Carla Roberts fue quien decidió cambiarle la vida para siempre. Lo llevó a su casa, donde ahora duerme abrigado, cómodo y seguro. En su primer día, Marmolito descansó profundamente durante dos horas sin moverse, una imagen que emocionó a su adoptante y reflejó todo el agotamiento acumulado tras vivir en la calle.
“Este tenía que ser su hogar, ellos se estaban esperando y la vida los unió”, expresaron emocionadas las personas que lo cuidaban.
Durante semanas, Marmolito fue acompañado por un grupo de vecinas que no lo dejaron solo. Entre todas lo alimentaban, le pusieron una cucha y lo protegieron del frío.
También fue fundamental la difusión que impulsaron muchas personas solidarias que ayudaron a compartir su historia hasta que encontró esa oportunidad que tanto merecía.
Hoy, Marmolito ya no es más “el perrito que espera” sino el perrito que llegó a casa. “Gracias a todos los que lo ayudaron, lo abrazaron con el corazón y confiaron en que el milagro era posible”, concluyeron.
