Tragedia en la nieve: el final del valiente arriero que murió congelado y abrazado a sus animales

Tomás Sura quedó atrapado con sus cabras, con su perro y su caballo en un feroz temporal a 3000 metros de altura, en el norte de la provincia andina. El dramático relato de la última…

lunes 06/06/2022 - 10:18
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Tomás Sura quedó atrapado con sus cabras, con su perro y su caballo en un feroz temporal a 3000 metros de altura, en el norte de la provincia andina. El dramático relato de la última persona que lo vio con vida.

La Pampa Ferraina, al norte de la provincia de Neuquén, se tiñe de blanco en esta época del año. Tomás Sura era criancero, como denomina el lenguaje rural a los arrieros y pastores trashumantes que habitan las tierras patagónicas. Conocía muy bien el paisaje, los secretos del desierto y las inclemencias del clima a partir de abril, según publica TN.

Cuando regresaba con sus animales de la veranada -pastoreo que se hace en la zona alta, entre noviembre y abril-. Sura bajaba al llano por la invernada. Pero un temporal de nieve se hizo presente, a 3000 metros de altura, donde los vientos del Pacífico desembocan en el hueco entre el volcán Domuyo y el tramo final de la Cordillera del Viento. Murió congelado a los 59 años.Prisioneros del viento blanco en la montaña

Nueve días estuvo desaparecido, hasta que el 29 de abril se halló su cadáver. Otros cuatro crianceros que se dirigían a sus invernadas, también fueron amenazados por la nevada y el viento blanco a mas de 100 kilómetros por hora, aunque tuvieron mejor suerte y fueron rescatados.

Inés Sura, sobrina de la víctima, contó que el hombre no murió solo: »Lo encontraron con una de sus manos sujetando a su caballo y la otra un rebenque. Sus dos perritos estaban a su costado, congelados como él».

El último hombre que lo vio con vida: “Me enterré 14 veces en la nieve y nunca pude encontrarlo”

Sura, o »Chuma», como lo llamaban cariñosamente familiares y conocidos, salió de su refugio con más de 300 cabras para continuar sus hábitos trashumantes. Sergio Tapia, fue la última persona que lo vio con vida. Solían trabajar juntos y lo escoltaba con su camioneta en el momento de la desapareición.

Tapia soportó durante horas el cruento temporal en la soledad del desierto blanco. Primero esperó el encuentro con su amigo y luego, cuando el frío mordía y el reloj acechaba (Sura, además, no llevaba suficientes provisiones para permanecer varios días solo en la altura), lo fue a buscar. Nunca lo encontró.

“Un jueves nos alojamos en Los Tachos, un lugar cercano al volcán Domuyo”, relata el hombre.

“Al otro día arreamos bien temprano y subimos hasta el Arroyo de la Totora. Ahí lo dejé a Don Sura con mi caballo de tiro y volví a buscar la camioneta, que estaba abajo, a una hora y media de distancia. Y después ya no lo volví a ver”, agregó.

Tapia cuenta que al volver se encontró con el temporal de lleno: “A eso de las cinco de la tarde el viento blanco era muy fuerte y había mucha nieve. En un rato me habré enterrado unas 14 veces, hasta que empezó a caer la helada y la camioneta se congeló del lado de arriba. Fue imposible moverla, a pesar de que me pasé todo el rato usando la pala para sacar la nieve”.

“Las horas pasaban y entré a pensar y a pensar, ¿viste? Me quedé quieto ahí porque tenía la esperanza de que él volviera”, recuerda Tapia.

Y continuó: “Al día siguiente me traje un poco de comida y ropa seca y volví caminando. Caminé desde el mediodía hasta las ocho de la noche. Pasé por tres refugios y nunca pude encontrarlo”.

“Se congeló de pie tratando de salvar a sus últimas chivas”

Los familiares de Sura como de otros seis crianceros atrapados por el temporal, dieron aviso a la Policía. Personal de la Comisaría 30 de Andacollo, empleados municipales y banqueanos encontraron sanos y salvos a cuatro de ellos.

En otras zonas cordilleranas no hubo novedades sobre David Bascur, que había caído al Río Agrio con su caballo y finalmente fue hallado muerto el 9 de mayo.

“Él con su arreo demoraba de 10 a 12 días, dependiendo del clima y de la cantidad de animales. Este trabajo muchas veces lo hacía con su hermano Horacio, y con Sergio Tapia, que se salvó de congelarse”, retoma Inés Sura.

Vecinos y vecinas de los pueblos neuquinos Tricao Malal y de Villa Curi Leuvú, más integrantes del grupo Aventureros Neuquinos, participaron de la búsqueda.

“(Sura) Se congeló de pie tratando de salvar a sus últimas chivas. No tuvo tiempo siquiera de aflojar la montura de su caballo”, cuenta Juan Contreras, que participó de los rastrillajes y presenció el hallazgo del cuerpo.

Y describe la escena donde se apagó la vida del criancero: “Con un temporal ahí no ves más de 20 centímetros. Estás a ciegas adentro de un lavarropas gigante de nieve y viento”.

La camioneta que había quedado varada quedó enterrada en la nieve. Los mismos vecinos y vecinas que habían participado de la búsqueda de Sura la encontraron el 9 de mayo. Para sacarla fueron necesarias siete camionetas, una moto y una máquina retroexcavadora.

“Es una mezcla de emociones que tenemos con la familia. Nos pusimos contentos con la aparición de la camioneta. Por más que sea un pedazo de fierro, vimos muy de cerca todo el sacrificio que él hizo para comprarla. No puedo explicarle la emoción que tenía el día que se la entregaron”, recuerda la sobrina del criancero.

Sura recibió varios homenajes póstumos de parte de distintas comunidades artísticas de la zona. El grupo Acuarelas de las Chacras le dedicó un cuadro.

“Calín” Alonso, otro gaucho de la zona, compuso “El último arreo”, un poema en su memoria: “Chuma Sura, criancero. De poncho y de rodilleras. Cada vez que un trashumante eche su piño a la huella, tu espíritu campesino rondará la cordillera”.

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