El Gobierno acelera las negociaciones con la oposición para evitar que fracasen la Ley Bases y el Pacto de Mayo

Distintos funcionarios de la Casa Rosada intensifican las reuniones con diferentes sectores para lograr que ambas iniciativas lleguen a buen puerto. La estrategia política del oficialismo.

domingo 12/05/2024 - 12:52
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Los ministros saben que Javier Milei no admite bajo ninguna instancia que fracase el Pacto de Mayo que piensa firmar con la mayor cantidad posible de gobernadores que lo acompañen el 25 de este mes en Córdoba.

Milei ya tiene en mente una gran puesta de escena donde él sería el principal actor, acompañado por un elenco secundario. Es su Pacto y quiere que sea su acto. Eso no está en discusión puertas adentro de la Casa Rosada y la Quinta de Olivos.

Al estilo de Estados Unidos, también imagina un acto con expresidentes. Solo están vivos Isabel Perón, Eduardo Duhalde, Cristina Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández. Nadie se atreve a garantizar una presencia mayoritaria. De cinco, podría aspirar con viento a favor a tener solo dos, si convencen al residente en Lomas de Zamora.

Milei también había imaginado trasladar el tradicional tedeum a Córdoba, pero la cúpula de la Iglesia hizo prevalecer su opinión y se mantendría en la Catedral Metropolitana. En ese lugar, el Presidente deberá escuchar la homilía del arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Ignacio García Cuerva, que suele interpretar muy bien el pensamiento del papa Francisco. Su voz se hizo sentir en varias oportunidades desde la llegada de Milei al poder para manifestar la preocupación de la Iglesia por el fuerte ajuste del Gobierno y el daño que causa en los jubilados y las millones de familias de trabajadores argentinos.

Pero el 25 de mayo todavía aparece lejos en el horizonte. Ahora tiene otras necesidades más urgentes el Gobierno, como lograr en el Senado, el próximo jueves, el dictamen para la Ley Bases y el paquete fiscal con sus tratamientos en el recinto el 23.

Milei puso toda su artillería en el Congreso. “El jefe”, Karina Milei, ejerce una suerte de intervención en el bloque de La Libertad Avanza y se le instaló en el Congreso a la vicepresidenta Victoria Villarruel a partir del momento en que el proyecto llegó con media sanción de la Cámara de Diputados.

El ministro del Interior, Guillermo Francos, es el principal operador político del Presidente con los gobernadores, con los senadores opositores dialoguistas y duros y también con la CGT. Pero no está solo. Se mueven en las sombras el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y el ministro de Economía, Luis Caputo.

Nadie entrega nada a la oposición para conseguir más votos si no lo autoriza el propio Milei. Y desde que fracasó la Ley Ómnibus, el Presidente cedió mucho más de lo que uno podía imaginar ante los reclamos de los que denomina “la casta” política de la Argentina. Pragmatismo puro del jefe de Estado.

Ahora la puja es por lograr la aprobación en general de la ley, porque hay una sensación en la Casa Rosada de que el proyecto volverá a Diputados con varios cambios, por lo que no estará listo para el 25.

Francos está convencido de que están los votos para aprobar todo en general por las señales que recibe de gobernadores y de la oposición dialoguista, empezando por el PRO y la UCR. Pero también sabe que hay cuestiones que los propios aliados cuestionan, como el Régimen Impositivo para las Grandes Inversiones (RIGI), el blanqueo de capitales y el impuesto a las ganancias, entre otras cuestiones.

En el kirchnerismo, donde es notoria la presión de Cristina Kirchner, parece haber cierto grado de resignación a la hora de mantener sus 33 votos y lograr 4 más para el quorum propio. Por eso piensan en el rechazo de varios artículos cuando se traten en particular.

Fuera del universo K, hay un senador que genera una bronca no disimulada en Milei. Se trata del titular de la UCR, Martín Lousteau, que no deja de hacer públicas sus objeciones a varios aspectos de la Ley Bases y el paquete fiscal.

Lo cierto es que el Gobierno (Milei) negocia cambios no solo en la Ley Bases sino también el Pacto de Mayo. Su caída sería un papelón para el Presidente y una mala señal para el exterior, donde esperan la ley y la firma del acuerdo con las provincias como un gesto de la gobernabilidad que reclaman para la Argentina. Que lleguen inversiones es otra cosa.

El bonaerense Axel Kicillof ya adelantó que, pase lo que pase, no estará en Córdoba y con él un puñado de gobernadores peronistas que no quieren saber nada con Milei.

Los radicales, entre tanto, saben del dicho “a río revuelto, ganancia de pescadores” y quieren introducir en el Pacto de Mayo temas relacionados con la educación, una cuestión árida para los libertarios que ya derivó en la histórica movilización en favor de la UBA y la enseñanza pública.

En medio de este panorama, Cristina Kirchner vuelve a hablar en público cada vez que puede y presiona en privado para evitar que el peronismo y Kicillof se lleven puesto a su hijo Máximo y a La Cámpora en la provincia de Buenos Aires.

Pero también piensa en la conducción nacional del Justicialismo, donde habrá una fuerte pelea por ocupar el lugar que dejó vacante Alberto Fernández, convertido hoy en un libre pensador y crítico del gobierno nacional, como si su administración hubiese sido la panacea para la Argentina.

Está claro que Cristina también apuesta al fracaso del gobierno de Milei y por eso hace foco en el Congreso. Ella también olvida la herencia que dejó en el país y que muchas cosas de las que ocurren son producto de su segundo gobierno, además del que compartió con Fernández.

Mientras tanto, el plan de la Casa Rosada de achique del Estado y empresas públicas, con corte de obras y reducción de personal, puede tener un costo muy alto.

En el caso del choque en el ferrocarril San Martín, parece haber de todo un poco. Falta de inversión y desidia desde hace años, robo de cables y una política libertaria para privatizar esa y otras líneas, cortando toda inversión y reduciendo la planta de trabajadores.

Nadie puede tirar la primera piedra. Pero todos deben agradecer que no hubo muertos. La tragedia del Sarmiento, en pleno gobierno de Cristina Kirchner, todavía está muy fresca en la mente de los argentinos. Murieron 52 personas y no queda ningún responsable preso. Están en libertad condicional o en prisión domiciliaria.

No todo es cuestión de números en la Argentina y que cierren las cuentas, después de tanta corrupción, sin importar los costos. Es un país en el que habitan seres humanos.

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