La ideología de los intolerantes

Desde hace unos días, el candidato dasnevista Martín Buzzi recita en un tono conservador del año ´30 una rara invocación de legitimidad, desafiando a quien hable de fraude a concurrir a la justicia, o peor…

miércoles 30/03/2011 - 7:00
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Desde hace unos días, el candidato dasnevista Martín Buzzi recita en un tono conservador del año ´30 una rara invocación de legitimidad, desafiando a quien hable de fraude a concurrir a la justicia, o peor aún, relativizando las abrumadoras irregularidades descubiertas -todas ellas casualmente contra su competidor Carlos Eliceche-, arguyendo que si no existe una denuncia formal en la justicia, es porque nadie tiene nada para objetar de verdad.

“Lo que nosotros vemos de concreto es que los apoderados, tanto Blas Meza Evans como Fernández Vecino, Juan Mario Pais, y el señor Touriñán vienen avalando y firmando cada una de las actas que se hacen por cada una de las mesas. Ellos vienen avalando este procedimiento que es el que norma la ley y el Código Electoral Argentino, y por otro lado los escuchamos a través de los medios, mencionar cuestiones que tienen que ver con el fraude, cuando en realidad son denuncias de tipo mediática, que no se hacen de ninguna manera frente a la justicia”, aseguró casi distraídamente.

Un argumento simplista que todo indica, le estarían inyectado desde el bunker de campaña, a cargo del especialista en operaciones, el sobrino Daniel Taito, a sabiendas de resultar un buen mecanismo de confusión social; porque de otro modo no se puede comprender tamaño error de concepto del doctor y licenciado a un paso de recibirse también de gobernador.

Cualquiera sabe que quien debe terminar de dimensionar las irregularidades en su totalidad, y sobre ellas y los resultados de contexto decidir en consecuencia, es en primera instancia el Tribunal Electoral. Solo a posteriori de un proceso que no está en lo absoluto acabado y que todo expone que durará mucho más, podría realizarse las denuncias formales e intervenir la Justicia.

Lo que no signifique que todas las anomalías detectadas y que están en debate, culminen con la constancia en actas.
Muy por el contrario asentarlas en una planilla significa que esto recién empieza, y es parte del proceso y será base de los reclamos que deban hacerse en la justicia terminado el recuento. Es más, tal como lo señaló un prestigioso constitucionalista de talla internacional, algunas de las groserías que se han cometido como el fraguar documentos públicos constituye un delito penal, por el que ya se podría sostener sin temor a error que esta será una de las causas que se abrirán, y por la cual deberán responder varios conocidos.

Sin embargo, dejando de lado la seguramente buena intención de no profundizar en la duda que se supone trata de subrayar Martín Buzzi, lo que preocupa en definitiva es el mantra de esa melodía elitista con la que insiste como continuador del modelo, y que en el fondo cultiva la impunidad: “hago lo que quiero”, “cállense los que no piensan como yo” o “vayan a los Tribunales a quejarse”.

Un tono que ya trae hartos a los vecinos, y que en lugar de reforzar la legalidad como presume Buzzi, tiende a descubrir una pesada carga ideológica que raya en la intolerancia. Por el contrario, una actitud democrática frente a las escandalosas anormalidades que se vienen detectando, sería no solo acceder, sino solicitar a gritos que se abran las urnas y se contabilice voto a voto, para dejar libre de dudas su papel en este escabroso escrutinio y en la historia de los candidatos a dirigir los destinos de Chubut. A menos que tenga serias dudas sobre sus reales posibilidades electorales de transparentarse completamente el proceso.

¿Se esfumarían también esos más de 400 votos que tanta ilusión le causan como final de esta película?
¿Se podrían diluir, tal como sucedió con el fiasco oficial y la urna de Camarones que estaba vacía? Nadie lo sabe, pero la duda es lícita en tanto y en cuanto Buzzi y el dasnevismo, no quieren oír ni hablar de transparentar y contabilizar todo.

Un vecino lo explicó claramente ¿Usted que haría si le entregan un sobre con menos dinero para ir a pagar un trámite? Reclamaría y contaría la próxima vez antes de aceptar la gestión. ¿Y si le traen una carta sin el contenido? Reclamaría y sobre todo se aseguraría al recibir la próxima.

Esto es igual. Han votado muertos, personas con documentos fraguados, hay urnas con más votos que votantes, otras con sobres sin votos, hay contabilizaciones de cientos de votos más a favor del oficialismo por extraños “errores de tipeo”… en fin, demasiado como para no acceder al ya lícito clamor popular de certificar cada voto, permitiendo al pueblo –supuestamente soberano de esta elección- la certeza de lo que cada uno dispuso.

Sin embargo, las decisiones se siguen tomando desde la cúpula de los elegidos, utilizando el sistema para legitimar una u otra posibilidad, pero vaciando de contenido el valor real de los electores.

Nadie, a esta altura del partido puede desconocer que con este dudoso proceso se ha destartalado una maquinaria que no tiene repuesto, y es la del sistema democrático de elección. Sobre este entramado, el oficialismo pretende desconocer la gravedad de la manipulación y hacer como si nada pasara.

La impunidad, amparada en una pseudolegalidad que la justifica, históricamente ha impedido la sanción del crimen y la posibilidad de definir racionalmente en el plano social qué es lo permitido y lo prohibido, qué es lo lícito y lo ilícito, llegando a afectar, incluso en el plano subjetivo, el funcionamiento del principio de realidad.

Y de eso padece el dasnevismo, deforma a conveniencia la realidad.

¿Habrá heredado ya Buzzi esa patología o estas declaraciones confusas son sólo los indicios de quienes aún le manejan el discurso y la caja de campaña?
Una buena pregunta por si debemos ir preparando como pueblo, el suero que contrarreste tanta soberbia gestual, primeros síntomas de inseguridad seguida de deformación ética y moral, dicen los especialistas.

Por Marisa Rauta (Diario de Madryn)

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