“Degolló a mi hija y se fue a comer un asado”: dolor por un fallo que benefició a un asesino

Camila Carletti tenía 22 años cuando Juan Villar la mató. La Justicia de Córdoba le acaba de bajar la pena. “Él tenía 20 años de condena, no hace ni seis que está preso y ya…

lunes 23/05/2022 - 9:43
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Camila Carletti tenía 22 años cuando Juan Villar la mató. La Justicia de Córdoba le acaba de bajar la pena. “Él tenía 20 años de condena, no hace ni seis que está preso y ya está a punto de salir”, le dijo la madre de la víctima.

La Justicia de Córdoba accedió días atrás a bajar la pena de Juan Villar, el condenado por el crimen de Camila Carletti ocurrido en septiembre de 2016 en la localidad de Adelia María, según publica TN.

“Mi hija pasó de ser la víctima a ser la culpable de todo”, dijo con bronca Graciela, su mamá, y agregó: “Como no nos dan el femicidio, quieren bajarle la pena y dejarlo libre a fin de mes”.

Luego de dos horas de deliberación, los jueces decidieron rechazar el planteo de distintos colectivos feministas, familiares y el fiscal de Cámara que buscaban que el asesinato de Camila, fuera considerado femicidio. Además, pedían prisión perpetua para el peón rural que la degolló después de mantener una relación sexual con ella a cambio de dinero.

La Cámara del Crimen número 1 de Río Cuarto y los jurados populares, interpretaron en su fallo del 9 de mayo último que el delito cometido fue un homicidio simple.

La defensora oficial, Ivana Niesutta, señala en uno de sus argumentos que: “Villar no mató a Camila porque era mujer ni por su condición de ejercer la prostitución. Fue su particular estructura de personalidad, su carácter sumiso que le impidió dar otra respuesta ante la abrumadora extorsión de Camila. La vehemencia del reclamo de Camila fue lo que provocó la reacción intempestiva”.

Argumento con los que coincidieron los jueces de acuerdo a la resolución.

De esta manera, según la abogada, la vida y la supuesta personalidad de la víctima, actuaron como atenuantes de las culpas del asesino, que logró esquivar la pena máxima.

“Es algo insólito. Él tenía 20 años de condena, no hace ni seis que está preso y ya está a punto de salir”, se lamentó Graciela Carletti, que apelará la decisión judicial.

Atada, degollada y semisumergida en un arroyo: así encontraron a Camila Carletti

El 2 de septiembre de 2016, Camila desapareció. Día del cumpleaños de Villar. “Ella salió a vender empanadas, me dijo ‘mami, ya vengo” y no volvió más”, contó Graciela, la mamá de la víctima.

Al día siguiente, un sábado a la mañana, intentó presentar la denuncia, pero no se la tomaron porque la joven no llevaba ausente todavía la cantidad de horas necesarias para considerar su caso una desaparición.

Por este motivo, la investigación se abrió al caer la noche y durante los siguientes días buscaron a Camila. Lo primero que apareció, fueron sus zapatillas. Después, la bicicleta, la cartera y finalmente, su cuerpo sumergido en un arroyo. Atada, de pies y manos. La habían degollado.

Unas horas más tarde, Villar fue detenido en la provincia de Corrientes, lugar donde intentó huir con sus familiares: su esposa y sus dos hijos.

En 2018, el hombre fue a juicio. Pero aunque lloró varias veces durante el debate y le pidió perdón expresamente en dos oportunidades a la mamá de Camila, ella nunca creyó en su arrepentimiento.

“Yo no puedo perdonarlo, que lo perdone Dios”, afirmó Graciela, y explicó: “Degolló a mi hija: le hizo un corte de 7 centímetros en la yugular, la ató y la dejó tirada en un campo cerca del arroyo para ver si se la comía algún puma”.

Esa misma noche, contó la mujer, se fue a comer un asado como si nada hubiera pasado. “Es un psicópata”, subrayó.

La víctima, en el banquillo de los acusados

Camila tenía 22 años y ejercía la prostitución mientras buscaba salir de su adicción a las drogas. Durant los alegatos, la abogada de Villar se basó en el relato de un testigo para afirmar que “Camila tenía una obsesión por la plata” y la describió como una persona “empoderada y manipuladora”.

Sobre Villar, la letrada lo señaló como un hombre »sumiso y vulnerable» que se sintió »amenazado» por la víctima tras discutir sobre la cantidad de dinero que debía pagarle, una suma cercana a los 4 mil pesos.

Según este relato, estaban solos los dos en el medio del campo, ella lo amenazó verbalmente con contarle todo a su esposa, pero él, que tenía un cuchillo en la cintura, se asustó y tuvo una reacción “impulsiva”, que para Camila fue fatal.

La decisión de los jueces fue tan unánime como polémica. Para ellos, “no había una relación que agravara el crimen ni hubo ensañamiento”. Por eso ratificaron que el crimen de Camila no se debió a una cuestión de género. “Es el país de la injusticia”, sentenció la mamá de la joven asesinada.

Graciela no niega en ningún momento la adolescencia difícil que atravesó su hija ni sus problemas de adicción, pero destacó: “Hizo tratamientos y estaba logrando salir, estaba en abstinencia”. Además, había conseguido trabajo y estaba contenta, porque le había costado mucho que la gente dejara de discriminarla.

“Una vecina le dio primero trabajo en su casa, para que la ayudara con la limpieza”, contó Graciela, y completó: “Después, esa misma persona le consiguió un puesto en un minimercado”. Camila trabajaba allí y además salía a vender comida. Soñaba con ser psicóloga. “A pesar de sus problemas, ella nunca le faltó el respeto a nadie, todos la querían”, aseguró su mamá.

Cara a cara con el “horror”

Cuando se llevó a cabo el juicio por el crimen de Camila su madre, Graciela, vio por primera vez a Villar. “Yo no lo conocía a él, pero la sensación que tuve de estar a medio metro de la persona que mató a mi hija fue terror, estaba en shock”, recordó.

“Camila era la criatura más dulce que podía existir, sus ojos dicen todo”, expresó apenada su mamá a este medio, tras lo cual resaltó: “Por no querer salir más con él, esta persona se la llevó y la degolló”.

La dura infancia la joven y su contexto social, la convirtieron en una »mala victima», según Graciela. Durante el juicio, que debía ocuparse de castigar a su asesino, »la victima pasó a ser él», cuestionó la madre.

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