El Gobierno de Javier Milei volvió a mover fichas para contener la tensión financiera: esta semana se enfrentó a un megavencimiento de $15 billones en bonos del Tesoro y logró renovar apenas el 61%. Para evitar que los $6 billones restantes presionen sobre el dólar y la inflación, el Ministerio de Economía y el Banco Central actuaron con rapidez y lanzaron un paquete de medidas que ya generan ruido en los bancos y preocupación en el sector privado.
La estrategia es clara: sacar pesos de la calle para evitar que se trasladen a precios o al mercado cambiario. Para eso, se adelantó una nueva licitación de bonos y el Banco Central ajustó, por tercera vez en pocas semanas, el régimen de encajes bancarios (los fondos que las entidades deben inmovilizar como resguardo). Ahora, además, ese cálculo será diario y con sanciones más duras en caso de incumplimiento.
El costo oculto de la estabilidad
El plan consiguió lo que buscaba en el corto plazo: calmar la presión sobre el dólar y dar un mensaje de disciplina monetaria. Sin embargo, la contracara empieza a sentirse en la economía real.
- Créditos al 80%: las tasas de interés se dispararon, encareciendo los préstamos para pymes y familias. Hace un mes, una empresa pagaba casi la mitad por un adelanto en cuenta corriente.
- Plazos fijos más atractivos: el ahorrista encuentra rendimientos de hasta 44% en el Banco Nación, lo que ayuda a que no corra hacia el dólar.
- Bancos incómodos: las entidades financieras denuncian que los continuos cambios de reglas dificultan la planificación y las obligan a guardar más dinero inmovilizado.
“Los bancos ahora tienen que volver a ser bancos: prestar a las empresas y no al Estado”, defienden en el Gobierno. Pero el malestar es evidente en el sector, que reclama previsibilidad.
Una carrera contra el calendario
Con dos índices de inflación por delante antes de las elecciones de octubre, el equipo económico busca mostrar resultados: dólar contenido, precios bajo control y un escenario de aparente calma.
La pregunta es cuánto puede sostenerse este equilibrio. Porque detrás de la foto del dólar estable hay un crédito cada vez más caro, consumo que se enfría y pymes que se ven asfixiadas.
En palabras de un informe de la consultora Outlier: “La suba de tasas ya no es un tema financiero, empezó a trasladarse a la economía real”.
El desafío para Milei y Caputo es claro: estabilizar sin ahogar. Una tarea difícil en un contexto donde el precio del dinero se vuelve, al mismo tiempo, herramienta de control y freno para la actividad.
