Volver a la vida como la conocíamos, entre la alegría, la incertidumbre y el estrés

De a poco se regresa a las oficinas, al gimnasio, a los paseos y a los viajes. A casi dos años del surgimiento del virus de COVID-19. Volver a la oficina, al gimnasio, a compartir…

sábado 09/10/2021 - 19:13
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De a poco se regresa a las oficinas, al gimnasio, a los paseos y a los viajes. A casi dos años del surgimiento del virus de COVID-19.

Volver a la oficina, al gimnasio, a compartir una comida con amigos; volver a pensar tal vez en un viaje familiar postergado o, simplemente, volver a salir y dar una vuelta a la plaza. Seguramente, a más de uno le pasó de sentirse raro frente tantos “volver”. Es que la pandemia del coronavirusno solo golpeó los sistemas de salud en el mundo, sino que modificó el imaginario socio cultural tal cual lo conocíamos.

A medida que las poblaciones de todo el mundo van completando los esquemas de vacunación, las sociedades vuelven llevar adelante rutinas que dejaron de lado en el último tiempo por el cierre de fronteras y los cuarentenas. En esta apertura, que no deja de ser un acontecimiento feliz, aparece de todos modos el estrés. Regresar a lo que dejamos de hacer, también nos puede estresar y generar ansiedad ¿Cómo nos afecta esto a la salud mental?, ¿nos estresamos más? ¿sentimos que no tenemos energía para nada?, ¿la incertidumbre lleva a tener malestar emocional?

Un estudio de la prestigiosa revista científica The Lancet investigó la prevalencia de diversas afecciones que afectan la salud mental en 204 naciones y territorios. América Latina, entre las regiones con mayor impacto. Investigadores de diferentes universidades y especialidades variadas llegaron a la conclusión que antes del año pasado, los trastornos mentales eran las principales causas de la carga mundial relacionada con la salud, y los trastornos depresivos y de ansiedad eran los principales contribuyentes a esta carga. El estudio reveló que América Latina es de las regiones más golpeadas a nivel global.

Hay una realidad y es que la salud mental de la población se vio afectada durante la pandemia de COVID-19. Las consultas online sobre ataques de pánico, estrés y depresión aumentaron de manera sustancial. “El estrés suele desembocar en enfermedades cardiovasculares, razón por la cual es importante gestionar las emociones y resetear este aspecto de la vida. El aislamiento, la muerte, la enfermedad y la obsesión con la limpieza promovió más estrés que nunca”, expresó a Infobae Gabriel Lapman, médico cardiólogo del Sanatorio Modelo de Caseros, autor del libro Reset.

“El cerebro interpreta que se está en constante peligro y, por lo tanto, envía mensajes al corazón y pulmones, genera un aumento de la actividad, taquicardia y de la respiración”, agrega.

En los Estados Unidos, el costo del estrés supera los 300 mil millones de dólares por disminución de productividad, costos en carpetas médicas y ausentismo. El 69 % de los trabajadores refiere un estrés significativo en su trabajo. Muchas veces, el estrés es visto como algo dañino o que tiene consecuencias en la salud, pero hay que recalcar que sin estrés tampoco se puede vivir. Hay un estrés que es normal o favorable: el estrés, que es fundamental para realizar ejercicios, reaccionar ante una emergencia, despertar día a día o llegar a tiempo a una reunión. En cambio, el distrés es el patológico, que es permanente y tiene una relación con diversas enfermedades.

“Los pacientes más positivos y menos estresados tienen más posibilidades de sanar que los estresados, simplemente, porque se enfocan en sanar y no en la patología en sí misma. La psiconeuroinmunología surgió en los años ´70,de la mano de George Salomon, y relaciona el pensamiento con el sistema inmunitario. Los pensamientos pueden crear situaciones reales o imaginarias que generan una catarata de secreción hormonal. La síntesis elevada de cortisol es una de ellas”, explica Lapman.

“Claramente, el distrés tiene una relación muy estrecha con las infecciones, especialmente, las oportunistas y con la evolución de otras patologías. El cortisol alto por tiempo sostenido durante el distrés se relaciona no solo con las infecciones, sino también con el depósito de grasa en el abdomen (la cual es inflamatoria y peligrosa), el debilitamiento de la piel y las uñas, y la caída del pelo, entre otros síntomas. También, con trastornos severos en el humor, comportamiento e insomnio”, sigue el médico.

Aquellos comportamientos “pre pandémicos”

La Licenciada Melisa Mirabet (MN. 65.390), psicóloga especialista en gestión emocional y alto rendimiento, directora de SEPSIAT, dice: “Después de todo este tiempo donde parece que la vida tuvo un ‘stop’ de lo que era nuestra rutina habitual, la mayoría de las personas están expectantes por volver a la vida como la llevaban antes del confinamiento estricto y estamos hablando de volver a nuestros comportamientos “prepandémicos” como volver al trabajo de manera presencial, utilizar el transporte público o retomar actividades sociales, entre otros”.

Así como las autoridades trabajan en que la reapertura sea confiable, “cada persona debe trabajar, de manera individual, para que dicha transición sea vivida de forma asertiva, segura y no conlleve distintas emociones como la ansiedad o sentirse abrumados”, recomienda la especialista.

