En particular, países como Reino Unido, Holanda, España y Francia obtienen sus cerezas navideñas de América del Sur, donde Chile y Argentina lideran el mercado de exportación de este fruto.
Se estima que Chile exporta cada año unas 35.000 toneladas de cerezas, mientras que Argentina envía unas 3.500 toneladas.
A pesar de que el volumen es menor, la exportación de cerezas argentinas ha registrado un crecimiento exponencial durante la última década, multiplicando por diez sus ventas.
Según los productores locales, el auge se debe a una serie de factores que benefician a la producción argentina.
Gabriel Ruiz, del Consorcio de Exportación de Cerezas del Virch, en la ciudad patagónica de Trelew (provincia de Chubut), ledijo a BBC Mundo que Argentina saca partido de ser uno de los pocos países que producen cerezas en la época decembrina.
«La cereza es una fruta de cosecha muy corta, por lo que es difícil de conseguir fuera de estación. Para nosotros es muy conveniente que nuestra producción coincida con la época navideña, sobre todo para colocarla en el hemisferio norte», señaló Ruiz.
Durante el verano austral, Chile y Argentina acaparan el mercado europeo, ya que los otros productores del hemisferio sur, como Nueva Zelanda y Australia, ponen su foco en Asia.
Para Alejandro Zimmermann, director ejecutivo de la empresa Southern Crops, una de las productoras más grandes de cerezas de Argentina, la venta al exterior seguirá creciendo, ya que el país cuenta con muchas ventajas para cosechar este fruto.
«Argentina tiene un clima privilegiado para este producto, porque las cerezas necesitan un clima frío, seco y con mucho sol para crecer», le dijo a BBC Mundo.
Según Zimmermann, la región patagónica es particularmente propicia para este cultivo, ya que el frío permite que el fruto permanezca en la planta por más tiempo y así tiene una maduración más lenta, lo que enriquece su sabor y aumenta su tamaño.
Otra ventaja del frío es que permite retrasar la cosecha. Así, la distribución de plantaciones entre zonas más bajas y cálidas, y áreas montañosas más heladas, permite extender la cosecha de noviembre a febrero.
Además, el clima seco de la Patagonia permite un uso reducido de agroquímicos, algo que es bien visto por muchos europeos que favorecen los alimentos libres de pesticidas.
El notorio incremento en las ventas de cerezas de Argentina durante los últimos diez años parece estar relacionado con una mejor selección y preparación del producto, lo que ha permitido mantener las frutas frescas por más tiempo.
«Hoy en día se eligen mejores variedades, que duran más tiempo, y se han mejorado mucho las técnicas de empaque, usando temperaturas bajas para mantener la cadena de frío y conservar la frescura del producto», afirmó Zimmermann.
Extender la vida útil de las cerezas es primordial para que arriben en buen estado a destinos lejanos, como Europa.
Para Zimmermann, ese cuidado a la calidad distingue a los productos argentinos y contribuirá a que sigan aumentando las ventas en los años venideros.