Figuritas: ¿todos los chicos del mundo a merced de un monopolio?

A poco tiempo del inicio del Mundial de fútbol, la demanda y la oferta de álbumes trajo polémica; ¿por qué hay una sola empresa que fabrica ese producto tan buscado? En el país hay un…

domingo 04/09/2022 - 13:45
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A poco tiempo del inicio del Mundial de fútbol, la demanda y la oferta de álbumes trajo polémica; ¿por qué hay una sola empresa que fabrica ese producto tan buscado?

En el país hay un desabastecimiento total de una mercadería que satisface, de manera insustituible, una necesidad humana básica. Un desabastecimiento que está provocando angustia en millones de hogares argentinos y, también, probablemente, en los de muchos otros países del mundo. ¿Cómo pueden las autoridades permanecer indiferentes frente a esto? Tal es el caso de las figuritas y el álbum, subproductos del Mundial de fútbol que se desarrollará en Qatar en noviembre próximo.

Desde La Nación mantuvieron una charla con el estadounidense William Jack Baumol (1922–2017), profesor en la Escuela de Economía de Londres, en Princeton y en la Universidad de Nueva York. Sobre Dinámica económica, una obra muy leída en su momento, afirmó que la había escrito de manera suficientemente clara como para que él mismo la pudiera entender. Al igual que a Harry Gordon Johnson y Abba Ptachya Lerner, le gustaba tallar madera, hobby sobre el cual dictó cursos en Princeton.

A raíz de su experiencia como consultor, sugirió que las empresas maximizan las ventas más que los beneficios. Se le consultó por si el caso de las figuritas del Mundial se puede entender aplicando su teoría de los mercados desafiados. La entrevista fue la siguiente.

–La cuestión de los términos del intercambio fue planteada por Raúl Prebisch, al analizar la relación económica entre países. Pero usted mostró que también se aplica entre sectores, dentro de cada país.

–Alguien pensó que, como me interesan la pintura y la escultura, yo debía ser un experto en las finanzas y la organización de la ópera, los teatros, las orquestas y las compañías de ballet. Así fue como me involucré en la economía de las bellas artes. Descubrí que los espectáculos artísticos en vivo son difícilmente adaptables al aumento de la productividad que genera el cambio tecnológico. En efecto, una sinfonía escrita hace 200 años exige la misma cantidad de ejecutantes, tanto cuando fue estrenada como ahora. En cambio, una mercadería típica cuesta ahora la vigésima parte de lo que costaba hace 200 años.

–¿Y entonces?

–Esto explica que el precio relativo de los servicios crece con respecto al de las mercaderías. Muchísima gente puede acceder a la música “enlatada”, por lo barato que resulta escuchar una grabación de los mejores cantantes del mundo utilizando un equipo de sonido más que razonable. Pero si quienes fabrican autos o mermelada insisten en que tanto la soprano como el tenor canten en vivo, tienen que esforzarse cada vez más para comprar la entrada.

–Todo el mundo habla mal de los monopolios, excepto usted.

–Me interesa enfocar la cuestión desde la perspectiva de los mercados desafiados. En un país, o en una región, existe un solo oferente para determinado bien. Antes de criticarlo, pregúntese cuáles son los costos de entrada y salida. Es decir, qué les impide a otros empresarios sumarse a la única oferta existente, y cuánto cuesta abandonar la actividad. Si dichos costos son muy bajos, la existencia de un monopolio sugiere que el oferente que existe es mucho mejor que los demás, y por consiguiente no corresponde realizar ninguna intervención estatal.

–Aplique su teoría al caso de las figuritas y el álbum del próximo Mundial de fútbol.

–Comencemos por destacar una obviedad muy importante. Desde hace años se sabe cuándo se va a disputar el referido campeonato; y desde hace meses, cuáles serán los jugadores que participarán. Quizá no todos, pero ciertamente la inmensa mayoría. Quiere decir que no hay nada sorprendente en la demanda de figuritas. El caso debe contrastarse con el de los barbijos, los cuales existían antes del Covid-19, pero la capacidad de producción estaba determinada por una demanda “normal”. Pues bien, frente al inesperado aumento de dicha demanda, no solo los productores de barbijos aumentaron la oferta, sino que también aparecieron otros productores. Con lo cual, los exorbitantes precios iniciales se terminaron derrumbando.

–¿A qué viene esto?

–No soy un experto en la fabricación, distribución y venta de figuritas, pero sospecho que es más fácil elaborarlas que construir bombas atómicas. Todo lo cual plantea la siguiente pregunta: ¿por qué estamos todos ansiosos de que aparezcan las figuritas elaboradas por Panini, en vez de contar con, digamos, ocho fabricantes locales, que no tendrían más remedio que venderlas a precios competitivos?

–¿Cuál es su respuesta?

–Me faltan datos, pero le doy pistas para investigar. ¿Y si Panini hubiera hecho un convenio con la FIFA para ser el único fabricante de las figuritas “oficiales” del Mundial? Convenio vigente en todo el globo terráqueo, por la evidente presencia de economías de escala. Excepto por el idioma, las mismas figuritas son demandadas en la Argentina, Lituania y Bangladesh. Presumo que consiguió el referido derecho pagando la correspondiente regalía, pero esto no alcanza para explicar la ausencia de emisiones “no oficiales”.

–¿Por qué dice eso?

–Porque también existen las fabricaciones “oficiales” de las camisetas y las pelotas del Mundial, pero coexisten con las no oficiales; y en muchos casos hay que ser un experto para notar la diferencia.

–¿Está usted sugiriendo que el Estado argentino consagró el monopolio, en el caso de las figuritas?

–No tengo cómo saberlo, pero llama la atención que, en un caso en el cual la fabricación no parece ser tecnológicamente tan complicada, no hayan aparecido otros oferentes.

–El caso le plantea un desafío al Poder Ejecutivo.

–Efectivamente, porque si la oferta es monopólica cabe pensar en la correspondiente intervención, por parte de la Secretaría de Comercio. Estoy ilustrando; las autoridades argentinas tienen hoy suficientes problemas, como para ocuparse también de éste.

–Desde el punto de vista didáctico, las figuritas son valiosas.

–Así es. De manera divertida, el Mundial es un buen pretexto para aprender geografía, historia, política, economía, probabilidades, etcétera. Y en el caso de las figuritas, se pueden intercambiar, reflejando escaseces, sin recurrir a la violencia.

–A propósito de esto, y dada la pasión de los chicos de completar uno o más álbumes, ¿cómo saber que el fabricante efectivamente imprime y distribuye todas las figuritas, para así evitar que los padres no se fundan comprando millones de paquetes en busca de “la figurita difícil”?

–Buen punto. La empresa Panini declaró que imprime la misma cantidad de cada figurita, y tiene alguna razón de reputación para cumplir su palabra. La duda persiste, porque obviamente que la cantidad de paquetes de figuritas que se vendan no es independiente de cuántas se imprimen de cada jugador. Por consiguiente cabe preguntar: ¿habrá algún mecanismo de verificación independiente, a nivel internacional?

–Don Jack, muchas gracias.


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