El uso frecuente de pantallas en la primera infancia podría asociarse al desarrollo de autismo

Un estudio japonés arrojó datos estadísticos sobre cómo el tiempo ante dispositivos electrónicos durante esta etapa de la vida puede ser uno de los factores adquiridos vinculados al espectro autista. Cuáles son los síntomas de…

miércoles 02/02/2022 - 9:47
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Un estudio japonés arrojó datos estadísticos sobre cómo el tiempo ante dispositivos electrónicos durante esta etapa de la vida puede ser uno de los factores adquiridos vinculados al espectro autista. Cuáles son los síntomas de alerta.

TN – Los niños actuales son nativos digitales y, en algunos casos, empiezan a estar expuestos a las pantallas (celulares, tablets, entre otros) desde los primeros meses de vida y durante tiempos prolongados. Según un estudio, publicado en la revista JAMA Pediatrics, esto que podemos observar como producto de la vida moderna, podría asociarse significativamente al desarrollo de trastornos del espectro autista (TEA).

Megumi Kushima, de la Universidad de Yamanashi en Chuo, Japón, y sus colegas examinaron la asociación entre el tiempo de uso de pantallas en la infancia y el desarrollo del trastorno del espectro autista a los tres años utilizando datos de 84,030 díadas madre-hijo en Japón. El tiempo de exposición a las pantallas se midió a la edad de un año.

Los investigadores encontraron que, a los tres años, la prevalencia de niños con algún trastorno del espectro autista era de 392 por cada 100,000 (0.4 por ciento) y los niños tenían tres veces más probabilidades que las niñas de ser diagnosticados con esta discapacidad del desarrollo.

Uso de pantallas y autismo

“El principal hallazgo de este estudio fue que, entre los niños, se encontró una asociación estadística significativa entre el tiempo de pantalla extendido al año de edad y el trastorno del espectro autista a los tres años de edad, independientemente del posible maltrato materno o la predisposición al trastorno del espectro autista a un año de edad”, escriben los autores.

“La literatura es rica en estudios que muestran los beneficios de la interacción entre padres e hijos en el desarrollo posterior del niño, así como la asociación de una mayor visualización de pantalla con retrasos en el desarrollo”, opina Karen F. Heffler, investigadora en la Facultad de Medicina de Estados Unidos.

Los síntomas tempranos del autismo

Según la Sociedad Argentina de Pediatría, los trastornos del espectro autista (TEA) son condiciones que afectan el desarrollo cerebral temprano, es decir, desde que el bebé está en el útero.

Se hacen cada vez más evidentes a medida que los chicos crecen y maduran. Se manifiestan antes de los tres años con dificultades en la comunicación, la interacción social y la conducta. Son trastornos que se presentan de formas diferentes en cada persona.

El uso frecuente de pantallas en la primera infancia podría asociarse al desarrollo de autismo

Los TEA afectan aproximadamente a una de cada 100 personas y se presentan en todos los grupos raciales, étnicos y socioeconómicos. Son casi cinco veces más comunes en varones que en mujeres.

Es importante detectar los TEA cuanto antes

Una de las características del cerebro y el sistema nervioso es la llamada “neuroplasticidad”. Cuanto más pequeño es un chico, mayor capacidad de aprender o de reparar un daño tiene, porque la plasticidad de su cerebro es mayor.

Hay investigaciones que demuestran que cuanto antes se identifique una alteración en el neurodesarrollo de un niño, más posibilidades existen de mejorar su evolución y pronóstico. A los 18 meses, suele ser evidentes la mayoría de los síntomas de TEA.

Señales de alerta de TEA en un bebé de 18 meses

  • Le cuesta mantener el contacto ocular con otras personas.
  • No habla y no muestra interés por comunicarse.
  • No responde cuando se lo llama.
  • No sigue instrucciones.
  • No utiliza su dedo índice para pedir algo que necesita.
  • No utiliza su dedo índice para señalar algo que le interesa.
  • Algunas veces parece escuchar y otras no.
  • No sabe cómo jugar con juguetes.
  • Prefiere jugar solo.
  • Parece estar en su propio mundo.
  • No se interesa en los otros niños.
  • No sonríe como respuesta a la sonrisa.
  • Se irrita ante sonidos como la licuadora, la aspiradora, etcétera.
  • Tiene intensos y violentos berrinches.
  • Tiene movimientos extraños: aletea, camina en puntas de pie.
  • Dejó de decir palabras que había aprendido o perdió el interés por los demás.
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