Sin respuestas de su ex empleador, vende golosinas en escuelas para subsistir

Walter Ariel Grosso estaba en la empresa Garbarino, donde trabajó más de diez años y medio. Quedó en cesantía laboral y le deben a él como a quienes trabajaban allí en la sucursal comodorense de…

lunes 01/08/2022 - 9:01
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Walter Ariel Grosso estaba en la empresa Garbarino, donde trabajó más de diez años y medio. Quedó en cesantía laboral y le deben a él como a quienes trabajaban allí en la sucursal comodorense de esa cadena, ya diez meses de sueldo, dos aguinaldos y hará un par de meses los echaron a todos sin pagarles la doble indemnización que les habían prometido, ni nada por el estilo.

“Justamente ahora con el fondo de desempleo y con una obra social que estuve vendiendo también, pude comprar alimentos para poder vender aquí en la Escuela N°1, donde me dio permiso el Director, Néstor Helfer”, confió Walter a El Comodorense Portal de Noticias ante esta pequeña posibilidad de salida económica para paliar una difícil situación para él y su familia (esposa e hijo de 14 años de edad).

Y agregó que está “agradecido de estar aquí y poder vender estos alimentos. Cada uno de nosotros tuvo que buscar una salida laboral, hay otros que están trabajando en supermercados o haciendo changas. Acá en Comodoro somos 20 empleados que quedamos en esta situación pero a nivel país somos unos 4.000 trabajadores de las 200 sucursales que cerraron, y quedarían solamente tres ubicadas únicamente en Buenos Aires. Después, el resto, cerraron todas en el interior del país”.

Grosso indicó que están a la espera de la ayuda de los dueños de la cadena de electrodomésticos, o del Gobierno, del sindicato de Empleados de Comercio: “todos han prometido ayudarnos, pero nadie ha dado una mano por ahora. La situación viene desde inicios del año pasado, pero ya va para dos años que no vemos nada”, lamentó.

Además de hacerlo en la Escuela Provincial N°1, reparte sus esfuerzos para atravesar la crisis con una tarea similar en la Escuela N°802, marco en el que admitió que “la situación económica está difícil para todos, para los chicos y para sus padres, pero igualmente a pesar de eso nos están ayudando y estoy pudiendo vender algo”.

“La venta más o menos se mantiene, pero los precios suben y uno tiene que subir el valor de la mercadería. No queda otra”, indicó ante la crisis que afecta su bolsillo y el de sus potenciales clientes de su informal pero más que digno trabajo diario. Para él, es importante “dar gracias a Dios de que me han dado permiso acá y a la noche también en la 802”.

Antes del comienzo del ciclo lectivo, Walter -quien tiene 46 años de edad- debió arreglárselas como pudo en las vacaciones de verano: “busqué otras formas de venderla a la mercadería: en clínicas, hospitales, comercios. Lo importante de esto es no quedarse y seguir adelante, aunque vengan circunstancias difíciles”.

Una historia más de tantas que hoy atraviesa una Comodoro Rivadavia que no está exenta de la crisis que le toca vivir en lo económico y en lo social a la Argentina. “Seguiremos esperando a que salga algo que me convenza, que me sirva. Esa es la realidad que me toca vivir hoy, no importa en qué rubro, pero quiero conseguir algo seguro”, fue su mensaje final, cargado de fe y optimismo pese a la realidad.

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