Mónica y Gabriela Smit son hermanas. Y comparten la angustia. A la primera se le quemó la casa por segunda vez. Gabriela se enteró en el viaje de vuelta de las vacaciones que su restaurante, con 25 años de historia en la Cordillera de Chubut, había quedado reducido a cenizas. Las dos enfrentan con entereza este golpe de la naturaleza que las dejó en la calle. Mientras mira los escombros a los que quedó reducida su casa y su fábrica de dulces artesanales, Mónica le contó a Jornada: “Me quedé con lo que tengo puesto. Y la verdad no puedo pensar en mañana sencillamente porque no se qué pensar”.
Las dos fueron de las tantas personas perjudicadas por el impiadoso incendio de bosques que desde el domingo y hasta ayer a la mañana consumió bosques y quemó viviendas en las localidades chubutenses de El Hoyo y Lago Puelo. Un incendio que se desató el domingo por la tarde pero que explotó el martes al atardecer. Comenzó en el Cerro Currumahuida, detrás de una escuela de Lago Puelo. Quedó confirmado que se originó cuando cuatro chicos de entre 12 y 8 años encendieron fuego para exterminar un nido de “chaquetas amarillas”, peligrosas avispas que en esta época abundan en la zona. Los chicos lograron huir antes que el fuego comenzara a expandirse. Uno de ellos le contó a su madre lo que le había pasado. Y su madre se lo contó a la policía.
Ayer llovió desde las 4,30 a las 11. Pero no fue suficiente. Puede decirse que el fuego está controlado en las laderas de las montañas pero no que está extinguido. Hay una guardia de cenizas de la que forman parte 260 brigadistas. Por la tarde salió el sol y aumentó la temperatura. Y volvieron los temores.