceso electoral de las PASO fue darle voz a la mayoría de los sectores opositores, incluido el Gobierno, aunque no lo aceptó. Por nuestros medios pasaron todos los que tenían algo para decir respecto a la sociedad, en acuerdo o en desacuerdo con las medidas del Gobierno.

—Entonces, ¿los medios no definen una elección en el corto plazo, pero sí pueden construir la cultura de una sociedad?

—Una cultura social de largo plazo tiene que ser un proceso de muy largo plazo. Y los medios, entendidos desde el punto de vista tecnológico, con la nueva realidad tecnológica. Yo podía pensar un modelo de medios de comunicación en 2010, pero en 2015 ya era otro muy distinto. No sólo desde la cultura, desde la tecnología se modifica la manera de comunicar. No tanto el contenido, como la forma que uno elige para llegar a la sociedad.

—La diferencia entre 2010 y hoy son las redes sociales y los teléfonos inteligentes. ¿Hoy los medios tienen menos poder que en 2010 porque les aparecieron competidores impensados?

—Hoy la construcción del contenido es mucho más horizontal. Hoy, con los medios electrónicos modernos, se arma una radio con tres personas. Con éxito además, si su responsable tiene la capacidad de construir contenido en serio y es una persona con trayectoria y respeto social. Hace 20 años, eso era imposible.

—¿Cambió el contexto porque hoy hay muchos más medios de comunicación de los que había cuando decidieron comprar?

—No compramos medios por una cuestión electoral, ni pensamos que tenerlos nos iba a dar un mayor nivel de importancia o de llegada. Nunca entendimos desde ese punto de vista los medios.

—¿Por qué los compraron?

—Los compramos, y muchas veces lo discutíamos con mi socio y gente que trabaja con nosotros, porque hay muchas cosas para comunicar y no encontrábamos el vehículo adecuado para lograrlo. Participé de muchos congresos donde se preguntaban, ¿qué es eso de la responsabilidad social empresaria? Y yo les decía: “Nosotros como empresarios tenemos una responsabilidad primaria, una responsabilidad social, que es ser creadores de valores”. La sociedad pone bajo nuestra responsabilidad distintos tipos de recursos: humanos, financieros, naturales, para que generemos valores, trabajo, riqueza, capacidad de mejorar la distribución de esa riqueza a través de los tributos. Yo pensaba: voy a los congresos y al final termino discutiendo si apoyamos a un jardín de infantes, si cuidamos una plaza o colaboramos con un jardín maternal. Lo pensaba como hijo de un pueblo olvidado, porque soy de Comodoro Rivadavia, un pueblo muy olvidado y con una riqueza muy grande. Hay chicos que se mueren en Rada Tilly, donde nací, 15 kilómetros al sur de la ciudad, porque no tienen un broncodilatador en el hospital público o en el sector privado. Y allí se producen 3 o 4 mil millones de dólares de riqueza por año. ¿Cómo puede ser que la responsabilidad del empresario sea ver si colaboramos con un club? Hay que asumir otra clase de responsabilidades. Recuerdo cuando empezamos, en 2007, 2008, hablaba con los periodistas y veía que no era nada fácil plantear esta discusión de cuáles son los roles que le tocan a cada uno para construir un país más justo.

—¿Los medios le interesaban a usted, no a Cristóbal López?

—Sí. Es verdad. No puedo echarle la culpa a él.

—Y él, ¿qué le dice?

—Me acompaña. Cristóbal es un batallador, me acompaña en cada uno de los procesos que llevamos adelante. Pero el impulso, la visión para estar en este lugar de los medios es más mío que de él. No debería decir esto, pero Cristóbal es más básico en algunos aspectos, él no tiene una visión de tan largo plazo.

—¿La “metafísica” a él le importa menos que a usted?

—Menos sí. El es más físico, digamos.

—¿Cómo se manifestaba esa diferencia entre ustedes?

—Cuando a él le decían tantas cosas, además de asumir su responsabilidad, parecía que tenía que mandar mil cartas documento, enojarse con todos, vivir enojado. Yo le proponía no verlo desde ese punto de vista y pensar más en construir una sociedad distinta. No teníamos que tener medios para contestarle a Fontevecchia, medios para contestarle tal cosa a tal persona. Yo quería tener medios para construir una sociedad distinta. Lo que vamos a dejar, si podemos hacer algo, es una sociedad diferente. “Acompañame, dale, que yo lidero el proceso”. Y él me acompañó. Entramos en el lugar bien difícil porque los medios de Daniel Hadad tenían una visión muy diferente, sus comunicadores tenían una visión muy diferente. Era difícil, hubo que hacer todo un proceso de organización. Era y es. Porque todos creen que estamos en los medios para tener relaciones con la política o con el poder, para defendernos y tener un paraguas para hacer macanas, o por egos personales. No es así: uno, lo que intenta, es tener una mirada propia. Mi familia es de clase media alta, mis abuelos eran ganaderos y mis padres, profesionales. Yo me cambiaba de ropa todos los días, pero el que no podía iba con el guardapolvo gastado y zapatillas Flecha. Pero todos íbamos al mismo colegio, y si mi mamá veía que no me corregían el cuaderno, golpeaba la puerta y la maestra ya sabía lo que se le venía: “¡Cómo es que a mi hijo no le corrigen nada hace diez días!”. Esa era la formación que mi mamá exigía para mí.

