Marcela Ávila, hija del sindicalista fallecido Armando Ávila, recuerda en diálogo con Télam lo que fue YPF y el SUPE (Sindicato Unidos Petroleros del Estado) en su vida, y lo que su padre le transmitió.
“Cierro los ojos y me parece que voy corriendo por las escaleras del edificio de SUPE, de la mano de papá”. Además recordó que su padre no quiso hacerle juicio a la empresa, una vez privatizada, “porque para él eso era una traición”.
“La época de hija de ypefiano fue muy linda como niña, porque todo nuestro mundo era YPF. El teléfono, la Proveeduría, todo muy pequeño pero bonito”, recuerda como si fuera un cuento.
Marcela, hoy docente con muchos años dedicados a la educación, remarcó que “esas tres letras eran lo común, lo cotidiano, aquello que llevamos dentro del corazón”.
“Mi papá y sus hermanos eran ypefianos y para nosotros eso era lo de siempre, donde teníamos nuestras amistades, nuestra vida social y deportiva. Yo todavía conservo el carnet verde con el logo de YPF para ir a la pileta del club”, rememora regresando el tiempo atrás como si nunca hubiera avanzado.
Su papá vivió en el campamento de Escalante, donde hoy su hija recuerda que él la hizo recorrer cada uno de sus lugares, en los cuales había crecido y mamaba lo que traía desde la cuna: ser ypefiano.
“Papá me llevó a Escalante, me mostró su escuela, hoy no hay nada, pero él decía que en tal lugar estaba tal cosa, en tal otra. Me llevó a su escuela de kilómetro 5, la que subvencionaba YPF”, contó con mucha nostalgia.
Tal es el amor transmitido por las familias ypefianas, que la formada por Armando Ávila, junto a Nelly Lagoria, tuvo los frutos: Marcela, Daniel y María José.
Sin embargo, Marcela comentó que su padre la llevó a la zona de los campamentos como Diadema Argentina (no era de YPF), y al mismísimo edificio del Sindicato Unidos Petroleros de Estado, en General Mosconi, o lo que se llamaba el Campamento Central de YPF.
“Me acuerdo como corría por las escalera, ahora ese edificio está cambiado, pero en el primer piso estaba la peluquería, mecanografía. Todo eso lo hacía de la mano de papá”, cuenta muy emocionada.
“Íbamos a la Proveeduría de YPF, al Club Huergo y ahí me contaba cómo se organizaba las fiestas de YPF y del Sindicato. La farmacia del Hospital Alvear y como se hacían los pedidos de medicamentos”, agregó.
Sin embargo, de un momento a otro YPF dejó de ser la estatal y el gobierno de Carlos Menem dispuso la salida para los capitales extranjeros y su posterior privatización, con la promesa de capacitar a los “cesantes” y pasar a ser “cursistas”, aunque esos cursos jamás se dieron, y lo que se hacía era darle plata a los empleados a cambio de que no fueran más a trabajar.
“Fue el gran dolor de mi papá, como lloramos en mi familia. Mi papá era ‘menemista’ pero a partir de ese día lo odió, no lo podía ni ver , y con la privatización se le fue una parte de su vida”, agregó.
Ya con la jubilación consumada para don Armando, Marcela cuenta que para su papá la pasión de él era su San Lorenzo de Almagro y los clubes de Comodoro Rivadavia, pero en especial Unión san Martín Azcuénaga, USMA.
“Mi papá tuvo un poder de corazón y luchó por los clubes de la órbita de YPF, como Saavedra, Tiro Federal o la Federación deportiva de YPF. Pero él amaba al USMA y a San Lorenzo, sus dos “azulgranas queridos”.
Marcela , casada con Ricardo Gaitán, hoy Secretario de Gobierno del intendente de Comodoro Rivadavia, Néstor Di Pierro ; madre de Rodrigo, Matías, Agustina y Ezequiel y abuela de Luca y Mía, cuenta que su padre pidió que arrojen sus cenizas en el club USMA.
Por último, esta hija, hermana y mujer de ex ypefiano, dijo que ve con mucho orgullo que YPF regrese a manos del Estado, algo con lo que su padre soñó desde aquella década del 90.
Fuente: Especial YPF de Télam. Por Franco Córdoba
