Daniel Alonso analizó el mutis intelectual

Hay algo peor: es su desprecio por una realidad política y social con la que no se comprometen”, subrayó el experimentado periodista. “ ¿A qué le temen? ¿A que los reconozcan sus vecinos? ¿A perder…

jueves 28/04/2011 - 5:09
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Hay algo peor: es su desprecio por una realidad política y social con la que no se comprometen”, subrayó el experimentado periodista.

“ ¿A qué le temen? ¿A que los reconozcan sus vecinos? ¿A perder sus cátedras o fuente de vida? ¿Los subsidios tal vez? Por favor, dejen de hablarse entre sí; no inauguren más museos y funden zoológicos, pero, sobre todo, dejen de esperar a que los periodistas se inmolen por ustedes.”

El remate de la nota de Javier Molina (http://www.rawsonline.net/pag/noticias.asp?id=3630) , excelente disparador para el tema que nos anima, creo que resuelve el catálogo de apelaciones que el autor hace a la falta de compromiso de la intelectualidad chubutense. Si existiera.

Primero porque todos aquellas preguntas iniciales están respondidas, con sólo quitar  los signos de interrogación. Luego, porque no podía esperarse otra cosa del par de generaciones que nos educamos en el ominoso silencio de una democracia discontinua.

De todos modos,  la historia reciente es una módica y confortable excusa  para la falta de compromiso y de conciencia ciudadana. La carencia de valores morales suficientes como para dar la cara y defender con pasión un puñado de convicciones.

Es muy probable –y más grave—que el recorte espiritual más insalvable que nos han dejado los tiempos, sea el de la total carencia de convicciones. Los años de “listas negras”  (en que incurrieron tanto los gobiernos de facto como los democráticos)  laceraron indudablemente las entrañas de las elites pensantes.

El discurso único establecido por los gobiernos provinciales a fuerza de pautas publicitarias inmorales en su sóla comparación con gastos sociales elementales, también favorecen la escasa voluntad de expresión, ya limitada a medios de alcance marginal.

Subyace, sin embargo, un asunto aún más perverso y nocivo que la falta de expresión y convicciones expuestas por parte de nuestros intelectuales: es la petulante crítica –desde las sombras—de la asquerosa realidad que los rodea . La descalificación subrepticia de la clase política, de sus referentes visibles, de las tiras de candidatos (por pobres que sean).

Nada que pueda superarse –a la vista está—por su propia falta de compromiso, convicción y vergüenza cívica participativa.

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