Este incremento en la morosidad refleja una tendencia preocupante que se ha mantenido durante ocho meses consecutivos, evidenciando las crecientes dificultades de los hogares para afrontar sus compromisos financieros. Desde febrero, la tasa de incumplimiento ha mostrado una aceleración, lo que indica un desajuste cada vez mayor entre los ingresos y los gastos de las familias.
Además de las tarjetas de crédito, los préstamos personales también han experimentado un aumento en la morosidad. En junio, la tasa de incumplimiento en este tipo de créditos se elevó al 6,5%, su nivel más alto desde octubre de 2021.
El informe del BCRA destaca que este deterioro en la calidad crediticia se ha producido en un contexto de alta inflación y tasas de interés elevadas, que han encarecido el costo del financiamiento y reducido el poder adquisitivo de los hogares. Se espera que esta situación continúe afectando la actividad económica en los próximos meses, ya que el aumento de la morosidad podría limitar la capacidad de consumo de las familias y generar tensiones en el sistema financiero.
En contraste, los créditos hipotecarios y prendarios han mostrado una mayor estabilidad. La morosidad en los créditos hipotecarios se mantuvo en un 1%, mientras que en los créditos prendarios registró un leve aumento del 3,8% al 3,9%.
Este panorama plantea desafíos tanto para los hogares como para las entidades financieras, que deberán implementar estrategias para mitigar los riesgos asociados al aumento de la morosidad y garantizar la estabilidad del sistema crediticio en el país.
