A sus 67 años sigue trabajando porque la jubilación no alcanza: “Si no se vende, no se come”

Patricia sostiene, junto a su marido, la economía del hogar que integran también su nieta y tres bisnietos. Por el aumento constante de precios hay comidas que ya no puede costear: “Estamos viviendo el día a día, no podés comer ni un pedazo de carne”. Refuerza sus ingresos con la venta de ropa usada en la plaza Carlos Gardel, donde la Municipalidad intentó varias veces desalojar a los feriantes.

viernes 12/05/2023 - 21:34
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Urgidos por la situación económica apremiante que atraviesa la Argentina, vecinos del barrio 9 de Julio comenzaron a vender ropa usada y alimentos en la plaza Carlos Gardel los fines de semana.

Como en toda feria popular comenzaron siendo pocas personas, pero en cuestión de semanas el número se multiplicó y hoy en día promedian los 100 stands cada viernes, sábado y domingo.

A horas de comenzar un nuevo fin de semana de ventas, se encontraron con un desolador escenario: el paso a la plaza estaba bloqueado con ramas de gran porte y en el lugar habían arrojado estiércol en el césped, llenando el sector de un olor nauseabundo.

De igual modo, algunos feriantes montaron sus puestos y vendieron lo que pudieron, soportando las pésimas condiciones en las que el personal municipal había dejado la plaza con el argumento de estaba en mantenimiento.

La necesidad no espera. Quienes armaron sus stands comen con el dinero que hacen en el día con la venta de productos en la plaza. Tal es el caso de Patricia, una mujer de 67 años que todos los fines de semana llega caminando y coloca una sábana en el piso para exhibir la ropa usada que ofrece a un precio muy accesible.

Principalmente talles de niños y algunos accesorios para mujer, las prendas promedian los $300 pesos. Cada producto que vende significa un plato de comida en la mesa para el hogar que comparte con su marido, su nieta y tres bisnietos.

Estamos acá porque la situación está difícil para todos. Yo soy jubilada, pero no llego a fin de mes. Soy una persona con discapacidad y así tengo que venir a estar acá, porque no me queda otra”, comentó en diálogo con el programa Fuerte y al Medio.

Vengo acá para hacer una moneda para comer en el día, porque yo cobro la jubilación y a los dos días no tengo un peso porque pago todos mis servicios, y no queda para comer, ni para vestirme. Así que acá vengo para apechugar el día la comida. Con lo poco que hago, llevo el pan a la casa”, añadió.

Este viernes el INDEC dio a conocer el dato de que la inflación en abril marcó 8,4%. Uno de los rubros más afectados, como ya es costumbre, fue el de los alimentos. El incremento incesante de los precios torna inalcanzables algunos productos, sobretodo para quienes tienen ingresos que están por debajo de la línea de la pobreza. “Estamos viviendo el día a día, no podés comer ni un pedazo de carne. En casa se hacen muchos alimentos rendidores”.

«Estamos viviendo el día a día, no podés comer ni un pedazo de carne. En casa se hacen muchos alimentos rendidores»

Con los ojos llenos de lágrimas, Patricia cuenta que en varias ocasiones la comida escasea en la alacena y en la mesa no tienen nada para servirles a los niños. “Se te parte el corazón porque ellos no entienden la situación. Tienen hambre y quieren comer, pero a veces no hay ni para darles té con pan. Cuando se cobra, se hace pizza, milanesas si se puede, pero una vez al mes”.

PUEDEN QUEDAR SIN SU FUENTE

Como Patricia, hay otras 100 familias que engrosan sus ingresos o directamente sostienen sus hogares con la venta en la feria de la plaza Carlos Gardel, que ya lleva varios meses de funcionamiento y les ha permitido a sus participantes el llevar un plato de comida a la mesa.

Sin embargo, desde el inicio tuvo dificultades en cuanto a los controles de la Municipalidad y quejas de vecinos. “Decían que nos iban a reprimir, que nos iban a sacar todas las cosas”, detalló la vecina del barrio Centro.

“Hay mucha gente que no tiene trabajo y que viene a pelear acá al día a día y por ahí nos tratan mal, pero bueno, por lo menos la Policía no nos reprime, ellos dicen que se ponen en el lugar de nosotros”, indicó también, remarcando que lo que más se vende es la ropa usada y algunos alimentos.

Sobre el cierre de su relato, aun esperando que la gente se acerque a comprarle, dijo con cierta resignación: “Hasta ahora no ha pasado nada, pero bueno, voy a ver si hago un mango hoy, porque todavía no he hecho un peso. A esperar nomás”.

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