Vizzotti admitió que: «Es una catástrofe lo que está sucediendo»

Tras una semana en la que hubo récord de muertes por covid-19, la Ministro explicó por qué no se cerró en Semana Santa y la suspensión de la presencialidad de las escuelas. En una entrevista…

domingo 25/04/2021 - 11:55
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Tras una semana en la que hubo récord de muertes por covid-19, la Ministro explicó por qué no se cerró en Semana Santa y la suspensión de la presencialidad de las escuelas.

En una entrevista con diario Perfil, la titular de la cartera sanitaria nacional se refirió a varios cuestionamientos en medio del peor momento de la pandemia.

Perfil: Medicinas prepagas muy prestigiosas dicen que ya existen escenas de pacientes sin cama atendidos en pasillos y en sillas. ¿Es así?

—Es un momento de mucha tensión del sistema de salud. Eso no es infrecuente en invierno, cuando aumenta el pico de enfermedades respiratorias. Lo que venimos diciendo y nos viene preocupando es que suceda que el sistema de salud no pueda dar respuesta. El sistema privado tiene diferentes escalas de clínicas en función de derivación. También hay otros subsectores que pueden dar respuesta. No quiere decir que se haya desbordado el sistema de salud. Pero, sin lugar a dudas, en las clínicas privadas de primera derivación, la demanda y la internación son muy altas. Hay dificultades, tensión y también mucha espera. El sistema de salud tiene que gestionar las derivaciones y seguir prestando cuidado a la población. Por eso necesitamos disminuir la transmisión, la circulación de personas. Para que ese aumento tan acelerado del número de casos que se traduce en el requerimiento de internación y secundariamente de terapia intensiva se enlentezca.

Se hacen muchísimos más tests que el año anterior. ¿Es más importante la cantidad de casos o la ocupación de terapia intensiva?

—Es bien importante la aclaración. La expansión de testeos, la posibilidad de testear no solo con PCR sino con los kits argentinos, que llevan isotérmicos, y el antígeno que permite testear en territorio, hacen que Argentina haya aumentado muchísimo su capacidad de testeo. Una proporción importante de los casos es más leve con relación al año pasado. El aumento de casos siempre se termina traduciendo en un aumento de las internaciones y de la ocupación de terapias intensivas. El indicador más específico de la gravedad es la internación y la ocupación de terapia intensiva, y eso también está aumentando. No solo aumentan los casos positivos por el testeo.

Se dice que los jóvenes son los más contagiados pero necesitan menos terapia intensiva. Aunque los terapistas afirman que las personas de más edad permanecen un promedio de diez días, mientras que los más jóvenes pueden estar un mes resistiendo en terapia intensiva. ¿Una cosa equilibra la otra?

—En medicina nunca dos más dos es cuatro. En epidemiología siempre es mucho más complejo. Si bien las personas jóvenes y sanas tienen menos posibilidades de tener la enfermedad de manera grave, esa posibilidad no es cero. A medida que aumenta el número absoluto de casos, aumenta el número absoluto de personas jóvenes hospitalizadas y graves. En el caso de cursar una enfermedad grave y requerir terapia intensiva y asistencia respiratoria mecánica, como las reacciones inflamatorias se producen en una persona joven, su organismo genera esa reacción, que generalmente es más robusta que en personas más añosas. Eso hace que su cuadro pueda ser más grave y duradero. No es ni una cosa ni la otra, sino las dos.

Si no quedan más camas, si la situación es de extrema gravedad, ¿es lógico esperar que a partir del 1º de mayo no solamente continúen las restricciones sino que se vuelvan más severas?