—¿Los medios de Hadad tenían una ideología opuesta a la suya?

—No sé si una ideología, porque los dos somos capitalistas. Acá no estamos discutiendo el modelo económico. No creo que el Estado pueda asignar o construir la riqueza, pero sí distribuirla bien. Uno siempre tiene que mirar cuál es el beneficiario final de lo que se hace. Una de las discusiones con Hadad era que él decía: “Si sos empresario, hagas lo que hagas, está bien”. Pero yo decía: “Seamos empresarios, sí, pero no es que haga lo que haga está bien”.

—¿Cree que es ésa una mirada de corto plazo?

—Sí, es una mirada de un vendedor de sus empresas. Construyo algo, lo vendo, no lo vendo, se cae, no se cae, le fue bien a la gente, no le fue bien. No creo que ése sea el rol del empresario. No discuto al empresario en sí; es más, creo que es fundamental en la sociedad. Ahora, ¿cuál termina siendo su rol?

—Hadad dice que lo obligaron a vender.

—Mire, yo le voy a contar una parte de la película que conozco, y que creo es la totalidad de la película. Cristóbal solamente me llamaba cuando aparecían cosas en los medios que lo molestaban, por lo general a la mañana, a la hora del desayuno. Un día me llama y me dice: “Che, mirá lo que pasó…”. Y yo le contesto: “Esperá Cristóbal, mandarle carta documento a éste, al otro y a aquél no sirve de nada, es una locura. No cuentes conmigo para acompañarte con eso. Vos tirás el título y a mí me toca la bajada, seguir a los abogados, los contradocumentos, y mañana estar enojado por todo lo que armó la carta documento. Vamos a entrar en un escenario que a mí no me interesa, y creo que a vos tampoco te sirve. Si querés, ayudame a construir un modelo de sociedad a largo plazo; no lo vamos a ver nosotros, pero sí nuestros hijos”. Cristóbal me dijo que sí, que estaba bien. El tenía relación con Gerardo Werthein y Ernesto Gutiérrez, que eran socios de Hadad con el 30% en C5N y el 50% en las radios: siempre lo llamaban para sentarse a la mesa y pedirle pauta publicitaria. C5N cobraba 500 mil dólares de pauta, por el negocio del juego. Un día hubo un encuentro de Daniel con Cristóbal, al que también habían ido Ernesto y Gerardo.

—¿Qué pruebas le podría dar a la sociedad de que los medios son de Cristóbal López y de usted?

—Mire, nosotros tenemos un grupo económico. Yo comencé con Cristóbal en 1998, en 2001 hicimos una operación de 76 millones de dólares por la venta de equipos de perforación, en 2001 creamos Oil M&S, en 2003 teníamos 2 mil trabajadores en esa empresa donde éramos socios en un 70/30%.

—¿Remarca 2003 porque en ese momento todavía no había asumido Néstor Kirchner?

—Kirchner asumió el 25 de mayo del 2003 y nosotros, entre el 2001 y 2004, en plena crisis de la Argentina y del sector petrolero que ya estaba saliendo, porque el petróleo había subido de 10 a 25 dólares, éramos muy agresivos en cada una de las actividades que desarrollábamos. Les dábamos trabajo a 2 mil personas. Venimos desarrollando negocios desde hace muchísimo tiempo.

—Esa era la diferencia que López marcaba con Lázaro Báez: que él era empresario antes de Kirchner.

—Yo no sé quién era Lázaro Báez porque no soy amigo y no lo conozco, sólo conozco la opinión publicada.

—Pero conoce bien a Cristóbal López.

—Sí, claro. Comencé a trabajar con él en 1998 y tres años después era su socio. Pero empecé como su empleado, Cristóbal tenía casino, servicios de recolección de residuos, servicios de transporte de carga de liquidez sólida, una compañía de perforación, una compañía de construcción. Un montón de actividades que desarrollaba como empresario. Nosotros desarrollamos todas nuestras actividades siendo los accionistas en un porcentaje de 70/30, incluidos los medios. Si yo hubiese sido un tercero, un prestanombre o si éste no fuese un activo mío, nunca le hubiese dedicado mi vida. Desde mayo de 2012, cuando hicimos el traslado, me hice cargo de esta empresa, pero no porque me mandó Cristina, que se fue el 10 de diciembre de 2015. Tengo más compromiso hoy, que tengo la difícil misión de desarrollar un medio de comunicación con las artes y las nuevas tecnologías que existen. De decir, “Ustedes son Cristina y Néstor” es algo ridículo. Mire, el 30% de esto es mío, lo lucho, lo remo todos los días. Ya hace un montón de tiempo que dedico mi trabajo, mi convicción y mi tiempo para que esto funcione. Veremos dentro de diez años. Porque yo le puedo explicar a la sociedad que sí, conozco a los Kirchner, tuve una relación con ellos, me gustan cosas que hicieron en su gobierno, así como no me gustan un montón de otras cosas. Pero mis actividades, mi activo económico, mi capacidad de construcción de riqueza, ha sido el compromiso personal de dos personas que se han puesto a trabajar.

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