“No se recomienda la exposición a pantallas en menores de 2 años. Se ha demostrado que puede vincularse a retrasos en el habla y otros problemas en el desarrollo. Además, los videos breves como reels o shorts estimulan de manera anómala el circuito de recompensa del cerebro, generando patrones adictivos”. indicó Rodríguez a Radiocracia.
“El cerebro inmaduro se desarrolla hasta pasada la veintena”, explicó, “y someter a los niños a ese tipo de estímulos modifica la manera en que codifican la información y desarrollan sus capacidades cognitivas”. Por eso, advirtió sobre los peligros del uso excesivo e incontrolado de dispositivos: “No se trata de demonizar la tecnología, sino de evitar los extremos. No es lo mismo un uso ocasional y guiado que usar el celular como un ‘chupete electrónico’ durante horas”.
Respecto al fenómeno del juego online y las apuestas virtuales, señaló que si bien aún no se registra con fuerza en la ciudad, es un problema que ya está instalado en otros puntos del país. “Es cuestión de tiempo. Además, ya vemos cómo adultos mayores de 30 o 40 años que antes iban al casino ahora desarrollan ludopatías desde el celular. El acceso inmediato y constante cambia las reglas del juego”.
En relación al aumento de las consultas en salud mental, Rodríguez reveló que “el crecimiento de la demanda es notorio, no solo en el hospital sino en todo el país”. En la franja etaria de 15 a 19 años, los problemas de salud mental ya ocupan el sexto lugar como causa de consulta en la guardia general del Hospital Regional. “Estamos hablando de cuadros complejos, trastornos severos de la conducta, tentativas de suicidio, y lamentablemente también consumo de sustancias a edades muy tempranas, incluso en niños de 10 u 11 años”, subrayó.
A esta problemática se suma una grave falta de recursos humanos: “Comodoro cuenta con un solo psiquiatra infantil-juvenil. Y esto no es solo un problema local, pasa en todo el país. Hay pocos profesionales formados específicamente para atender a niños y adolescentes, lo cual limita mucho la respuesta frente a esta demanda creciente”.
Al finalizar Rodríguez dejó una reflexión contundente: “No todos los adolescentes tienen problemas de salud mental. Pero los que sí los tienen, muchas veces no son los responsables de su dolor. Son el resultado de una sociedad que no supo cuidarlos a tiempo”.
