El ex senador reveló que se lo contó una alta fuente militar sobre la masacre de Trelew. Hilvanó un largo anecdotario personal que incluyó detalles sobre agosto del ‘72.
Momentos después de los fusilamientos en la Base Almirante Zar de Trelew, el jefe de esa unidad militar, el capitán Rubén Paccagnini, intentó suicidarse. Así lo reveló ayer en su testimonio el ex senador radical Hipólito Solari Yrigoyen, como testigo ante el Tribunal Oral Federal que juzga a los 5 marinos acusados de esos homicidios. El dato no era muy conocido pero consta en la causa.
Una fuente directa del episodio es Héctor “Pepe” Castro, que recién la semana del 25 de junio declarará en el Cine Teatro “José Hernández” de Rawson. Ayer sentado escuchó con atención el relato. El 22 de agosto del ´72 el periodista intentó ayudar a la esposa de un preso político alojado en la Unidad 6 para que pudieran verse. En Rawson y todavía sin saber de la balacera, Castro le pidió ayuda directamente al mayor Eduardo Borzone, edecán del general Eduardo Betti, jefe militar de la zona.
Era su amigo y notó a Borzone muy exaltado, como loco, nerviosísimo. Se señaló las manchas en los borceguíes: “Ahora no te puedo ayudar, ¿sabés que es esto? Sangre”. Es que esa mañana el edecán había entrado a los calabozos, vio los cadáveres y caminó entre ellos. Escuchó los quejidos de los presos moribundos. “Hasta tuve que aguantar el conato de suicidio del jefe”, le confesó a Castro, en referencia a Paccagnini.
Ayer, Solari agregó que “felizmente” el jefe de la unidad no se quitó la vida pero que ese dato -que entonces no trascendió oficialmente- “demuestra el malestar en la Base por los fusilamientos”. Además, el dirigente de la Unión Cívica Radical consideró que la versión de la fuga siempre fue “inverosímil”.
El testigo recordó el célebre discurso del contraalmirante Horacio Mayorga, que era el jefe de Operaciones y superior de Paccagnini. “Dijo que lo hecho bien hecho estaba, como justificando los fusilamientos, y consideró que era lo correcto”. Solari interpretó que el presidente Agustín Lanusse “hizo suya” la versión de la fuga. Y que a esta hipótesis la hizo oficial y la defendió el almirante Hermes Quijada.
Casi 100 personas siguieron el testimonio. El nombre de Hipólito, su inmenso camino, es de atraer cuando se trata de pintar esos años de plomo en Chubut. Según le dijo a los jueces, la Masacre de Trelew “no fue un hecho aislado” sino otro eslabón de aquella política represiva general y sistemática.
Fuente: Diario Jornada
