Los intendentes peronistas reunidos en San Antonio de Areco consensuaron un documento en el que expresaron » la responsabilidad indelegable de acompañar a nuestro pueblo en este momento difícil» y consideraron que «el hombre no puede ser jamás un factor de ajuste para que algunos pocos surjan victoriosos en sus beneficios económicos o desvelos ideológicos».
El conjunto de intendentes justicialistas reafirmaron su compromiso con los valores pregonados por el Papa Francisco en torno a las banderas de «Tierra, Techo y Trabajo», y ratificaron el Pacto de San Antonio de Padua.
El encuentro, encabezado por el intendente local, Francisco Durañona, tuvo lugar en la Parroquia San Antonio de Padua en el marco de la celebración de la fiesta patronal homónima. Allí firmaron el Compromiso de San Antonio de Areco y ratificaron así el Pacto de San Antonio de Padua, orientado a la defensa de los sectores más vulnerables.
«Es preciso que nuestra acción concreta se vea precedida de una definición de estructurar un modelo productivo en torno a la búsqueda de realización de la persona y su familia, en lugar de orientar el mismo sobre la única premisa de maximizar la ganancia del empresario o la renta del sistema financiero» señala uno de los puntos más destacados del documento firmado por una decena de intendentes que se reunieron en San Antonio de Areco.
«Quienes profesamos la doctrina peronista sabemos que ello no es posible si la política no es la que conduce a la economía y si la economía no se diseña en el servicio al pueblo, ya que, como enseña el Papa Francisco en Laudato Si’, «el mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social».
«Todo nuestro desvelo está orientado a hacer de la Argentina una Nación Grande (de allí que jamás dejamos de soñarnos unidos en lazos solidarios con el resto de las naciones sudamericanas, como parte de una sola Patria Grande). Pero jamás debemos olvidar que quien protagoniza esa historia es el pueblo, hombres y mujeres que deben procurar su felicidad, su realización personal y comunitaria. Siempre el hombre, la mujer -la familia- se encuentran ubicados en el centro protagónico del hecho político, social, económico, cultural y, por lo tanto, también del hecho productivo».
«Ningún número puede cerrar sin el hombre adentro. El hombre no puede ser jamás un factor de ajuste para que algunos pocos surjan victoriosos en sus beneficios económicos o desvelos ideológicos», afirma y señalan que se proponen «seguir al Papa Francisco, con hechos, no sólo con palabras ni fotos de ocasión».
«Creemos que debemos profundizar los procesos de industrialización, sobre todo de los ámbitos territoriales rurales, que es desde donde podremos diagramar verdaderas políticas de población y ocupación territorial armónica. Es allí en donde se hacen reales y concretables las banderas de Tierra, Techo y Trabajo».
«Un nuevo modelo productivo nacional, del pueblo y para el hombre, es lo que pide que realicemos nuestro Papa Francisco», afirman en el documento en el que además abogan por «un sistema de producción orientado a la generación de empleo, fomentando el arraigo a partir del acceso a la tierra y a la vivienda, la generación de polos educativos que consoliden el agregado de valor, la innovación tecnológica y la calificación de la mano de obra (es decir de las personas), es un sistema que incorpora esos «desechos» de los que habla el Papa Francisco y los hace protagonistas de su propia felicidad».
A la ceremonia asistieron los intendentes Gustavo Menéndez (Merlo), Gabriel Katopodis (San Martín), Veónica Magario (La Matanza), Francisco Echarren (Castelli), Juan Ignacio Ustarroz (Mercedes), Hernán Ralinqueo (25 de Mayo), Ariel Sujarchuk (Escobar) y Néstor Álvarez (Guamini).
También fueron de la partida la diputada nacional del Frente para la Victoria Juliana Di Tullio y el legislador del Parlasur Eduardo Valdez, entre otros referentes peronistas.
«Este es un momento en que los dirigentes debemos dejar de mirarnos entre nosotros y acompañar al pueblo en la difícil situación que está atravesando, particularmente los más carenciados, los excluidos, los abandonados y descartados del sistema», manifestó Durañona.
En línea con los preceptos del Papa Francisco y su Encíclica Laudato, el jefe comunal propuso la creación de un «modelo de producción que no pierda de vista que es el hombre y no el dinero el que debe erigirse como centro de la decisión política y económica».
