
Hace casi dos semanas, integrantes de la colonia de gatitos del barrio Rodríguez Peña encontraron a una de sus gatitas con una lesión severa en el costado, a la altura de las costillas. El mismo día fue trasladada de inmediato a una clínica veterinaria, donde tuvo que ser intervenida quirúrgicamente de urgencia.
El diagnóstico del profesional a cargo fue contundente: la gatita había recibido un fuerte golpe, posiblemente una patada, que le provocó una contusión interna grave. El hecho no dejó dudas de que se trató de un acto de violencia intencional.
La víctima, llamada Carita, es una de las tantas gatas que integran esta colonia gestionada por vecinos del barrio, quienes desde hace años se encargan de su cuidado, castración, vacunación y desparasitación. Todos los animales están bajo control y no representan ningún riesgo ni molestia para la comunidad.
Gracias a la rápida acción de sus cuidadores, Carita fue atendida a tiempo y ya se encuentra en proceso de recuperación. El costo total de la cirugía fue afrontado por uno de los vecinos responsables del grupo.
Desde la colonia expresaron su profunda preocupación e indignación, y llamaron a reflexionar como sociedad ante este tipo de actos que muchas veces pasan desapercibidos o quedan impunes.
“No se trata solo de un animal herido. Se trata de lo que estamos dispuestos a tolerar como comunidad. El maltrato animal no puede ni debe naturalizarse”, expresaron desde el grupo.