Luego de años de espera, idas y vueltas, y oportunidades que no pudieron concretarse, Gabriel —un vecino de Comodoro Rivadavia— recibió finalmente un trasplante renal en Buenos Aires. La intervención se realizó en la Fundación Favaloro y fue todo un éxito. Karina, su esposa, compartió su testimonio en diálogo con Jornada desde la capital del país, donde aún permanecen por los controles posoperatorios.
“Estamos transitando esta nueva etapa para nosotros, nuevo todo, porque ya sabíamos lo que es transitar diálisis de manera familiar”, relató Karina. “A partir del trasplante, la vida de toda la familia ha cambiado para bien, gracias a Dios”.
La operación fue rápida y efectiva. “A las cinco y media fue intervenido y a las nueve y media ya me llamó el médico para decir que todo estaba funcionando de la mejor manera y que la operación había sido un éxito”, contó con la voz quebrada por la emoción.
Sin embargo, llegar a este punto no fue fácil. En 2020, una oportunidad se desvaneció porque no llegaron a tiempo para los estudios necesarios. En 2024, otro llamado los llevó a Buenos Aires, pero cuando arribaron, los órganos ya habían sido asignados. “Nos volvimos con todas las emociones encontradas. Tratamos de decir ‘ya está, seguimos para adelante, por algo no se dio’”.
Un mes más tarde, una pequeña lesión en la piel postergó otra posible intervención. Y ya en abril, cuando Gabriel estaba segundo en la lista, todo se frustró por un error en el embalaje del órgano. “Gabriel llegó a decir ‘ya está, me bajo de la lista’”, recordó Karina.
Pero insistieron una vez más. “Vinimos los tres, con nuestra hija. Ya no podía transitar esto sola otra vez como acompañante. Llegamos a las 2:30, dejamos las cosas y fuimos directo a la clínica. Todo fue milagrosamente rápido”.
Gabriel fue dializado durante años en la Clínica del Valle, donde muchos compañeros celebraron la noticia. “Como dicen mis hijas, ojalá que ellos también tengan esta posibilidad que ha tenido mi marido”, expresó Karina emocionada.
Sobre la experiencia en la Fundación Favaloro, fue categórica: “Sentía que todo fluía. Médicos, enfermeros, personal de limpieza, todos tan humanos, tan atentos. A pesar de tantas cosas, todo fue para bien”.
Hoy, Gabriel atraviesa su recuperación con emociones intensas. “No habla porque llora. Creo que vamos a caer del todo cuando estemos en Comodoro”, señaló su esposa, agradecida con el equipo médico.
Como mensaje final, Karina dejó unas palabras para quienes aún esperan: “Estas historias sirven para seguir generando conciencia. Tarda, pero al final, todo llega”.
Con información y foto de Jornada.
