Lo llamaban “Campito”…

Raúl Campos se fue de un mundo peor del que encontró al nacer. Se fue de la vida en una ciudad en la que -como tantos buenos tipos- pasó casi desapercibido. “Campito”, como le decía…

martes 10/07/2012 - 8:38
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Raúl Campos se fue de un mundo peor del que encontró al nacer. Se fue de la vida en una ciudad en la que -como tantos buenos tipos- pasó casi desapercibido.

“Campito”, como le decía Julio Ernesto Vila, fue un hacedor, un hombre que organizó su vida alrededor del boxeo. Y le dio justamente toda su vida.

Comodoro Rivadavia, esta ciudad de muy mala memoria con relación a los que deberían quedar para siempre en el inconsciente colectivo, sabe poco de su obra literaria. Su casi astronómico conocimiento lo llevó a publicar dos libros que son de lectura obligatoria para quien pretenda orientar a otros en el boxeo. “HISTORIA DE LOS TITULOS LATINOAMERICANOS Y ARGENTINOS” y “EL CLUB DE LOS 100”; este data de los boxeadores profesionales que hayan llegado al centenar de combates.

Pocos saben que fue fundador de la Federación Chubutense de Boxeo. Su tarea como promotor y manager lo llevó a disfrutar de la amistad sincera de los boxeadores y técnicos más encumbrados de Latinoamérica.

“Campito” poseía -para alguien quedará esa herencia- la biblioteca de estadísticas  más importante del boxeo en estos lares.

En esta época de jurados groseramente parciales, de negociados impulsados por la máquina marketinera de la televisión, Raúl Campos fue respetado por su rica trayectoria como jurado íntegro y probo. Intachable su tarea, alejada de cualquier sospecha. “Campito” sabía que no hay forma indigna de realizar trabajos dignos, que no valen malas prácticas en nobles oficios.

La Federación Argentina de Box ya lo albergó en lo institucional pero también en cuanta conversación haya en los restaurantes que están en la zona. Allí, en cada sobremesa, entre amagues y anécdotas de pequeños gladiadores o de omnipotentes alfeñiques, está “Campito”.

La inevitable y lógica decadencia del box -como de casi todo- lo obligó a alejarse de lo que tanto amaba. Pero a pesar del dolor que le provocaba esta realidad irreal, se ingenió para dejar su legado a quienes él suponía que no esconderían las banderas de la dignidad, la honestidad, el sacrificio, la perseverancia y la transparencia. Fue “Campito” quien sugirió que Edgardo “Gato” Grossi fuera el delegado por Chubut para que el voto de esta provincia fuera a manos de Osvaldo Bisbal y así conseguir su primer mandato en la Federación Argentina. Ojo quirúrgico el de Campos. Hoy Grossi es el máximo dirigente del boxeo en Chubut y Bisbal… sigue siendo el titular de la FAB.

Lo había mantenido vivo el trabajo. Y, sobre todo, saber que ese trabajo tenía un sentido. Que lo hacía por y para algo. El que encuentra sentido a su trabajo, halla esa pista que resulta imprescindible al momento de orientar en algún sentido su vida.

Raúl Campos tuvo la mala suerte de vivir en la unipersonal Comodoro Rivadavia.

Será escaso el número de gente que lo recuerde y más aún el lapso por el que se lo nombre.

Doloroso destino el que el azar dictatorialmente obliga a sufrir a los hacedores.

El recuerdo de “Campito” se diluirá en lo efímero que resulta querer hacer algo por los demás a cambio de nada.

Nada más se puede pedir ni aguardar para este gran hombre.

Por Ricardo Scazzino

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