Un debate sobre la identidad

Hace ya varios meses que Alberto Fernández plantea en privado un debate que genera irritación en el kirchnerismo. El 25 de mayo de 2023 se cumplirán veinte años desde la llegada de Néstor Kirchner al…

lunes 10/10/2022 - 11:14
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Hace ya varios meses que Alberto Fernández plantea en privado un debate que genera irritación en el kirchnerismo. El 25 de mayo de 2023 se cumplirán veinte años desde la llegada de Néstor Kirchner al poder. El Presidente dice que el ciclo que se inició en 2003 está agotado y que es momento de discutir hacia dónde debe ir el peronismo en los tiempos que vendrán. Habla de renovación de nombres, de desgaste y de nuevas demandas de la sociedad.

Fernández puso el tema sobre la mesa hace menos de un mes, el 14 de Septiembre, durante una cena que compartió con diputados del Frente de Todos que se reúnen desde hace tiempo en estricta reserva y en diferentes locaciones, bajo un nombre maradoneano: la Diego Armando. El Presidente estuvo esa noche -según publica Letra P– acompañado por el jefe de Gabinete, Juan Manzur, que por la tarde había concurrido a dar su informe ante la Cámara baja. Ambos recibieron la invitación a través de diferentes interlocutores.

El colectivo está integrado por un puñado de cerca de 15 legisladores – todos hombres – de las distintas corrientes del oficialismo. Conviven allí quienes responden a los gobernadores, otros más cercanos al Presidente, massistas y cristinistas puros. Hasta ahora, no se había filtrado el contenido de ninguna de sus charlas. Pero los comentarios de Fernández durante aquella cena llegaron a oídos de Máximo Kirchner, vía un diputado kirchnerista de la provincia de Buenos Aires, que interpretó en las palabras del Presidente la voluntad de jubilar a Cristina Fernández de Kirchner y al corazón de la identidad kirchnerista.

Enterado del cuento, Kirchner respondió dos semanas después. “Para algunos 20 años es el fin de un proceso político, para Lula quizá es el comienzo de uno nuevo”, dijo sobre Luis Inácio Da Silva el 1 de Octubre, en el acto que se celebró en Morón, un día antes de las elecciones de Brasil. En el entorno de Fernández se sorprendieron. Dicen que el Presidente ya planteó lo mismo infinidad de veces, tanto en público como en privado, y descartaron que fuera una novedad. 

Las interpretaciones sobres los dichos de Fernández fueron diversas. El Presidente utilizó la palabra “desgaste” y planteó la necesidad de dar debates internos. Citó a Antonio Cafiero y dijo que “cuando las sociedades cambian, la política tiene que cambiar”. No habló de su posible búsqueda de una reelección, pero defendió el sistema de primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO), que el kirchnerismo ahora buscaría derogar. Afirmó que el Frente de Todos (FdT) es “mucho más amplio que cuatro personas”, y que toda la dirigencia, Cristina, Sergio Massa y él, gobernadores, intendentes, el sindicalismo y los movimientos sociales tiene derecho a dar el debate para definir candidaturas.

Para uno de los comensales, el planteo “fue sutil», aunque Fernández pudo haber planteado que el kirchnerismo debe “aggiornarse” en lugar de hablar de desgaste, la palabra que irritó. La diferencia no es menor. A oídos de Kirchner llegó, por otro lado, que el Presidente también ensaya sobre la necesidad de que el FdT abandone su discurso de centroizquierda kirchnerista para correrse hacia el centro, a tono con los tiempos que corren en un mundo donde se fortalecen las derechas. Una idea de fin de ciclo.

Según se pudo reconstruir, si lo hizo, no fue en el marco de esa cena. «No es un tema ideológico, tiene que ver con las demandas de la sociedad», dicen cerca del Presidente. Aunque es cierto que Fernández plantea desde hace tiempo que Argentina necesita “una renovación de ideas” y que las fórmulas de hace 20 años ya no contienen al electorado. Como publicó este portal a fines de agosto, el mandatario habla de la necesidad de renovación desde hace meses e incluso alguna vez utilizó la pintura de las dos décadas para decir que en 2023 estaría dispuesto a darle su apoyo al dirigente que pudiera expresar esa nueva etapa de un peronismo más moderno. Con eso, se correría a sí mismo de la carrera por otro mandato. Pero también la deja en boxes a Cristina. 

El ejemplo de Lula le viene como anillo al dedo en el proceso de crisis de identidad que plantea. Es probable que Lula vuelva a ser presidente de Brasil, pero Fernández afirma que el mundo ya no es el mismo que hace dos décadas y el kirchnerismo debe asimilarlo. Ni el brasileño podrá gobernar con una mirada de centroizquierda ni los otros líderes progresistas de la región, como Gustavo Petro, en Colombia, o Gabriel Boric, en Chile pudieron escapar a los nuevos vientos. El primero hizo un guiño a los mercados con la designación del liberal José Antonio Campos como ministro de Economía. El trasandino levanta la bandera del equilibrio fiscal y marca distancia de Venezuela. En la Quinta de Olivos resaltan que son «todos gobiernos fiscalistas, con una agenda social que va por un carril progresista».

