Jorge Rial: “Me hicieron creer que era una mierda y que se me había terminado la carrera”

Antes de volver a la batalla diaria de la televisión, el periodista habla de todo. “Pensé que no volvía: me había predispuesto a no volver, casi juramentado. Pero cambió mi situación después de un año…

domingo 26/06/2022 - 12:27
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Antes de volver a la batalla diaria de la televisión, el periodista habla de todo. “Pensé que no volvía: me había predispuesto a no volver, casi juramentado. Pero cambió mi situación después de un año y sentí que estaba listo”.

Según publicó TeleShow Rial comenta “Es lo único que sé hacer, es mi vida esto. Es mi esencia”. Parece imposible que este hombre que habla con esta pasión del periodismo haya pensado un año atrás en dejarlo todo. En viajar, quizás. En retirarse, seguro. Y más raro aún es que ese hombre sea Jorge Rial, una figura indiscutida de los últimos años de la televisión argentina que necesitaba amigarse con su propia historia. Recibió el llamado de Radio 10, su radio, y se reagrupó en Argenzuela; primero en el regreso, después en la segunda mañana. Más tarde, la conducción de Sobredosis de TV. Y ahora prepara la vuelta a la batalla diaria con el desembarco de Argenzuela en C5N, en el horario de 15 a 17 que tan bien conoce.

Mientras se volvía a enamorar del medio y del oficio, en su vida personal estaba terminando su historia con Romina Pereiro después de cinco años de una relación con la que recuperó el concepto de familia. “El amor es un rayo que te parte y a veces el dolor también. A mí me partió y no lo pude sostener. Ni física ni mentalmente”, repasa, conmovido. Pero el tiempo cura todo y hoy disfruta de la armonía en la relación con sus hijas, de su revitalizante rol de abuelo y de su soltería. “No estoy ni para salir a tomar un café”, admite, en esta charla íntima con Teleshow.

Con su estilo recargado, Rial va a hablar de todo. De los rumores actuales y pasados sobre sus relaciones, y del deterioro de la farándula local que lo llevó al hartazgo. Del periodista temerario que supo construir y de las batallas que vale la pena dar. Del fútbol como cable a tierra, de la política como arena de discusión y de la argentinidad como marca de orgullo. Y en ese recorrido cobrará forma su proyecto de Argenzuela, con el que se propone abordar la actualidad desde todos los ángulos posibles: “No puedo ir contra lo que soy: un bicho de los medios”, resume, con más orgullo que resignación.

—Al final es eso: te gusta. ¿No tiene que ver con la plata ni con el poder?
—No. Pasa que cuando vos tenés una cercanía con el poder, se mantiene más allá de dónde estés. El poder no pasa por los medios, pasa por la cabeza. Y eso nunca dejé de tenerlo. Pero no lo hago ni por el poder ni por la guita, ni por revancha. Hubo una cosa piola de reivindicación, de mis nuevos compañeros que me están conociendo y de gente de los medios. Y dije: “Pará. Hice una carrera importante, no soy un gil”.

—¿En algún momento pensaste que eras un gil?
—Sí, pensé que era una mierda, que se me había terminado la carrera. Hoy me doy cuenta de que había cometido un error, pero bueno, me lo hicieron creer y yo dejé que pasara eso. Tuvieron que pasar un montón de cosas en el medio para darme cuenta de que algo en los medios hice. Hoy, cuando hablás de la televisión, no podés obviarme. Ni por Intrusos, 20 años de un programa que hoy todavía sigue. Ni por los 50 puntos de Gran Hermano.

—Ya vamos a hablar de eso, pero me quiero quedar en esta vuelta. Hoy ya no hay mucha diferencia entre un canal de aire y un canal de cable: vas contra Intrusos.
—No me había dado cuenta. Me di cuenta cuando le pedí un favor a América y no me lo cedieron.

—¿Estefi Berardi?
—Sí. Y dijeron que no. Y cuando empezaron a balbucear para tratar de explicarme me dijeron: “Vas contra Intrusos”. Y ahí caí y dije: “Ah, qué lindo”. Igual no voy a competir contra Intrusos, voy a hacer otra totalmente distinta. Para mí Intrusos era otro, no es este.

—¿Esto que ves hoy ya no es Intrusos?
—No lo veo.

—¿No lo viste nunca con Flor De La V?
—Sí, alguna vez, muy poco, por una cuestión de horarios. Pero ya no es lo mismo porque cambió el espectáculo también, que no es interesante: las figuras son bastante, digamos, outlet.

—Algo te venía aburriendo ya del espectáculo cuando te fuiste de Intrusos.
—Me empecé a aburrir dos o tres años antes. Me sentaba con gente que no sabía quién era, no sabía qué hacía y dije: “Hasta acá llegué”. Hoy me divierto con la política, con el espectáculo, con el deporte, pero en un conjunto de cosas. También evolucioné mucho como periodista y puedo hablar de todos los temas.

—¿Y por qué terminaste TV Nostra? Tu salida fue una sorpresa para todos. Para el público, para el equipo, para el canal.
—Lo dejé porque la segunda parte de la pandemia me rompió psicológicamente de una manera espantosa. De verdad: pensé que me iba a morir. Tenía miedo, y eso también influyó en mi familia. Y un día dejé todo. Con los únicos que hablé, 24 horas antes, fue con el canal. Tomé la decisión acompañado solamente por un habano y el Indio Solari cantando. El viernes fui, senté al equipo de producción y a los chicos que me acompañaban, y les dije que era el último programa. Y que era una decisión absolutamente mía, no un tema de rating, porque finalmente los números eran como los de ahora. Primero llamé a mi mujer y a mis dos hijas, que no sabían nada, para avisarles. Y así fue: terminé el programa, cerré mi camarín de toda la vida y me fui a mi casa.

—Hace poco estuvo acá Agustín Vila y dijo que él no descarta que en algún momento vuelvas a América. Que vos sos América.
—Yo le agradezco a Agustín.

—¿Terminó todo bien?
—Sí, terminó bien porque yo quise. Pero uno cuando se sienta acá dice un montón de cosas y después la realidad te muestra otra. A mí no me llamó nadie de América durante este año ni para ver cómo estaba. Y le di todo al canal.

—¿Cuántos años?
—Con Intrusos 20, y otros cinco antes. América se construyó alrededor de Intrusos, era el que más facturaba. Me hubiese gustado una llamada personal y no me llamó nadie, salvo Gabriel Hochbaum porque es amigo personal. Ni los que trabajaban conmigo. Nadie se preocupó por mí, pero los entiendo. Cero rencor.

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