—Lo que logramos el año pasado fue que nuestro sistema de salud brinde respuesta. Es un logro que no valoramos lo suficiente. Fue una curva con un número muy importante de casos, pero distribuida en más tiempo. Lo que está pasando ahora es que esa curva es muy empinada, vertical. Eso es lo que pone en riesgo de desborde al sistema de salud. Todavía no sucedió. Está en muchísima tensión y se generan acciones para reprogramar cirugías no urgentes y ampliar las camas de terapia intensiva. La provincia de Buenos Aires amplió 250 camas, la Ciudad de Buenos Aires también amplía, tanto en el sector público como en el privado. Lo mismo todas las provincias. Se continúa ampliando, pero siempre hay un límite. Si no bajamos la transmisión, el sistema de salud se desbordará. Las medidas que se toman son sobre infecciones de hace dos semanas. Tenemos que ver esta semana cómo transcurren los casos en función de las medidas. Insistir a la población que salga lo necesario e indispensable. Cuanto menos circulemos, menos riesgo habrá. Si baja la circulación, se tenderá a disminuir la tensión del sistema de salud y necesitaremos menor cantidad de restricciones.

En una escala del 1 al 10, ¿qué posibilidades hay de que se continúen las restricciones?

—Aprendimos que no depende de un solo factor. Depende de la medida en sí misma, del empoderamiento de las jurisdicciones y del control, y de que la sociedad se empodere también. En función de cómo nos vaya estos días podremos profundizar más o menos.

¿Las cartas no están echadas?

—Exactamente.

¿Los pronósticos indican que el pico más alto sería en la segunda quincena de mayo?

—Las temperaturas frías favorecen la transmisión del virus. Facilitan las situaciones en espacios cerrados y sin ventilación. Mayo, junio y julio son momentos de más riesgo. Lo vimos en el hemisferio norte, lo vimos en Argentina el año pasado. No se puede decir cuándo será el pico. Se intentarán todas las medidas y acciones lo menos traumáticas posibles desde lo social, económico y emocional para seguir priorizando la salud y atrasar lo más posible el pico.

El año pasado se planteaba así: se esperaba el pico en un momento y llegaba luego…

—Era el planteo de ustedes, los medios.

Desde el Estado se intentaba atrasar el pico y aumentar la cantidad de respiradores y unidades de terapia intensiva. Cuando se toman medidas anticipadamente, también se atrasa el pico y se termina en una cuarentena mucho más larga. ¿Cómo se resuelve el conflicto?

—Es un juego de palabras sobre cuándo será el pico. El punto es que depende de nosotros. Así lograremos no necesitar medidas más estrictas porque nos organizamos, entendemos, volvemos a percibir el riesgo que habíamos perdido en el verano. Pensamos que no nos iba a tocar lo que le pasó a todo el mundo. Si podemos trabajar para eso, serán menos necesarias las medidas estrictas.

Siempre existirá un pico.

—Siempre habrá un momento de mayor número de casos. Intentaremos que sea lo menos alto posible y lo más desarrollado en el tiempo. Necesitamos que el sistema de salud pueda dar respuesta. Ahora también estamos con la campaña de vacunación. Vacunando a las personas con más riesgo de tener complicaciones y fallecer es más factible que la mortalidad baje. Pero también están estas nuevas variantes, más transmisibles y letales, que afectan a personas jóvenes. Eso complica más. Es un factor nuevo. Se debe erradicar la idea de que si uno es joven, por lo tanto no le pasará nada Estamos viendo personas jóvenes internadas en terapia, porque disminuye en los mayores de 60 por la vacuna y por sus cuidados, y por estas nuevas variantes. No es que si tomamos medidas se soluciona el problema. Es mucho más complejo el engranaje para que tenga impacto en los casos y muertes.

Hay un algoritmo que se llama “alerta brote temprano 148” que el 15 de marzo pronosticó que se venía la segunda ola. Sin embargo, las restricciones se realizaron después de Semana Santa. En el centro de testeo de Costa Salguero inmediatamente después de Semana Santa saltó de 4% de tests positivos a 12%. ¿Por qué se prefirió no herir al turismo con el riesgo de que después se tuvieran que cerrar las escuelas?