Lula ya mostró su desplazamiento con la alianza con el conservador Geraldo Alckmin y se especula con que podría nombrar en Economía al exbanquero Henrique Meirelles. El mismo Lula había implementado políticas ortodoxas en lo monetario y fiscal cuando fue presidente y gobernó con altas tasas de interés y superávit. Aun así, sacó de la pobreza a 30 millones de brasileños. Por eso tiene la simpatía de Massa, que en su oficina de avenida del Libertador tiene dos fotos con el brasileño, a quien admira por esa disciplina económica con inclusión social. Nestorismo 100%.

El ministro de Economía no sale del libreto del reordenamiento: superávit comercial, fortalecimiento de reservas, equilibrio fiscal y desarrollo con inclusión. Y mira encuestas que marcan que la sociedad avala esas ideas. Orden, ajuste y esperanza van de la mano, pese al mal momento actual. Fernández se siente reivindicado. Dice que las ideas de Massa son las mismas que él buscó implementar desde que llegó al Gobierno, que Cristina resistió hasta que vio el abismo, con la traumática salida de Martín Guzmán y que terminó apoyando a la fuerza, a pesar de sus políticas ortodoxas. En la hipótesis de algunos dirigentes que hablan con Fernández está, incluso, la idea de que el Presidente pone sobre la mesa la idea del fin de ciclo para darle en 2023 su apoyo a Massa, la opción que representaría al peronismo de centro al que le tocaría el turno.

En el massismo no quieren ni escuchar la idea. El titular de Hacienda hace saber que está ciento por ciento enfocado en resolver los problemas económicos y no piensa en la política ni en candidaturas. Pero además no cree que le convenga ser el elegido de Fernández, si eso implicara una disputa con la vicepresidenta. En el cristinismo hay quienes todavía insisten con una eventual candidatura de la vicepresidenta. Pero dirigentes que conversaron con ella en las últimas semanas la ven lejos de esa posibilidad, con preocupaciones enfocadas en el ámbito personal y familiar.

Por lo pronto, Massa quiere correrse de la línea de fuego que volvió a abrirse entre el cristinismo y Fernández, que tuvieron una tregua a fines de agosto cuando el alegato del fiscal Diego Luciani encolumnó a todo el FdT y generó sensación de unidad. Todo se rompió después del atentado contra Cristina, las diferencias sobre el rumbo el Gobierno que se mantienen y la discusión sobre la eventual suspensión de las PASO. El Presidente y la vice no volvieron a hablar. La relación con Kirchner es aun peor: no dialogan desde el año pasado. 

La interna volverá a quedar expuesta con la multiplicidad de actos previstos para el Día de Lealtad y quedó a la vista, por ejemplo, con las discusiones en torno al operativo de las fuerzas federales en Villa Mascardi, que terminaron con la renuncia de la ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, que marcó fuertes críticas al ministro Aníbal Fernández, alineado con el Presidente. A Gómez Alcorta se sumaron otras voces del oficialismo cercanas a Cristina.

Al cristinismo se le sumó, en las últimas horas, otro dolor de cabeza con la brutal represión de la policía bonaerense en la cancha de Gimnasia y Esgrima de La Plata, que dejó en la mira a Sergio Berni. La Cámpora salió a repudiar el accionar policial y el ministro de Desarrollo de la Comunidad, Andrés Larroque, le dio retuit a las declaraciones de un periodista tripero que criticó los dichos de Berni. El ministro tiene “por ahora” el respaldo del gobernador Axel Kicillof. En la Casa Rosada se desligaron completamente de lo que señalaron como un “problema de Axel”, a quien le expresaron en infinidad de oportunidades señalamientos sobre la gestión del ministro. Berni nunca ahorró críticas hacia el Presidente y hasta dijo en algún momento que había abandonado el kirchnerismo. Después de varios meses de distancia, con Cristina volvió a verse en el Senado después del intento de magnicidio.

Mientras, Fernández se abocará el fin de semana a definir a la reemplazante de Gómez Alcorta. El anuncio se hará el lunes, junto con “otros cambios” en el gabinete que ya están definidos. Uno es el del ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, que volverá a la intendencia de Hurlingham. En lugar de Gómez Alcorta se especula con el nombramiento de María Cristina Perceval, secretaria de Políticas de Igualdad y Diversidad del mismo Ministerio, cercana a Cristina. En las últimas horas, sobre la mesa presidencial también se barajó otro nombre, el de la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, según confirmó una fuente con acceso a Fernández a este portal. Cristina lo verá desde Santa Cruz, donde estará todo el fin de semana largo.

En lugar de Zabaleta, en tanto, se especula con la llegada de la diputada Victoria Tolosa Paz, cercana al Presidente, aunque la platense no habría manifestado todavía su conformidad. El ministro de Trabajo, Claudio Moroni, apuntado por el kirchnerismo, ya tienen la salida definida aunque la Casa Rosada todavía no lo confirmó de manera oficial. Por último, en las últimas horas también circuló en la Casa Rosada la versión de que dejaría su lugar el jefe de Gabinete, Juan Manzur, con el objetivo de regresar a Tucumán para recuperar la gobernación y arrancar la campaña 2023, cuando sería candidato a vicegobernador de Osvaldo Jaldo. Sería la inversión de la fórmula 2019. En el Gobierno dicen que el cimbronazo no sería mayor, ya que el día a día de la gestión está hoy en manos del vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, hombre de confianza del Presidente. Es uno de los pocos que habla con todos los sectores del FdT y que podría empezar a ordenar el diálogo interno para la campaña 2023, que está a la vuelta de la esquina.

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