El Rojo recuperó actitud y fútbol, le ganó 3-0 a Talleres con tres de Parra y sigue en puestos de ascenso. Un poco de aire y de paz para el equipo de De Felippe y la institución en general.
Se merecía un partido así Independiente. Lo necesitaba. Más allá del 3-0, de los tres de Parra, de la victoria en sí. Necesitaba volver a encariñarse con la pelota, con su gente, en su cancha, tocar y recuperar la confianza. Llegar al arco y meterla. Desde lo más básico hasta lo más elaborado, para otra vez recuperar el rumbo y la fe en que se puede. Pegó rápido, aprovechó el momento. Y cuando se despertó un poco Talleres, metió el segundo, para irse al descanso 2-0. Y salió al segundo tiempo sabiendo que no se podía relajar. Así, cerró un buen resultado, que lo para de manera diferente al futuro.
Es cierto que el rival le dio muchas ventajas, sobre todo en el fondo. Pero no es la primera vez que Independiente desperdicia los espacios que le da el rival. De hecho, arrancó con algunos pasos en falsos, hasta que el primero de Parra, con una definición con bastante de blooper, acomodó un poco la ansiedad y los ánimos. Pudo meter el 2-0 con Zapata, peleado con el arco (tuvo otra en el segundo tiempo que se fue cerca) y casi se lo empatan a los 38, con Klusener. Pero el 2-0, tras el centro de Mancuello y otra definición complicada del delantero, llegó el alivio.
El segundo tiempo lo encontró sin relajarse al equipo de De Felippe. E hizo bien. Porque el 2-1 era demasiado riesgo y fue a buscar el tercero, que llegó esta vez desde un tiro al arco de Pisano y el rebote capturado de Parra. Fue 3-0, una buena victoria para sumar 48 puntos, pero sobre todo para sumar confianza.
Instituto también quiere ‘Gloria’
El conjunto de Alta Córdoba le ganó 3-2 a Villa San Carlos en un partidazo y alcanzó a Independiente, que había hecho lo propio más temprano. Dos veces Favalli y Velázquez, sobre el final, para seguir palmo a palmo en la pelea por el tercer ascenso.