—Nunca fue la comparación. El 148 registra los llamados telefónicos con relación a personas con síntomas. Puede predecir una tendencia. No es que se sabe lo que sucederá más adelante. En cada momento depende de muchas acciones. El Presidente hizo una cadena nacional y empezamos a alertar sobre el aumento de los casos, de la circulación viral en todo el país a expensas principalmente del AMBA, el epicentro de la pandemia en este momento. Se desestimó el 57% de reservas de viajes al exterior. En los viajes internos de Semana Santa, la disminución de las reservas bajó también un 50%. Se trabajó muy fuerte con los protocolos, aun sabiendo que la movilización de personas genera riesgo. En ese momento no había un aumento tan acelerado como después. Inmediatamente se tomaron las acciones. No es que no se priorizan las escuelas. Las escuelas movilizan un número muy importante de personas con la educación presencial. Generan, en el contexto de una transmisión comunitaria tan alta, un riesgo colectivo que trasciende el riesgo individual de una persona yendo al aula.

¿Cómo se toma la decisión frente al dilema de cerrar las escuelas o comercios y servicios abiertos hasta las 20?

—Vemos no solo la actividad sino muchos otros factores. La cantidad de personas que moviliza un comercio, que vayan los dueños a un lugar puntual, es mucho menor que la de la clase presencial. Es lo que se intentó explicar todo este tiempo hablando del riesgo individual y colectivo y hablando también de la circulación en momentos de intensidad de transmisión comunitaria y circulación viral. En los últimos días el aumento exponencial hace que la circulación viral sea muy grande con una circulación de personas intensa. De todas las actividades, la que más personas moviliza es la escolaridad. Luego del momento del aula se genera también mucha actividad informal, que es el foco de los contagios. Se tomaron medidas intensivas, focalizadas y transitorias. Es importante decir que el AMBA no es todo el país. En la mayoría del país las clases son presenciales. En algunos departamentos se definió interrumpirlas también por períodos transitorios. Esas actividades, junto con la nocturnidad y las reuniones sociales en lugares cerrados donde uno tiene mucha confianza con la otra persona. Allí bajan las defensas sobre las recomendaciones de prevención. Son momentos de riesgo. Se limitaron las actividades que generan más riesgo.

¿La vida comercial de 6 a 20 moviliza menos gente que los colegios?

—Sin lugar a dudas. Otro eje es la economía. El objetivo de estas medidas es disminuir la circulación de personas y sostener la virtualidad en las clases, no es que desaparezcan los casos. No es que nosotros el 30 de abril digamos que como hay 20mil/25mil casos, seguiremos igual todo el año. No es la misma lógica que en 2020. No se trata de esperar que bajen los casos. El objetivo es atrasar la velocidad de contagios y de ingresos de personas en terapia intensiva. Se habló de la cuarentena más larga del mundo. Pero el único lugar que estuvo en ASPO todo el tiempo fue el AMBA. A partir de mayo, junio, se fueron autorizando un número importante de actividades. No hubo restricción de la circulación. Había actividades restringidas en el mundo. Todavía lo están. Me parece importante derribar ese mito. La circulación de AMBA desde junio en adelante fue muy importante.

¿Tendremos medio año sin clases presenciales?

—El invierno, mayo, junio y julio, sobre todo este mes que viene, será determinante en la evolución de la pandemia. No depende solamente de las medidas del Estado nacional, que tiene el interés prioritario de preservar la salud y acompañar desde lo económico y lo social en un momento crítico. Dependerá realmente de que podamos transmitirlo. Los medios tienen un rol clave. También es clave articular con las jurisdicciones y con la sociedad. Esperamos poder volver a un reinicio escalonado de la actividad presencial. Trabajamos con Unicef, con la Sociedad de Pediatría, con el Ministerio de Educación. Queremos que la sociedad se empodere como parte de un círculo virtuoso para que podamos sostener la presencialidad.

¿Cómo se explican los números presentados por el jefe de Gobierno de la Ciudad acerca de que no aumentó el transporte en la ciudad? ¿Cómo se supera ese conflicto epistémico?

—Tenemos los datos del Ministerio de Transporte de la Nación. Desde el inicio de la presencialidad en las escuelas aumentó un 25% el uso de transporte público en el AMBA.

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