Jugó un gran partido ante el conjunto del Altiplano y lo goleó en el debut del grupo 3 de la Copa. El equipo de Sava tuvo un primer tiempo de excelente nivel y se dio el lujo de dejar a Milito y Bou en el banco frente a los bolivianos.
Los laterales (Pillud y Grimi) pisan más el campo rival que el propio. Aued y Cerro, por adentro, la mueven de acá para allá con precisión. Romero juega al distraído, el que la toca de manera intermitente, pero en realidad mira con los ojos que tiene en la nuca para, de repente, meter un pase profundo y dejar a un compañero mano a mano con el arquero. De Paul amaga por adentro pero abre la cancha por la derecha y aparece por sorpresa en el área rival. Licha López y Roger Martínez no paran de moverse buscando generar y generarse espacios… El Racing del primer tiempo contra el Bolívar, en el debut por el grupo 3 de la Copa Libertadores, no se pareció en nada al Racing de los anteriores partidos del ciclo Sava. Es verdad que la fragilidad que mostró el conjunto boliviano puede atenuar el elogio. Pero lo destacado, más allá de la goleada, fue la idea. La propuesta ofensiva, lejaos de la excesiva cautela exhibida el domingo en el clásico de barrio ante Independiente, funcionó porque hubo superioridad numérica en el sector del campo donde anduvo la pelota y porque el culto a la posesión se tradujo en desequilibrio en busca del arco contrario. Toda una reivindicación para el entrenador, que frente al Rojo había apelado al cuidado del arco propio, una verdadera derrota con respecto a su ideología futbolística.
Pasarse la pelota, con Romero de abanderado, fue la mejor fórmula para desarmar la telaraña defensiva que armó Ruben Darío Insua en el Bolívar. Cuando quedó algún hueco apareció la inteligencia del paraguayo, como en el primer gol. Casi desde el círculo central envió la pelota para dejarlo solo a Licha López, un pie adelantado, quien definió por encima de Quiñónez y contó con la ayuda de un defensor rival que intentó despejarla sobre la línea y la mandó al fondo del arco.
Lo positivo de este Racing es que siempre buscó mediante triangulaciones, abriendo la cancha, usando todo el ancho del campo de juego para ser profundo y desacomodar al rival. Licha y Roger, en constante movimiento, lograban que los defensores del conjunto boliviano perdieran la referencia a la hora de marcar. Ambos utilizaron a la perfección aquella máxima futbolera que dice que en el área no hay que estar sino llegar. Como llegó Lisandro López en el tercer gol para servirle la pelota a De Paul. O como había llegado un rato antes Roger Martínez, en una apilada individual, dejando a tres rivales en el camino a pura potencia, para definir por entre las piernas del arquero.
Con capacidad para elaborar y también para traducir esa abrumadora superioridad en el marcador, el segundo tiempo arrancó con la incógnita de si Racing iba a sacar el pie del acelerador o si seguiría con su ambición en la ofensiva. A pedir del Bolívar, las transiciones fueron más pausadas, la verticalidad cesó y el equipo de Insua dejó de sufrir. Aunque el local continuó siendo dueño de la posesión, favorecido por su postura de mantenerse como un equipo bien corto, con Lollo y Nico Sánchez adelantados y cerquita de Cerro y Aued. Sin espacios, el Bolívar careció de capacidad para intentar generar alguna contra para reducir la diferencia en el resultado. Aunque vale aclarar que así y todo se la rebuscó para tener algunas situaciones de gol. Acuña, quien ingresó en el segundo tiempo, metió el cuarto tras otra buena jugada colectiva. Y el descuento sólo sirvió para decorar el resultado final.
Las sensaciones para Racing, en este debut, son más que positivas. Más allá del triunfo y del buen rendimiento ante un equipo que no estuvo a la altura, demostró que tiene un plantel con variantes. Sobre todo, de mitad de cancha hacia adelante. Con Acuña, Milito y Bou en el banco, tres piezas claves en el último año y medio, supo ser contundente. Y así, vuelve a ilusionar.
