Lo que la final dejó: el dolor en el vestuario de la Selección argentina de básquet tras el golpazo contra España

Un final injusto, así asume la Argentina este resultado tras un torneo brillante por parte del seleccionado conducido por Sergio Hernández. Lágrimas, gestos de dolor y molestia brotan de los jugadores argentinos tras la derrota…

domingo 15/09/2019 - 23:50
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Un final injusto, así asume la Argentina este resultado tras un torneo brillante por parte del seleccionado conducido por Sergio Hernández. Lágrimas, gestos de dolor y molestia brotan de los jugadores argentinos tras la derrota ante España por 95-75 en la final del Mundial de Básquet 2019 que tuvo lugar en China.

A algunos las lágrimas les brotaban de los ojos. En otros, los gestos adustos eran inevitables. La dura derrota ante España en la final de la Copa del Mundo no podía generarles otras reacciones a quienes llegaron a este Wukesong Arena con el sueño de conquistar el cielo mundialista. Pero ese cielo puede esperar, porque Argentina demostró que fue capaz de construir un equipo con una idea de juego clara y una convicción de que puede transformar utopías en realidades.

«Me cuestan las derrotas, he llegado a estar dos días sin hablar después de perder un partido en el que no hay mañana. Pero mi sensación es que nosotros no perdimos el oro, sino que ganamos la plata. Yo, que soy uno de los peores perdedores que he visto en mi vida, creo que ganamos la plata y que este equipo es espectacular y va a estar en mi corazón y en el de los argentinos por el resto de nuestras vidas», dijo Sergio Hernández minutos después de consumada la caída de Argentina según recopila infobae. Ese valor que el entrenador le otorga al segundo puesto en un Mundial es el de la frente en alto, el de la mirada positiva de un torneo increíble que realizó el seleccionado argentino de básquetbol.

Algunos años después de ganar la medalla dorada en Atenas 2004, Scola reflexionó sobre el valor que había tenido aquel segundo puesto en el Mundial de Indianápolis 2002 y explicaba que sin la plata mundialista no hubieran logrado el oro olímpico. Claro que para macerar esa idea, el tiempo debió transcurrir. Con la sensación de la derrota aún en la piel, Luifa no consideró adecuado ese paralelismo: «El día que perdimos la final contra Yugoslavia no creía que podía ser algo bueno y hoy tampoco estoy pensando en que capaz que el año que viene ganemos la final. Estoy pensando en que se nos escapó una oportunidad de ganar la final del Mundial».

Este seleccionado argentino de básquetbol consiguió lo que nadie esperaba. Elevó el nivel de las expectativas de propios y ajenos. Sumó seguidores, generó empatía y se abrió camino para instalar su nombre en boca de todos. El trabajo que realizó en los últimos años dio frutos más dulces que la amargura pasajera de no haber podido consagrarse campeones. El futuro llegó hace rato y el cielo puede esperar, porque el seleccionado argentino tiene material para soñar con alcanzarlo. :

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