Para Macri el problema está en la política

Es posible que un Presidente subestime el valor de la politiquería pero jamás puede subestimar la importancia de la política. Y es malo que confunda las prebendas y avaricia propia de la politiquería con el…

lunes 13/06/2016 - 11:22
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Es posible que un Presidente subestime el valor de la politiquería pero jamás puede subestimar la importancia de la política. Y es malo que confunda las prebendas y avaricia propia de la politiquería con el ejercicio de la ciencia que trata del Gobierno y la organización de las sociedades humanas, especialmente de los estados. ¿Qué es lo ‘no funca’ en la Administración Macri, 180 días después de iniciada?

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Mauricio Macri cumplió 6 meses en el poder sin entender aún que el triunfo de “Cambiemos” que llevó a la Casa Rosada al PRO es resultado de la derrota electoral, el fracaso económico y el derrumbe político del modelo populista más duro, más importante y más verticalista desde el establecido por Juan Domingo Perón entre 1945 y 1955.

El macrismo se ve a sí mismo como el albacea de una herencia horrible y desquiciada, que debe emprolijar y ordenar administrativamente, cuando en realidad su rol es de creador, de fundador, de un nuevo modelo de ejercicio del poder, que tiene mucho de lo malo heredado (como comprar acuerdos con ingentes giros de dinero) y mucho de lo bueno por celebrar (como la no injerencia en el Poder Judicial o una apertura al diálogo pocas veces visto desde el regreso de la democracia).

Esta visión de “ordenar la herencia” llevó al macrismo a crear ciertas imágenes del futuro que, por ahora, no se han cumplido.

> Primero fue la “lluvia de inversiones”, que en el sector productivo avanza al ritmo de “garúa fina, pero persistente”;

> trató de sembrar la idea de que todo sacrificio era imprescindible para que luego todo mejorara, pero el poder adquisitivo de bolsillo no crece, la inseguridad volvió a la agenda de problemas, lo mismo que el miedo a perder el trabajo; y, por fin,

> se creó el mito del “2do. semestre”, pero ahora el propio Gobierno ha tenido que revisar su discurso.

Todas las encuestas muestran que la imagen positiva de Mauricio Macri ha caído de 6 a 17 puntos básicos, según el caso, desde diciembre pasado. Es natural, dada la magnitud de “sinceramiento” macroeconómico realizado.

Sin embargo, las mismas encuestas coinciden en algo: la visión del macrismo, en especial en la gestión y en lo económico, es negativa en el corto plazo, pero muy positiva en el mediano y largo plazo. Es decir, para el grueso de la opinión pública, “Cambiemos” sigue encarnando la idea de que va a poner las cosas en orden y el país va a estar mejor.

Las encuestas muestran que más del 50% de los entrevistados saben que las medidas que se han tomado eran necesarias, pero también señalan que el costo social ha sido inmenso. En una parte de la sociedad, el discurso de que el macrismo es el “Gobierno de los CEOs” o que “gobiernan sólo para los más ricos” ha capilarizado, tal como el concepto de que la devaluación causa inflación y que el incremento de tarifas baja el poder adquisitivo del salario, es decir, estamos ante una opinión pública que mezcla mitos con realpolitik.

Las turbulencias

Al ser consultados, los entrevistados no ven que la inversión esté creando fuentes de trabajo, las Pymes sienten que son las más afectadas por el ajuste, las industrias que tienen baja competitividad tiemblan ante el aumento de las importaciones y los sectores exportadores dicen que el tipo de cambio no les alcanza para recuperar los costos, según informó Urgente 24.

Muchos olvidan que Mauricio Macri se hizo cargo de un país donde hay 30% de hogares pobres, 20% de hogares que viven de planes sociales y 1.100.000 jóvenes que no encuentran trabajo. Luego de seis meses en el poder, que el macrismo hable de la “herencia recibida” comienza a no tener efectos en la opinión pública para explicar la falta de soluciones para algunos problemas, pero sería bueno recordar de dónde venimos.

La opinión negativa hacia el Gobierno de Mauricio Macri crece en el Gran Buenos Aires y en las grandes ciudades, mientras que el resto del país es mucho menos crítico, quizás, porque las economías regionales comienzan a sentir el efecto de la mejora del tipo de cambio y de la eliminación de las retenciones a los productos agropecuarios y agroindustriales exportables.

El macrismo insiste en hablar a sus votantes antes que a todos los ciudadanos. Siguen con un esquema comunicacional de campaña electoral porteña. El Gobierno les habla a sus votantes y parece olvidar al resto de los actores sociales. Dan prioridad a la estética y la imagen, antes que a los anuncios y las acciones. Dan por hecho que la opinión pública los entiende, cuando el problema es que no han encontrado un código para hacerse comprender por muchos segmentos de la sociedad.

Luego de 6 meses en el poder, el Gobierno de Mauricio Macri no ha logrado estructurar un ámbito institucional de discusión y construcción de consenso con sus aliados naturales (“lilitos” y radicales) o con los circunstanciales (peronistas y massistas). Por eso pasan de tener un éxito rotundo en la ley que permitió cerrar el default y el conflicto con los holdouts a tener que vetar el “Cepo Laboral”.

Así, el mismo Gobierno que evitó la reacción de los gremios ante el veto del “Cepo Laboral” y neutralizó los intentos de peronistas y massistas de reingresarlo y volver a aprobar en el Congreso, esta semana tuvo que aceptar más de 15 modificaciones al “Programa Nacional de Reparación Histórica a Jubilados y Pensionados”, pese a la indiscutible justicia social que implica pagar las deudas judiciales de miles de jubilados y pensionados.

“Cambiemos” no es una alianza institucionalmente estructurada y en un año debe enfrentar una elección legislativa que asegurará, quizás, 6 años más de gobierno o que puede dejar a Mauricio Macri sufriendo el famoso “Síndrome del Pato Rengo”. Lo mismo ocurrió con Néstor Kirchner entre 2003 y 2005. Los primeros dos años de gestión, el santacruceño se encargó de crear a unión de colectivos sociales y fuerzas políticas que permitieron al Frente para la Victoria estar 10 años más en el poder. Lo mismo debería estar haciendo hoy Mauricio Macri.

Mauricio Macri debería hallar sus propias formas y mecanismo para que “Cambiemos” pueda discutir, puertas adentro, sus diferencias y encarar las negociaciones unidos para derrotar los intentos panperonistas de doblegar la agenda de gobierno del PRO.

Es imperioso bajar la inflación, reactivar la economía, atraer más inversiones, movilizar el poder del Estado para dinamizar la producción, mejorar el poder adquisitivo del salario y asistir a los grupos sociales más desfavorecidos, todo en medio de seguir en el camino de ordenar la cuentas públicas y las variables macroeconómicas. Pero toda esta inmensa tarea es más sencilla de realizar si cuenta con una fuerte alianza política que respalde al Presidente de la Nación y su Gabinete.

Por eso, cuando recién cumplió sólo 12,5% de mandato presidencial, puede parecer que la mayor deuda del macrismo es económica; cuando en realidad, la mayor falencia es política. Tal como dicen las encuestas, el diagnóstico económico de corto plazo puede ser malo, pero es muy bueno a largo plazo. Es en el terreno político es donde falta obtener triunfos.

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