Un equipo de científicos argentinos ha comenzado una nueva expedición para investigar los cañones submarinos Bahía Blanca y Almirante Brown, ubicados a 450 y 500 kilómetros de las costas de Viedma y Rawson, respectivamente.
La misión utiliza el robot submarino (ROV) SuBastian, el mismo vehículo de alta tecnología del Schmidt Ocean Institute que ya operó en el Cañon Mar del Plata, capaz de grabar en 4K y recolectar muestras en tiempo real.
A diferencia de campañas anteriores con un enfoque más biológico, esta expedición se centra en la oceanografía física, la geología marina y la biogeoquímica. Así lo describió una de las científicas a bordo: “Estamos empezando nuestro trabajo en una cabecera de un cañón en el sector patagónico del margen argentino. Vamos a estudiar lo que se ve en el fondo del cañón y después subiremos por una pared. Los cañones submarinos son valles que surcan el fondo marino y son muy parecidos a los valles fluviales que encontramos en el continente”.
La diferencia clave de esta investigación radica en el tipo de sistema estudiado. “El Cañon Mar del Plata era un cañón que sólo se desarrollaba en el Talud. Ahora estamos estudiando el comienzo, el inicio, la fase inicial del desarrollo de un cañón que, a diferencia del anterior, comienza a incidir desde la plataforma continental.”
La primera inmersión se realizó en el Cañón Sur del sistema Almirante Brown. El robot SuBastian comenzó su trabajo a 356 metros de profundidad en el eje del cañón, donde ya se observa un fondo de sedimento arenoso con abundante fauna y fragmentos de rocas. El plan de buceo incluye navegar por el eje, ascender un desnivel de 200 metros por una de sus paredes y recolectar muestras en distintos puntos.
Para ello, el ROV, extraerá hasta 16 muestras de sedimento con push cores y tomará muestras de agua. Estas últimas son cruciales para medir parámetros como el pH, la alcalinidad, el carbono y los nutrientes.
La científica Lucía Carolina Kahl detalló la importancia de este análisis en el marco de la acidificación oceánica. Explicó que el océano absorbe dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera, el cual es utilizado por el fitoplancton. Este proceso, conocido como «bomba biológica», transporta el carbono hacia el fondo, lo que provoca cambios en el pH del agua.
«Cuando hablamos de acidificación oceánica, no estamos hablando que el océano es ácido, sino que hay cambios en el pH que lo llevan a disminuir», aclaró Carolina. Estos cambios pueden afectar gravemente a organismos con esqueletos de carbonato de calcio, por lo que conocer el estado actual del agua donde habitan es fundamental.
La expedición continuará con sus inmersiones en los próximos días, abriendo una ventana sin precedentes a los procesos que modelan el fondo marino patagónico y a la vida que este alberga en sus profundidades.
Para el público interesado, la exploración puede seguirse en tiempo real a través del canal de YouTube del Schmidt Ocean Institute.
