El «no control» y lo que nunca sabremos sobre YPF

La renuncia del mendocino Gustavo Gutiérrez como síndico de YPF no resulta un dato menor, a pesar de que quedó marginado en la agenda informativa y política por otras informaciones de mayor popularidad en la…

miércoles 21/12/2016 - 15:25
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La renuncia del mendocino Gustavo Gutiérrez como síndico de YPF no resulta un dato menor, a pesar de que quedó marginado en la agenda informativa y política por otras informaciones de mayor popularidad en la prensa y la sociedad. El 26 de septiembre Elisa Carrió, líder de la Coalición Cívica a la que adscribe Gutiérrez, amenazó con desencadenar este momento, que finalmente se concretó dos meses y medio después con la aceptación de la renuncia.

ypf

La especial aliada de Mauricio Macri, que con sus críticas o respaldos se transforma en una figura crucial para el Gobierno, puso el eje de su advertencia en que se debía conocer la dimensión del vaciamiento operado sobre la sociedad anónima de mayoría estatal durante el kirchnerismo.

El rol del síndico es clave en la petrolera. Durante el gobierno de Carlos Menem lo ocupaba la esposa de Julio De Vido, Alessandra Minnicelli, en representación de la provincia de Santa Cruz, que gobernaba Néstor Kirchner.

Gutiérrez había sido nominado para un destino diplomático que la propia Carrió se apuró en bloquear, al señalarle que «nosotros estamos para los cargos de control».

Producida la renuncia de un cargo que comenzó a gestarse en mayo, cuando el programa «Tormenta de ideas» de MDZ Radio confirmó el rumor, de lo que deberíamos estar hablando ahora es no solo de las causas de la dimisión, sino de su reemplazante, Silvana Larrosa.

El periodista Pablo Icardi contó días atrás en MDZ de quién se trata la sucesora: es una ex funcionaria que ocupó cargos durante el kirchnerismo: fue síndico por parte del Estado en YPF cuando se aprobaron controvertidos convenios entre Repsol y Esquenazi y también fue nombrada por la ex presidenta Cristina Fernández en la Sindicatura General de la Nación.

Gutiérrez no se fue por sus altercados con su tocayo de apellido, Miguel Gutiérrez, el presidente de la empresa, ni nadie cree que haya sido por  «razones de estricta índole personal», como argumentó en su nota de renuncia.

En principio, su presencia en sitios públicos ha representado, siempre, una piedra en algunos zapatos. Le había dicho al programa «Queda mucho por decir» por MDZ Radio, que -entre lo poco que pudo ver, sin contar con equipos- encontró una «porosidad fuerte», porque en la «estructura de gerentes intermedios con altos sueldos que están vinculados con los sindicatos y gerentes disfrazados de empresarios».

Pero hoy da la idea de que hay un «realidad real» y otra virtual en la empresa; una en la que se juegan intereses de grandes empresarios, en la que pareciera que Repsol nunca se fue y en la que el «círculo rojo» manda, y otra, la simulada, que es la que ve el resto de la humanidad, incluyendo a los directores de provincias petroleras y cargos políticos.

Por allí no pasaría la «verdad verdadera» -siguiendo con las redundancias- de la compañía, sino se trataría de una actuación pour la gallerie, una fachada que esconde la sala, los momentos y los nombres que realmente «cortan el bacalao» hidrocarburífero.

Sin un verdadero control, nunca sabremos realmente quiénes controlan, qué objetivos reales tiene y hacia dónde va YPF.

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