Viven en un colectivo luego de ser víctimas de la inseguridad

La familia de Luis Puig, un mecánico de 43 años, se debió marchar de la extensión del barrio 30 de Octubre tras sufrir varios robos y situaciones de violencia. “Es terrorífica la inseguridad que hay…

lunes 18/04/2011 - 10:00
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La familia de Luis Puig, un mecánico de 43 años, se debió marchar de la extensión del barrio 30 de Octubre tras sufrir varios robos y situaciones de violencia. “Es terrorífica la inseguridad que hay en ese asentamiento”, denunció. Junto a su mujer y sus tres hijos viven hace cuatro meses en la calle, a bordo de un viejo colectivo modelo 63.

Luis Puig, tiene 43 años, es mecánico vial, y también sufre diabetes, por eso ninguna empresa lo quiere tomar y se gana la vida haciendo “changas”. Tiene tres hijos, de 11, 14 y 21. Viven todos en un colectivo modelo 1963, sin motor y en desuso que compró en un corralón y lo acondicionó como casilla rodante. Su mujer lo ayuda, trabaja en una vivienda de Rada Tilly cuidando niños y su hijo más grande también, aportando todo su sueldo para la olla.

Luis trabaja en el sur del país desde hace 20 años. Fue y volvió de su tierra natal, Santiago del Estero. Con o sin trabajo, le apostó a Comodoro Rivadavia. Hace cuatro años trajo a su familia y se asentó en  la extensión del barrio 30 de Octubre. Sin embrago, la palabra usurpar, no le gusta, porque dice que no lo criaron así. Por esa razón, en el intento de tratar de regularizar con entes municipales la situación de muchos ocupantes del sector, como referente de los vecinos, sufrió varios robos y ataques.

Uno de ellos casi le costó la vida. Una mañana cuando iba a trabajar, lo asaltaron y le pegaron con un fierro en la cabeza, lo que le dejó una secuela de siete centímetros de sutura en la frente y un mal recuerdo de por vida. Durante veinte días estuvo internado en el Hospital Regional.

Huir del terror

Robos contra su propiedad y situaciones de violencia que debió enfrentar, como intentos de atropello con vehículos, lo llevaron a tomar la determinación de marcharse del lugar a causa de la inseguridad a la que estaba expuesta él y su familia.

Tomó su colectivo 1963 que dice compró en un corralón del barrio 13 de Diciembre y se mudó allí con su familia. Lo estacionó en la calle Corcoy al 100 del barrio Industrial y ahí vive desde hace cuatro meses.

Trabaja en changas y tira. Su hijo mayor que labura en una empresa de distribución lo ayuda con todo lo que gana. Mientras, su mujer se especializó en gestoría del automotor, pero ahora cuida chicos. “Queremos progresar”, le aclara a Diario Patagónico, pero se encuentra en una situación en la que el no quiso estar. “Yo estaba acostumbrado a tener mi casa”, suspira.

“Yo vivía en el asentamiento -de la extensión del 30 de Octubre-, pero por la inseguridad me fui, es terrorífico”, asegura. En el lugar, “se había sacado a los VIP con un trabajo en conjunto con la comisaría Quinta y Tierras de la Municipalidad”, pero ahora la situación es otra. Sostiene que volvieron a instalarse los lugares donde se ejerce la prostitución y otros donde existe la venta de bebidas alcohólicas. “La gente vieja se tuvo que ir”, relata con respecto a los primeros habitantes.

El dice que se mudó para evitar más situaciones de violencia. Se llevó solo el colectivo en donde ahora habita con su familia. Se instaló en el barrio Industrial, le pidió permiso a un vecino del sector y ahí vive. Les pasa la luz otro vecino y como pueden trata de sobrevivir, apretados los cinco.

Luis no le pide nada a las autoridades, aunque quiere un terreno para construir. “Si me dan un terreno, yo lo pago. Un alquiler de 2 mil pesos no puedo pagar”, manifiesta.

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