La Presidenta sigue subiendo, alcanza niveles de respaldo iguales a los del inicio de su gestión y se consolida en la intención de voto. Débil performance opositora tanto en lo electoral como en imagen.Salvo imponderables, de esos que pueden darse en la política y en la vida, Cristina Fernández de Kirchner sería reelecta por amplísimo margen en primera vuelta, como nunca antes se dio en democracia. Así lo marca la foto de hoy que registra un estudio nacional de la encuestadora independiente Ipsos-Mora y Araujo, al que accedió en exclusiva PERFIL.
CFK obtiene el 51% de intención de voto. Lejos de todos (ver gráficos), incluso de los candidatos que ya se bajaron de la pelea presidencial (el trabajo de campo se hizo del 11 al 25 de abril, e incluía a Macri y Solanas). Y en un escenario de ballottage, le saca más de 40 puntos a Ricardo Alfonsín.
Se ha dicho desde este diario que lo que vale para entender los procesos políticos, su desarrollo y lo que puede venir es la película más que la foto. Allí es desde donde se puede explicar por qué la Presidenta acumula semejante nivel electoral. De acuerdo a los 1.200 consultados por Ipsos en Capital, GBA, Mar del Plata, Rosario, Córdoba, Mendoza, Tucumán y Neuquén, Cristina tiene el mismo porcentual de respaldo a su gestión que cuando asumió la presidencia en 2007 (66%).
Hay más: es la dirigente con mayor imagen positiva (68%) y menor imagen negativa (31%) del país. El segundo es el gobernador Daniel Scioli. Los demás no sólo están lejos, sino que además recogen muchas más opiniones en contra que a favor.
Sería temerario y poco profesional tomar estos datos sociopolíticos abrumadores (recolectados por Ipsos para clientes privados y no para actor electoral alguno, Gobierno incluido) con el fin de señalar que la suerte está echada y los comicios de octubre serán un trámite. La intención es tratar de comprender la película.
Así, sea por causa o por efecto, se puede discernir acerca de la crisis opositora y la escalada de bajadas presidenciables, de un lado. Del otro, la fortaleza de la candidatura de Cristina permite una aproximación a las razones de su falta de apuro en lanzarse, más allá de sus comprensibles vaivenes discursivos y emocionales. Pero también posibilita escudriñar por qué las verdaderas batallas están planteadas no con la oposición, sino hacia el interior del peronismo y, sobre todo, con Hugo Moyano: la Presidenta asume que si ella es el as de espadas, nadie puede ni debe condicionarla. Ese es el combate de fondo.
