El MPN cumplirá seis décadas en el poder. Ayer puso una vez más a prueba una aceitada estrategia electoral que diseñó incluso antes de las internas donde se enfrentaron gobernador y vice. Visto a la distancia pareció más ruido que daño. El armado, que incluyó anticipar la fecha de las elecciones, el sostenimiento de colectoras y la fertilización para multiplicar los espacios políticos se tiró al terreno y demostró que todavía funciona.
Era la elección que esperaban. Así lo reconocieron desde el principio algunos de los más cercanos al reelecto gobernador Omar Gutiérrez. Un techo bajo, dispersión de votos y la búsqueda de nuevos discursos. Allí se enfocó la estrategia. Es un hecho que el MPN viene perdiendo potencia elección tras elección, pero consigue rearmar la estrategia.
Otro punto clave fue blindar la provincia de la nacionalización propuesta por Cambiemos y Unidad Ciudadana. Por mérito propio, en parte, y por torpeza del oficialismo nacional mantuvo las urnas dentro de la provincia. En el tramo final contó con un empujón de Cambiemos que ante la amenaza del candidato del kirchnerismo Ramón Rioseco convocó a bloquear esa chance. El enojo en el entorno del intendente Horacio Quiroga ayer era evidente.
Aquello fue el plus que terminó por empujar las diferencias que en los papeles, antes de la elección, no superaban los siete puntos de ventaja.
La estrategia, de la que participó el exgobernador Jorge Sapag, consiguió el objetivo: mantener el poder pero otra vez queda en el aire la duda si el modelo tiene fecha de vencimiento. El síntoma de desgaste, si lo hay, puede buscarse en la composición de la Legislatura donde tendrá la menor cantidad de diputados propios en su historia.
