
Este sábado 21 de junio, Comodoro Rivadavia y Rada Tilly experimentaron el día más corto del 2025. El amanecer tuvo lugar a las 9:12 y el atardecer llegó a las 17:51, marcando una jornada con apenas 8 horas y 39 minutos de luz solar.
Este fenómeno natural está vinculado al solsticio de invierno, el evento astronómico que indica el comienzo oficial de la estación más fría del año en el hemisferio sur. En esta oportunidad, el solsticio ocurrió el viernes 20 de junio a las 23:42, dando paso a la noche más larga y al inicio del lento proceso de ganancia de minutos de luz solar.
¿Por qué sucede el solsticio?
El solsticio de invierno se produce debido a la inclinación del eje de la Tierra —de unos 23,5°— respecto a su órbita alrededor del Sol. En esta época, el hemisferio sur se encuentra inclinado más lejos del Sol, lo que hace que los rayos solares lleguen en un ángulo más oblicuo y durante menos tiempo.
Es por eso que los días son más cortos y fríos: el Sol no solo aparece por menos tiempo en el cielo, sino que también lo hace con menor intensidad.
¿Qué significa “solsticio”?
La palabra solsticio proviene del latín solstitium, que significa “el Sol se detiene”. Esto se debe a que, durante esos días, la posición aparente del Sol al mediodía deja de cambiar por un breve período, antes de invertir su trayectoria. En el caso del solsticio de invierno, marca el momento en que el sol alcanza su máxima declinación hacia el sur, y a partir de ahí comienza, de forma gradual, a volver hacia el norte.
¿Empieza a mejorar el clima?
Aunque desde este punto los días comenzarán a ganar lentamente minutos de luz, las temperaturas más frías del año suelen registrarse durante julio y parte de agosto. Esto se debe a la inercia térmica del planeta: la Tierra tarda en enfriarse y calentarse, por lo que el frío persiste incluso después del solsticio.
Un fenómeno que nos conecta con el cielo
El solsticio de invierno no es solo un dato astronómico: es también un momento simbólico, que muchas culturas a lo largo de la historia han celebrado como un nuevo comienzo. En ciudades como Comodoro y Rada Tilly, donde el clima marca fuertemente el ritmo de vida, observar estos fenómenos es también una forma de conectarse con la naturaleza y los ciclos del planeta.