Aranguren y Shell: un conflicto de intereses

No importa si el ministro de Energía posee una acción o el 0,00001% de las acciones de Shell, lo que importa es que siendo el máximo responsable del área energética del país, posea participaciones accionarias…

jueves 07/07/2016 - 8:59
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No importa si el ministro de Energía posee una acción o el 0,00001% de las acciones de Shell, lo que importa es que siendo el máximo responsable del área energética del país, posea participaciones accionarias en una empresa del sector. Salta a la vista la incompatibilidad. Es evidente el conflicto de interés. Esto lo sabe, lo entiende y hasta lo percibe cualquier ciudadano de a pie.

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Resulta llamativo la defensa que el Jefe de Gabinete ensaya justificando la presunta inexistencia de ese conflicto de interés fundado en la cantidad de acciones que el Sr. Aranguren posee. Y no es la cantidad, sino la calidad; o sea, nada impide que el ministro posea inversiones en acciones, lo que no puede es invertir en las empresas que operan, directa o indirectamente, en el sector que él regula.

Un ejecutivo de la altura moral del Sr. Aranguren, quien durante la década pasada ha dado sobrada muestra de su entereza como ejemplo para el resto de los ejecutivos y capitanes de la industria enfrentando el accionar patotero y de apriete del ex Secretario de Industria y de un Gobierno que lo enfrentó, sabe y conoce sobre las normas que rigen los códigos de ética de las empresas multinacionales, donde los altos ejecutivos debe evitar, por todos los medios, caer en situaciones de conflicto de interés y, en caso de conocerlas, deben denunciarlas de inmediato.

Las normas y principios que regulación la relación de agencia, o sea aquella relación donde una persona tiene la responsabilidad de gestionar recursos o bienes de otros (en nuestro caso un ministro o un director de empresa) fijan un principio básico y elemental: el agente debe evitar, siempre, incurrir en conflicto de interés’.

Y el conflicto de interés se define de manera muy simple: ser juez y parte’.

Claramente, si poseo acciones de empresas petroleras siendo yo quien tiene la responsabilidad de regularlas; o sea de controlar información sensible que hace a la actividad y el sector, estoy en una situación de privilegio que permite presumir, sospechar y confirmar la existencia de un serio conflicto de interés. Siendo juez y parte puedo correr con el riesgo de tomar decisiones de estado que me terminen beneficiando, ya sea en forma directa o indirecta. Siendo juez y parte puedo contar con información de privilegio que puede beneficiar a unos en detrimento de otros. Siendo juez y parte puedo controlar y dirigir el efecto de determinadas decisiones.

Entonces no se trata de cuantas acciones de Shell el Sr. Aranguren posee en su patrimonio, y no se trata de si esas acciones corresponden a tenencias poseídas como consecuencia de su anterior función como máximo responsable de esa empresa, sino de que en su condición de ex CEO de una petrolera no puede mantener esa inversión siendo, ahora, el máximo responsable del área y miembro del gabinete nacional. Si el argumento fuera la cantidad, entonces dará lo mismo que posea acciones de Shell, o pequeñas participaciones en el resto de las empresas del sector energético del país. Esa inversión es incompatible con la responsabilidad que hoy tiene.

Es verdad que las acciones en manos de Aranguren corresponden a la holding internacional con cotización en mercados del exterior y donde la sucursal Argentina sólo representa un fracción insignificante en el valor de cotización de la acción y nada de lo que decida Aranguren en nuestro país afectará seriamente el valor de mercado de Shell internacional, argumento que terminaría blindando, de alguna manera, el conflicto de interés. Pero lamentablemente en Argentina, con los escándalos que estamos viviendo en estos tiempos, debemos redoblar los esfuerzos por dar el ejemplo, según publica El Cronista.

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