Las críticas del CEO de la petrolera, Miguel Gutiérrez, al ministro de Energía Juan José Aranguren, esconden una pelea de fondo: el precio del hidrocarburo. Hay demoras en los pagos de los incentivos e incertidumbre con el nuevo esquema de precios diferenciados.
La Oil and Gas 2017, la muestra petrolera que ayer terminó en La Rural, dejó al descubierto los contrapuntos que tiene YPF con el ministro de Energía Juan José Aranguren. El hecho que visibilizó la puja fue la suspensión anticipada de la liberación de los precios de combustibles. Sin embargo, la disputa de fondo incluye otros temas significativos como lo es el futuro del gas: una pelea de cientos de millones que podría afectar los niveles de producción.
La Resolución 46 del ministerio nacional creó un nuevo plan de incentivos para el precio del gas que rige a partir del primero de enero de 2018. Un día después de que caigan los anteriores programas de subsidios que permitieron levantar la curva de producción.
Con estos planes las petroleras consiguieron revertir un declino de décadas y entienden que de no existir alguna continuidad, alrededor de un 30% del fluido producido en el país quedará sin el paraguas que les da rentabilidad.
Aranguren, durante su paso por la exposición petrolera, anticipó que trabajan “con las empresas” en el tema. En la industria se habla de un modelo de contractualización para el gas y que una de las alternativas podría ser a través de licitaciones de volúmenes a término en las que las compañías pujarán para ganar nuevos cupos con mejores precios.
El ministro envió un mensaje claro al señalar que el camino definido es el recorte de los subsidios. El gobierno busca achicar el déficit fiscal y reorientar los fondos estatales hacia la demanda.
Consultados por “Río Negro”, desde la cartera energética prefirieron no adelantar nada al respecto. Sin embargo Aranguren dejó una pista tras su charla en La Rural: apuntan a subsidiar el nuevo gas que cubra parte de las importaciones.
Es decir, que las operadoras deberán elevar sus curvas de producción. La contrapartida es que varios de los campos gasíferos en marcha están llegando a su techo de producción y sólo sostenerlos implica fuertes desembolsos que, indican desde las empresas, sin un precio diferencial no son rentables. La consecuencia –advierten- podría ser un nuevo declino de los yacimientos.
Entre las compañías además existe malestar por los atrasos en la liquidación de los programas de subsidios vigentes. Se estima que los atrasos arrastran más de 10 meses y totalizan unos 1.000 millones de dólares. De ese total más del 50% tienen como acreedor a YPF, el equivalente a dos proyectos piloto en Vaca Muerta.
