Macri arrancó el 2022 como dueño, una vez más de la escena opositora

El PRO volvió a girar a su alrededor. Anfitrión y jefe, en Acassuso y Olivos atiza el fuego opositor. Amnesia selectiva, miedo a la herencia y segundo tiempo. Muy lejos del aislamiento que padeció durante…

sábado 05/03/2022 - 12:15
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El PRO volvió a girar a su alrededor. Anfitrión y jefe, en Acassuso y Olivos atiza el fuego opositor. Amnesia selectiva, miedo a la herencia y segundo tiempo.

Muy lejos del aislamiento que padeció durante los meses posteriores a su salida del gobierno, Mauricio Macri arrancó 2022 como dueño, una vez más, de la escena opositora, según publica Letra P.

El expresidente orienta los movimientos principales de la bancada del PRO en el Congreso, como el martes último, cuando Cristian Ritondo organizó la retirada mientras Alberto Fernández se refería a la responsabilidad del macrismo en el endeudamiento récord con el FMI.

No es lo único. Además, juega de local en las reuniones que congregan a toda la plana mayor del PRO, convoca a economistas de Juntos por el Cambio para que le brinden sus pronósticos sobre el período que viene y hasta recibe al nuevo embajador de Estados Unidos, Marc Stanley, que lo visita en carácter de jefe opositor. Todo lo hace desde la casa de dos plantas que alquila en Acassuso, San Isidro, o desde las oficinas que -admiten en el macrismo- le presta un empresario de la construcción que guarda un perfil de lo más bajo y están ubicadas frente a un Mcdonalds de Avenida Libertador, en el límite con Olivos.

En su prole política, ya nadie anuncia su jubilación. Al contrario, ahora la dirigencia peregrina hacia su domicilio. Se preocupa por congraciarse con él y hace planes para ubicarlo como a un jarrón chino en el living de la oposición. Él, en cambio, sigue pensando en que puede diseñar la oferta de la alianza para 2023, se olvida del final traumático de su aventura de gobierno y fantasea con la idea de jugar su segundo tiempo. Crease o no, lo que le preocupa es la herencia que, piensa, le van a dejar.

La pesada herencia
En la última semana, el ingeniero apareció activo como pocas veces. El sábado a la mañana, recibió en su quinta histórica de Los Abrojos a Martin Lousteau, Ricardo López Murphy, Martin Tetaz y Luciano Laspina para consultarlos sobre el acuerdo con el Fondo. La conversación se extendió por más de tres horas y no le faltaron momentos de tensión. Allí, el expresidente les transmitió a los economistas sus dudas sobre apoyar el entendimiento que se encaminaba a cerrar Martín Guzmán con el organismo de crédito que ahora preside Kristalina Georgieva.

Según pudo saber Letra P de parte de uno de los asistentes al encuentro, el más duro fue Laspina, vicepresidente primero de la Comisión de Presupuesto de Diputados, que inauguró allí la tesis que días después se difundiría en público: para el PRO, el acuerdo es una “bomba de tiempo” y el próximo presidente tendrá que hacerse cargo de empezar a pagar la deuda que contrajo el propio Macri, tanto con el Fondo como con los acreedores privados.

Como si se hubiera olvidado que selló una hipoteca y asumió una montaña de vencimientos de cortísimo plazo -casi 40 mil millones de dólares para 2022 y 2023-, el expresidente sugiere por estas horas que hay que rechazar el pacto en el que Guzmán busca patear para adelante los pagos y se compromete a reducir el déficit fiscal, subir las tarifas y recortar en forma violenta la emisión monetaria: de 3,7% a 1% del PBI en apenas un año.

La cita en Los Abrojos no dejó conforme a Macri. El martes pasado, fue capaz, incluso, de hacer un esfuerzo mayúsculo e interrumpir su descanso, en pleno feriado de carnaval, para seguir ahondando en el tema. Un rato después del acting de la oposición dura en Diputados, organizó un cónclave en su casa con tres de los referentes económicos del PRO para preguntarles cómo veían el entendimiento con el Fondo. En ese caso, al inamovible Laspina se le sumaron el sucesor de Dujovne, Hernán Lacunza, y el expresidente del Banco Central Guido Sandleris, que participó vía Zoom.

En pose de jefe y conductor, Macri convocó también a los dos dirigentes que pretenden competir por la presidencia el año próximo, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. Con una estima elevada por su propia empresa de vida, Macri no lo dice abiertamente, pero cree que los dos candidateables que asoman con pretensiones de sucederlo son productos de él.

Tanto uno como otro ocupan los lugares que hoy tienen por decisiones que tomó o avaló el expresidente y los dos, según cree, están en deuda con él A la hora de la convocatoria, sin embargo, Macri no se limitó a ellos dos. También mandó a llamar a Ritondo, a Diego Santilli, a María Eugenia Vidal y a Humberto Schiavoni. Todos dieron el sí con disciplina. La conclusión de los economistas fue la misma: Fernández y Guzmán le dejarán al próximo gobierno un artefacto a punto de estallar.

Como parte de su amnesia selectiva, Macri ignora, en su versión de la historia, la bomba PRO. Solo advierte la herencia de restricciones que recibió de Cristina Fernández. Lo hace sin reparar en aquella confesión de Dujovne en una charla con empresarios, a mediados de 2016, cuando admitió que el cristinismo había dejado una “deuda realmente muy baja”, producto de que “nadie le prestaba”. El razonamiento del egresado del Cardenal Newman es opuesto al que se hace al otro lado de la polarización: él, afirma, no está dispuesto a que le hagan dos veces lo mismo.

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