Oscar Trossero jugó en Boca, en Europa y también fue convocado a la Selección. En 1983, jugaba para el Millonario cuando se desplomó en la ducha, luego de perder frente a Rosario Central. La conmoción de todo el fútbol y el recuerdo de sus compañeros
El vicepresidente de River Plate, Patrick Noher, salió desesperado gritando: “¡Trossero se nos muere, Trossero se nos muere! ¡Una ambulancia por favor!”. Enseguida acudieron al vestuario visitante los médicos de Rosario Central para sumarse a los de River, según publica Infobae.
Gracias a la rapidez de la ambulancia, Oscar Trossero llegó al Hospital Freire a los pocos minutos. Sus compañeros, quedaron en esas cuatro paredes, testigos de una situación dolorosa e increíble. Algunos golpeaban los armarios en medio de un ataque de nervios.
En ese 12 de octubre de 1983, Oscar Trossero fue uno de los primeros en desvestirse y ducharse luego del partido donde River salió perdiendo. Todo aparentaba normalidad, hasta que de repente la situación cambió: “En ese momento yo estaba a dos duchas de distancia de la de él y de golpe vimos como súbitamente se desplomaba. Pensamos que era un simple desmayo luego del esfuerzo por los 90 minutos disputados, pero enseguida nos dimos cuenta de que era algo peor”, comentaba Vasco Julio Olarticoechea, uno de los presentes.
River no era River allá por la primavera del ‘83. Su alma venía sufriendo un golpe tras otro y no solo en lo deportivo, donde atravesaba uno de los peores momentos de su historia.

El inevitable éxodo de figuras tras el Mundial de España (Passarella, Kempes y el propio Ramón), más la partida de un inmenso ídolo como el Beto Alonso, peleado con el entrenador Alfredo Di Stéfano, fue empobreciendo al plantel, que realizó un opaco desempeño en los dos torneos de esa temporada.
Además, en septiembre había fallecido Vladislao Cap, su flamante director técnico.
Oscar Trossero, momentos antes, se habría quejado por la mala suerte que estaba persiguiendo al equipo ante oro resultado ajustado en contra. Abrió la ducha y apenas recibió el chorro de agua helada, se tomó la cabeza y cayó a suelo.
Los doctores Roberto Paladino y Seveso comenzaron con los masajes cardíacos, la respiración boca a boca e incluso las inyecciones, pero no daba ningún signo de recuperación. “De ahí lo subieron a una camilla. Nos dimos cuenta de que le costaba reaccionar y rápidamente se lo llevaron para un hospital”, recuerda el Vasco Olarticoechea como si fuera ayer aunque pasaron 39 años.
El desenlace, que nadie quería saber, ya era una realidad, y así lo contó el doctor Roberto Paladino: “Cuando me di cuenta de la situación, corrí hacia él y en un primer momento parecía que reaccionaba. No fue así. Estaba muy pálido y tanto su pulso como su ritmo cardíaco estaban paralizados. Prácticamente estaba muerto desde el primer momento, aunque recurrimos al último intento, que fue trasladarlo. Todo fue terriblemente inútil”.

Sin dudarlo, sus compañeros asistieron al sanatorio, pero no estaban preparados para escuchar la noticia: “Antes de volvernos para Buenos Aires pasamos por allí y nos confirmaron que había fallecido. Fue un momento durísimo y obviamente no lo podíamos creer, porque hasta menos de una hora antes habíamos compartido una cancha…”, comenta Olarticoechea
Las lágrimas de los muchachos del plantel, absortos ante la crueldad del destino, eran el marco del desencanto. La noticia ya corría por las radios, los canales de TV y las redacciones de todo el país.
Oscar era oriundo de Gödeken, una ciudad ubicada a 50 kilómetros de Venado Tuerto y por la cercanía con Rosario, varios de sus familiares habían concurrido al estadio y se trasladaron al hospital, dándole un cuadro aún más desgarrador, sobre todo por el llanto desconsolado de su madre. A las 21:45 partió la ambulancia con su cuerpo rumbo a su pueblo y pocas horas más tarde, con destino a las instalaciones de River Plate.
Aneurisma cerebral. Ese fue el motivo que desencadenó la repentina tragedia en aquel vestuario rosarino.
River informó que se le habían realizado todos los estudios de rutina y que fue algo repentino y sin antecedentes. Las entrañas del Monumental, que sufrían por lo deportivo, volvían a derramar lágrimas, como un mes antes por Angelito Labruna, ahora por Trossero, que fue velado allí durante la mañana y la tarde del jueves 13.

Eduardo Saporiti y Alberto Bica durante el velatorio en el Monumental
Desde allí había comenzado a soñar con el fútbol. A los 14 años se inició en las Inferiores de Boca, en el famoso predio de La Candela, para alcanzar el debut en primera división en 1972. No pudo consolidarse y pasó a Racing un año más tarde, donde quedó en el recuerdo por marcarle 3 goles a River en una misma tarde del ‘74.
En 1975 llegó a Unión, donde pudo explotar su capacidad goleadora, que incluso lo llevó a estar en la Selección que se preparaba para el Mundial ‘78. Emigró a Francia, donde logró destacarse en Mónaco, Nantes y Montpellier hasta el momento de regresar en el verano del ‘83 para colocarse la camiseta de River, inesperadamente, la última de su carrera.
Vasco Olarticoechea, describe el gran recuerdo que tiene de su compañero: “Era un tipo sano y joven, que se cuidaba muchísimo. Tengo la imagen de alguien metódico y ordenado en su vida. Realmente daba gusto estar con él, porque era muy simple y tranquilo, de perfil bajo. Escuchaba más que lo que hablaba dentro del plantel. No compartimos mucho tiempo, apenas diez meses, pero ese era su perfil. Corría y era un delantero potente dentro de la cancha. Fue una gran tristeza su pérdida”.
Su esposa Stella no quiso que se practicara la autopsia, porque sentenció en aquellas horas febriles que lo mejor era dejarlo tranquilo. Y así uno espera que esté Oscar Víctor Trossero, descansando en la paz de su tierra natal, tras haber sido protagonista de muchos goles, varias alegrías y una inmensa tristeza en el ambiente del fútbol argentino.
