El presidente Javier Milei anunció una baja permanente de retenciones para el sector agropecuario, lo que implica una mejora en la competitividad sin necesidad de recurrir a una nueva devaluación del tipo de cambio. La medida, presentada en el marco de la Exposición Rural, tiene bajo impacto fiscal, pero alto contenido simbólico y político: es un mensaje directo al campo y a los mercados, ratificando el compromiso del Gobierno con el equilibrio fiscal y la reducción impositiva a los sectores productivos.
La decisión llega en medio del calendario electoral y apunta a reforzar la idea de que el mantenimiento sostenido del superávit fiscal tiene como correlato una disminución concreta en la presión tributaria. En este caso, el beneficiado es uno de los motores históricos de la economía argentina: el agroexportador.
En los últimos meses, distintos actores del campo venían expresando su preocupación por la creciente dificultad de sostener la producción en un contexto de costos en alza —muchos de ellos dolarizados— y un ingreso en dólares cada vez más erosionado. La ecuación, especialmente para cultivos como la soja, ya era negativa en varias regiones del país.
Ahora, los productores reciben dos señales positivas: por un lado, la baja de retenciones anunciada por el Presidente; y por otro, la mejora del tipo de cambio real, que subió más de un 15% en los últimos dos meses. Esto se debe a la suba del dólar oficial de $1.200 a $1.300 y a la apreciación del real brasileño, que fortalece la competitividad argentina frente a su principal socio comercial.
La medida también refuerza la postura del Gobierno respecto a la necesidad de eliminar las distorsiones impositivas que afectan las exportaciones. “Ningún país con el que competimos en materia agroexportadora grava sus exportaciones”, señalaron desde el entorno presidencial, en una crítica a la histórica carga fiscal sobre el sector.
Desde el Ministerio de Economía celebraron el acuerdo alcanzado recientemente con el FMI y dejaron entrever que podría redefinirse la meta de reservas, en sintonía con esta estrategia que combina disciplina fiscal, incentivos a la producción y gradualismo cambiario.