“Claramente la salud mental fue una de las más afectadas por la pandemia del COVID. El encierro, el aislamiento social, la incertidumbre han incrementado los síntomas de ansiedad, de angustia, los trastornos alimentarios, etc. El virus por coronavirus nos subió a una montaña rusa de estados anímicos: miedos, esperanzas, estados de alerta, etc. Y luego de casi dos años de claustro, de repente las restricciones se desvanecen y aparece la tan deseada “libertad”, explica la Licenciada Mara Fernández, psicóloga especialista en TCA (M.N. 36031)

¿Podemos disfrutar de ser libres plenamente? “La posibilidad de sociabilizar de manera real puede generar miedo acerca de lo que sucederá una vez que las reglas se relajan. Sin embargo, tener todo un abanico de sentimientos es completamente lógico y esperable. Emociones como: miedo, aprensión, confusión, agitación y enojo son respuestas normales a una situación incierta y que cambia vertiginosamente. Es normal sentirse estresado, triste o preocupado. Sin embargo, se debe tener en cuenta que no existe una forma correcta de sobrellevar la situación y cada persona lidia con el estrés de diferente manera”, agrega Fernández.

Si hablamos de emociones, la alegría y la esperanza, sin dudas, son las que más comienzan a percibirse. Sin embargo,la incertidumbre, el miedo y la tristeza de muchas personas que perdieron sus familiares son también emociones que vamos a encontrar al volver a entornos públicos, incluso podemos hacer un hincapié especial a la ansiedad social por tener que volver a exponernos después tanto tiempo de haber estado compartiendo con nuestro círculo íntimo”, dice Mirabet

Toda esta readaptación, si bien conlleva entusiasmo, puede también repercutir de manera desfavorable en nuestra salud mental, ya sea porque surgen nuevas fuentes de estrés o bien tengamos que hacer frente a viejos factores de estrés con los que no hemos tenido que lidiar en más de un año, (como estar día a día con compañeros de trabajo si no tenemos buena relación). Mirabet propone entonces algunas sugerencias para reducir el estrés que conlleva el regreso:

• Validar nuestras emociones y las de los demás: es decir, no emitir juicio por las emociones que nos acompañan. Muchas personas pueden estar felices por las reaperturas y muchas otras pueden estar atravesando el duelo por la pérdida de sus seres queridos y sentir una profunda tristeza, por lo tanto, es importante acompañar cómo cada uno se siente, sin obligar a nadie a tener que sentirse de otro modo.

• Respetar decisiones personales: si algún amigo o nosotros mismos aún no nos sentimos del todo a gusto con alguna actividad porque nos genera inseguridad o malestar, higieniza el espacio, utiliza tapabocas en lugares abiertos, o prefiere lugares con ventilación, hay que poder acompañar sin juicio quitando presiones de tener que cumplir socialmente pero que nos hacen sentir incómodos. Evitemos frases como “no pasa nada, no seas exagerado”.

• Reducir la fatiga por exposición: quizás muchas personas observan que cuesta alcanzar el rendimiento cognitivo o corporal que tenían antes, ya sea porque cuesta concentrarse o el cuerpo tienda a agotarse más rápido. Por lo tanto, es importante ir de a poco, cuidando el descanso y la alimentación.

Mientras el COVID-19 sigue desarrollándose y cambiando, es posible que las personas experimenten altibajos a medida que se vayan sumergiendo en la “nueva normalidad”. “Es importante respetar los espacios personales, tomarse un tiempo pero, sobre todo, darse el permiso para sentir emociones, sean negativas o positivas, y así poder reducir la ansiedad. Desempeñar una nueva dinámica diaria, mantener una red de apoyo que puede incluir familiares y amigos, puede ayudar a experimentar sensaciones de bienestar y prepararnos para la siguiente etapa”, dice Fernández.

Resiliencia como clave

El tratamiento del estrés se enfoca en tres aspectos: médico, psicológico y filosófico. “Todo dependerá de la cantidad de estresores a los que uno se exponga. Si se está muy estresado, el próximo estresor será la gota que rebase el vaso. Hay que aprende a utilizar una palabra muy sencilla: ´no´. Si se está agotado, no sumar más actividades que saturen la mente y el cuerpo, sino relajarse. Tomar 15 minutos diarios para desarrollar un tiempo personal, para pensar, meditar, escribir y agradecer, y, de a poco, eliminar los hábitos nocivos. Muchas personas en estado de distrés crónico caen en sustancias tóxicas y terminan empeorando el cuadro”, explica Lapman.

“Las personas tenemos la capacidad de resiliencia, de adaptarnos a nuevas situaciones, y si no lo logramos lo importante es poder registrarlo y solicitar ayuda profesional”, dice por su parte Fernández.

Adaptarse, ser resiliente. De eso se trata el período de pandemia y la salida del mismo. Mirabet cierra: “Los seres humanos tenemos la capacidad de adaptarnos y flexibilizarnos a los contextos que nos rodean y así como nos amigamos con las nuevas rutinas durante la pandemia e incluso algunas llegaron a gustarnos más, ahora nuevamente nos implica cambiar, apostando a nuestra capacidad de resiliencia para construir una nueva normalidad que nos sea placentera agradable y nos permita cuidar nuestra salud física y mental”.

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