Los pensamientos que atormentaron a Maradona en sus últimos días

 “¿Ustedes piensan que la gente se va a olvidar de mí?”. La pregunta brotó varias veces de la boca de Diego Maradona, y repiqueteó en los oídos de su círculo íntimo. “Diego siempre preguntaba si…

lunes 04/01/2021 - 19:29
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 “¿Ustedes piensan que la gente se va a olvidar de mí?”. La pregunta brotó varias veces de la boca de Diego Maradona, y repiqueteó en los oídos de su círculo íntimo.

“Diego siempre preguntaba si el pueblo lo iba a querer para siempre”, subrayaron algunos de sus familiares más cercanos.

Según publicó Infobae la inquietud lo perseguía al Diez, incluso después del reconocimiento en continuado que representó su gira como director técnico de Gimnasia La Plata por los estadios del país. “Los homenajes, en vida, maestro”, era una de sus máximas, aunque seguramente, desde donde esté, se habrá emocionado con la multitudinaria despedida que le dedicaron los fanáticos en cada rincón del mundo al que llegó su magia con la pelota.

Esa sensación de que el lazo que había construido con el pueblo, con los fanáticos que hoy ya son sus fieles, podía quebrarse era uno de los pensamientos que atormentaban al ex capitán de la Selección durante los últimos días antes de su muerte.

“Una de las cosas que mejor le hacían era cuando los chicos, que por ahí no lo habían visto jugar por un tema de edad, le demostraban su admiración. Eso para él era una caricia, porque se daba cuenta de que había trascendido más allá de las generaciones que pudieron seguirlo en una cancha”, cuenta alguien que lo acompañó en los últimos años.

En algún punto, la raíz del temor radicaba en que el campeón del mundo en México 1986 sabía que dibujaba sueños con la pelota. Y en los últimos tiempos, por los achaques físicos y la operación en su rodilla derecha, solo podía hacerlo con el pizarrón, desde el banco de suplentes. Quizá nunca llegó a tomar dimensión del tamaño de su legado futbolístico. Y lo mantenía siempre a mano, cerca de sus ojos, en el “altar” que había armado en una de las paredes del salón principal de su casa en el barrio privado Campos de Roca, en Brandsen.

El altar era una de las maneras mediante las que mantenía vivo el fuego de su vínculo con la gente. Una forma íntima, la autocaricia. La otra: las redes sociales. Mucho se dijo en este tiempo respecto de cuánta incidencia tenía en las publicaciones de su cuenta de Instagram. Pero cada vez que quería expresar algo, tomaba el teléfono y lo pedía con un mensaje de audio a quienes le manejaban las herramientas tecnológicas.

Y estaba el cara a cara, claro; algo que la pandemia le quitó. El aislamiento fue uno de los factores que incidieron fuertemente en el bajón anímico de Maradona.

El Diez, que murió el pasado 25 de noviembre en la casa que alquilaba en el Tigre, logró gambetear aquel destino al que le temía, tal vez basado en aquella infancia de privaciones y sacrificios de sus padres para que a sus hijos no les faltara para comer.

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